La obra de Mayorga a todos nos apela a través de roles que pueden ser desde un gorila albino a Santa Teresa de Jesús. Con ellos pone la mente del espectador a trabajar Marieta
Premio Princesa de Asturias de las Letras

La escena hecha carne

Juan Mayorga ·

Por la enorme calidad, hondura, crítica y compromiso intelectual de su obra

M. F. Antuña

Gijón

Jueves, 27 de octubre 2022

Hace cuatro años se presentó en la Universidad Complutense de Madrid una tesis doctoral sobre los personajes en la obra de Juan Mayorga. El trabajo es profundo e intenso pero dice ya en sus primeras líneas un par de claves de la obra del ... creador madrileño. «Uno de los pilares fundamentales en los que reposa la dramaturgia del madrileño Juan Mayorga es la figura del personaje, hija de la tradición teatral dramática de Occidente pero también hija de su tiempo, un tiempo que olvida la historia y al que desbordan el progreso desquiciado y la necesidad imperante que tienen muchos, de dominar a los demás», escribe la autora, Ana María Gómez. Y aún dice más a renglón seguido: «En medio del multiforme e intenso universo mayorguiano cargado de pasado, de ideas filosóficas y, sobre todo, de interrogantes, el personaje es el elemento que, en la mayoría de los casos, contiene las distintas visiones de mundo que el dramaturgo aspira a poner en conversación en la escena».

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Sus personajes son, pues, su obra, su verdad en forma escrita y en la piel de actores y actrices capaces de darles naturaleza, gesto y voz. Y son muchos los perfiles cuyo camino ha trazado el dramaturgo con piezas que han sido llevadas a escena en una treintena de países y traducidas a veinte idiomas.

Es profusa su producción. El listado solo de sus textos teatrales es el siguiente: 'Siete hombres buenos', 'Más ceniza', 'El traductor de Blumemberg', 'El sueño de Ginebra', 'El jardín quemado', 'Angelus Novus', 'Cartas de amor a Stalin', 'El Gordo y el Flaco', 'Sonámbulo', 'Himmelweg', 'Animales nocturnos', 'Palabra de perro', 'Últimas palabras de Copito de Nieve', 'Job', 'Hamelin', 'Primera noticia de la catástrofe', 'El chico de la última fila' (que fue llevada al cine en 2012), 'Fedra', 'La tortuga de Darwin', 'La paz perpetua', 'El elefante ha ocupado la catedral', 'La lengua en pedazos', 'El crítico', 'El cartógrafo', 'Los yugoslavos', 'El arte de la entrevista', 'Famélica' y 'Reikiavik'. Su último estreno ha sido 'Silencio', a partir de su discurso de ingreso en la RAEy en la que, cosas del destino, es él quien da el salto a la categoría misma de personaje.

Es también coautor junto a Juan Cavestany de 'Alejandro y Ana, lo que España no pudo ver de la boda de la hija del presidente' y de 'Penumbra', de Animalario.

Pero es que también se han editado piezas pequeñas y sus artículos, ensayos y conferencias y además ha realizado versiones de textos de Calderón, Lope, Shakespeare, Lessing, Dostoievski, Chejov, Ibsen, Kafka y Dürrenmatt.

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Pero volvamos a sus personajes y cómo juega con ellos. Hay que empezar diciendo que a Mayorga no le cuesta dibujar ficciones partiendo de personas reales, como ocurre en el caso de 'Cartas de amor a Stalin', donde pone sobre el escenario al dictador soviético y al dramaturgo Mijaíl Bulgákov, que tras reclamarle al primero libertad de expresión, emprende un camino de delirio y locura. Está inspirada en la realidad esta historia, en un episodio ocurrido en 1929, y lo están otras piezas del autor, como 'Himmelweg', que acude al pasado doloroso para advertirnos y alertarnos, que crea un personaje salido de la historia para hacer con él puro presente. Dice el propio Mayorga que quiere ser una obra sobre la realidad: «Habla de un hombre que se asemeja a casi a toda la gente que conozco: tiene una sincera voluntad de ayudar a los otros; quiere ser solidario; lo asusta el dolor ajeno. Sin embargo, también como casi toda la gente que conozco, este hombre no es suficientemente fuerte como para desconfiar de lo que le dicen y le enseñan. No es suficientemente fuerte para ver con sus propios ojos y denominar las cosas con sus propias palabras. Se conforma con las imágenes que los otros le dan. Y con las palabras que los otros le dicen», ha dejado dicho el autor.

'Reikiavik', obra de Juan Mayorga que se estrenó en 2015 en el Palacio Valdés de Avilés. Marieta

Ahí están sus toques de atención al público, su compromiso con un teatro comprometido que busca llevar al espectador a ese mismo lugar, reflejarse en él, pensarse en él. Otro ejemplo, 'Reikiavik', que precisamente tuvo su estreno en el Palacio Valdés de Avilés siete años atrás. Aquí busca Mayorga recrear el épico campeonato del mundo de ajedrez de 1972 celebrado en la capital islandesa entre el americano Bobby Fischer y el ruso Boris Spassky. Dos personajes reviven la competición con el ánimo de llevar a las tablas mucho más, para hablar de otra historia, la Guerra Fría, y ofrecerle al espectador muchas más lecturas, infinitas lecturas.

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Ese juego de crear capas múltiples, de verdades y ficciones, es magistral en la obra del dramaturgo madrileño, que busca apelarnos a todos desde lugares muy dispares. Otro ejemplo: 'La lengua en pedazos'. Parte aquí Mayorga de 'El libro de la vida de Teresa de Jesús' y plantea un combate entre una monja desobediente y un inquisidor en el que se habla de la amistad, del dolor de la pérdida y del dolor físico. No habla de religión, pero sí a todos interpela y fuerza Mayorga a emitir su juicio ante este combate.

En esa afán de provocar la reflexión, alude incluso a historias muy recientes y cercanas. Lo hace con aquel famoso gorila albino del zoo de Barcelona en 'En últimas palabras de Copito de Nieve'. Con él y desde su jaula, Mayorga nos invita a indagar acerca de la libertad o de la muerte.

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Representación de la obra 'Hamelin' en el Teatro Jovellanos de Gijón. Paloma Ucha

Y seguimos. 'Hamelin' también remite al célebre personaje y también habla de ratas a partir de un cuento inspirado por un caso de pederastia en el Raval de Barcelona, pero más allá de hablar de abusos, busca denunciar la deformación que los adultos hacemos del lenguaje.

En cada personaje se oculta un mundo, una denuncia, montones de pensamientos hilados lanzados al aire para mejor vivir en este mundo confuso en el que las palabras a veces atontan más que aportan. Por eso Mayorga ama tanto y tan bien el 'Silencio', y esa es su última obra, que protagoniza Blanca Portillo convertida en él ofreciendo su discurso de entrada a la RAE. Se cuenta a sí mismo el autor en este texto que reivindica la belleza de lo no dicho en el teatro y en la vida.

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Otra vuelta de tuerca, otra trampa para hacernos pensar, para invitarnos a hablar o callar.

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