Asturias emprende el camino al futuro

La de ayer fue una jornada histórica. Como el 15 de agosto de 1884 lo fue la inauguración, por parte del Rey Alfonso XII, de la rampa de Pajares, la línea férrea que desde entonces serpentea por la cordillera Cantábrica y que sirvió para unir Asturias con la Meseta. Ayer, su tataranieto, Felipe VI, encabezó el elenco de autoridades -entre las que se encontraban el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, el del Principado, Adrián Barbón, y el de Castilla y León, Alfonso Fernández Mañueco- que participaron en el viaje inaugural de la variante. Lo hicieron a bordo del Alvia S-130 que a las 13.35 horas partió de la estación de Chamartín, en Madrid, y que entró en la estación de Oviedo a las 16.45 horas. Tres horas y diez minutos. Hoy, cuando entren en servicio los viajes comerciales, con pasajeros, el trayecto durará más. Serán 3 horas y 40 desde Gijón, ya que a diferencia del tren inaugural de ayer, que solo paró en León, donde se subió el presidente de Castilla y León, hará altos en Oviedo, León, Palencia, Segovia y Valladolid. Aún así, a partir de ahora, el trayecto desde Gijón a Madrid supone acortar en una hora el tiempo del viaje, que se hará en 3 horas y 47 minutos. Casi treinta menos desde Oviedo.

Porque sí. La variante de Pajares se estrena sin AVE, que es una marca comercial, pero sí con alta velocidad. Los Alvia, los modelos que circularán de momento por la variante de Pajares y que permiten circular a más de 200 kilómetros por hora en el nuevo tramo, están catalogados así, como vehículos de alta velocidad. Tiempos que incluso se acortarán cuando entren en servicio, en el primer trimestre de 2024, como ayer confirmó el ministro de Transportes, Óscar Puente, los modelos Avril, que permitirán alcanzar velocidades de hasta 275 kilómetros hora y recortar en otros 15 minutos el viaje a Madrid.

Una nueva era arranca en Asturias. Un nuevo futuro se abre de la mano del ferrocarril. Pero en nuestra mano está aprovecharlo. Y bien. La variante supone abrir Asturias al resto de España y Europa, ya que esta infraestructura forma parte del Corredor Atlántico. No solo permitirá acortar los tiempos de desplazamientos de los pasajeros, también los costes del transporte de mercancías, ya que fue concebida también para ello. Supondrá además un importante respaldo al sector turístico, toda una industria que supone ya más del 11% de nuestro PIB. De hecho, el ferrocarril centra las nuevas campañas de promoción turística del Principado.

«Entramos en otra dimensión», llegó a decir el presidente del Principado, Adrián Barbón, en los meses previos a la entrada en servicio de la variante. Pero ese pan que se supone tiene que venir debajo del brazo de esta infraestructura aún está por amasar. Y ahí toda Asturias debe implicarse y participar en ello. La caña, el sedal, el anzuelo y el cebo los tenemos. Ahora solo falta pescar. Y lo tienen que hacer las administraciones públicas, poniendo los recursos suficientes para que la variante genere la riqueza que se espera de ella; los empresarios, demostrando que las décadas reclamando esta infrestructura estaban justificadas, dando salida a través de ella a sus mercancías; el sector turístico, a través de una oferta atractiva que permita consolidar Asturias como un destino atractivo y generando actividad complementaria -guías, servicios transfers a las estaciones de esquí, paquetes de experiencias turísticas...- y toda la sociedad asturiana.

En nuestra mano está justificar los 4.000 millones de inversión realizada. El viaje comenzó ayer. Han sido muchos los trenes que a lo largo de nuestra historia hemos perdido como para dejar pasar la oportunidad que se nos brinda a los asturianos con ese nuevo futuro que se nos aventura.