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Son, las montañas que separan Asturias de la meseta, un espacio en tres dimensiones enorme y complejísimo geológicamente hablando, con hasta cuarenta formaciones geológicas diferentes, por lo que horadarlas con hasta 12 tubos que suponen el 80% de la longitud de la variante es un desafío mayúsculo. Para ello se han utilizado cinco tuneladoras, cuatro de escudo simple y una de doble escudo.
Las de escudo simple, pese a su nombre, son aparatos especialmente complejos compuestas de cortadores de disco e impulsores que en zonas menos complejas que la cordillera cantábrica logran avances cercanos al medio centenar de metros diarios. Aquí, los 'topos' lograron un rendimiento mucho menor, de entre 7,85 y 13,3 metros al día. Precisamente, la única de las cinco que fue construida en Asturias (la ejecutó el consorcio MHI-Duro Felguera ), que era la más potente de las cinco, fue también la que más dificultades encontró. Resultó necesario reforzarla al quedar atascada en una zona con abundancia de acuíferos. Si las condiciones geológicas ya eran complejas en la variante sin contar con el agua, con ella se multiplicaron las dificultades. Porque si en espacios subterráneos más o menos homogéneos, como los del túnel de La Cabrera, en Valencia, se lograban avances como los antes explicados, de casi medio centenar de metros al día, aquí el macizo de Las Ubiñas desafiaba a las tuneladoras con alternancias de areniscas, arcillas, pizarras, acuíferos y hasta bolsas de grisú (sí, el gas explosivo de las minas de carbón).
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Así que los responsables de las perforaciones tuvieron que optar por medidas y protocolos de seguridad muy exigentes, dado el riesgo de que los 'topos' quedasen atrapados entre arcillas o de que los gases inflamables supusieran un peligro vital real para los trabajadores, lo que al menos en una ocasión obligó a evacuar las obras.
La omnipresencia del agua en el macizo cantábrico añadió una complicación más. Al programar las perforaciones se tuvieron muy en cuenta las lecciones aprendidas en la obra del tunel bitubo de Abdalajís, en Málaga, donde caudales de hasta 400 litros por segundo dificultaron no solo la obra y su solución técnica, sino que siguen generando problemas legales para Adif, pues los pueblos afectados por las filtraciones siguen reclamando una solución, de la misma forma que las poblaciones de la vertiente leonesa de la variante se quejan –y pelean en tribunales– de que hacia Asturias ssiguen filtrando casi 300 litros por segundo.
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En Málaga se revistieron los tubos con una capa adicional de dovelas, en Pajares se hicieron perforaciones radiales de hasta 8,2 metros en cada anillo de dovelas para eyectar una lechada de microcemento en función del grado de fracturación del macizo. Y, además, una de las tuneladoras que se empleó entre Asturias y León fue del tipo llamado de 'doble escudo'. Esta realiza de modo simultáneo y sincronizado la perforación y la colocación de dovelas, mientras las otras cuatro, una vez logrado el avance necesario, debían detenerse para colocar las dovelas de hormigón armado que forman cada anillo del túnel, lo que reduce su rendimiento.
Pero hay que tener en cuenta que túneles como los de la variante hay que pensarlos no solo en dos dimensiones (ancho y largo) sino también –y esto es especialmente complejo– en altura (mejor dicho, en profundidad), porque del emboquille sur (Pola de Gordón), a 995,1 metros sobre el nivel del mar, a Campomanes, a 393 metros sobre el nivel del mar, hay 602 metros de altitud (profundidad, si se quiere) de diferencia.
Para guiar por ese enorme volumen a los cinco 'gusanos de Dune' hipertecnológicos que han unido Asturias con la meseta hay que tener en cuenta una medida adicional, a priori poco relevante pero que podría multiplicar errores. Es tan grande la variante que hubo que recurrir al Instituto Geográfico Nacional para contar con valores de gravedad diferenciales por zonas y, para compensar la desviación que supondría no tener en cuenta la esfericidad del propio planeta, la distancia máxima entre los instrumentos de medida y sus correspondientes miras no ha superado nunca los 30 metros.
Las diferencias halladas finalmente de un túnel sobre otro, cuando las cabeceras de las tuneladoras se encontraron frente a frente en cada tubo fueron del entorno de 1,5 centímetros en componente norte y de 2 centímetros en componente este, sin casi desviación en altura, tras desarrollos de más de diez kilómetros de red en el interior de la montaña.
Magia parecería si no fuese la más alta tecnología.
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