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«Las palabras son alas, pero al mismo tiempo pueden enjaularnos», confesaba ayer el Premio Princesa de las Letras, Juan Mayorga, en su encuentro con los clubes de lectura de las bibliotecas públicas. Tenía ante sí un Teatro de la Laboral abarrotado por 1.200 personas, de 94 grupos distintos, que escucharon, rieron y mezclaron certezas con preguntas, en un acto en el que quedó demostrado que «somos cuerpos habitados por palabras».
En torno a ellas, giró una tarde en la que el galardonado empezó recordando la biblioteca familiar, aquella en la que se acercó por primera vez a la lectura para ya nunca alejarse. Porque él es un hombre que vive pegado a la creación y lo reconoce sin problemas: «El teatro está en todas partes y buena parte de mi trabajo consiste en estar atento», contaba.
De conversaciones y situaciones cotidianas suelen nacer obras, como una de las últimas que escribió: 'María Luisa'. «Surgió en una grada», aseguraba. «Mi amigo Raúl y yo somos padres de niñas que juegan al baloncesto. Él es portero de un inmueble y me dijo que le había sugerido a una vecina que pusiera más nombres en el buzón para que los cacos no supieran que vivía sola», desvelaba.
De ahí brotó una historia que baila entre la realidad y la ficción y en la que, como suele ocurrir, los espectadores percibirán significados que ni siquiera atisbó el propio autor. «Estoy seguro de que habéis encontrado sentidos que para mí han pasado inadvertidos», le decía a sus lectores. «Yo no he dejado de descubrir nuevos aspectos de mis obras y de ver cómo se despliegan», añadía porque, al final, «todas estas piezas tienen algo que ver con las palabras». Algo o, quizá, mucho.
Y, pese al valor que tiene el ruido que hacen las letras en el aire, Mayorga ayer defendió el silencio. «En ningún lugar como en el silencio se percibe la fuerza del actor», lanzaba y proseguía empoderando la ausencia de sonidos: «Si releo mis propias piezas, me doy cuenta de que, poco a poco, me he ido haciendo más consciente del valor del silencio y quizá eso se corresponda a una mayor conciencia del valor del silencio en mi propia vida».
Tal vez cada vez cobre más importancia ese silencio porque es lo que distingue su género literario del resto. «Este Premio Princesa me excede, pero siento que es útil porque señala el trabajo de los autores de teatro, de esos autores que escriben, deseando provocar una reunión», reflexionaba. Y recordaba entonces el valor que tienen las tablas en nuestras vidas. «Hay gente que dice que el teatro no puede cambiar el mundo, pero ellos qué saben cómo sería el mundo sin teatro», se preguntaba.
Visita de SS.MM. los Reyes y de SS.AA.RR. la Princesa de Asturias y la Infanta doña Sofía a Cadavéu (Valdés)
12 h. Llegada de Sus Majestades los Reyes y de Sus Altezas Reales la Princesa de Asturias y la Infanta doña Sofía a Cadavéu.Saludo a las autoridades.
12.05 h. A continuación, la Familia Real se adentra en la calle de Manuel Ferrería Pico, en la que se observan, además de las casonas, viviendas tradicionales asturianas que combinan en sus cubiertas teja y pizarra.Saludo a la comisión organizadora del Premio al Pueblo Ejemplar de Asturias, promotora de la candidatura.
12.10 h. Encuentro con representantes del sector turístico y empresarial. La Familia Real recibe el saludo de los representantes del sector turístico y empresarial de la Parroquia, bajo la panera de casa Montero.
12.15 h. Costureras de trajes regionales.Tras el saludo a los representantes del sector turístico y empresarial, la Familia Real accede a la quintana de casa Josefina, en la que María Teresa Pérez Méndez y María del Rosario Nieto Fernández estarán cosiendo y reparando los trajes y prendas típicas asturianas que los integrantes de la Sociedad Popular, Cultural y Recreativa La Regalina visten en la danza prima y lucen durante su festividad.Encuentro con varias generaciones de la familia González Fernández, ejemplo representativo del relevo generacional en la parroquia de Cadavéu.Actividad grupo de teatro El Óligo. Los miembros del grupo de teatro El Óligo estarán recitando tres breves poemas que evocan los sentimientos de los peregrinos a Santiago de Compostela ('Amanecer', de Ricardo Sánchez del Pulgar; 'Pul mas anchu Camín Rial', de Fernán Coronas; y 'Momentos de la noche', de Alejandro Casona).Actividad con las entidades deportivas de la parroquia. En la casa Lolo Alejos, la Familia Real conocerá las principales actividades con las que dinamizan la localidad los representantes de diferentes asociaciones deportivas.Plantación de árbol con alumnado del Colegio Rural Agrupado Pintor Álvaro Delgado. Los vecinos de la parroquia de Cadavéu sostienen una escuela rural abierta, datada en 1923, con matrícula en aumento que se acrecienta dado el número de residentes por ser destino turístico fundamental en el occidente asturiano y paisaje natural destacado.
12.30 h. Descubrimiento de la placa conmemorativa.Encuentro con los vecinos de mayor edad de la parroquia de Cadavéu.Muestra artesanal de hórreos a escala reducida.
12.40 h. Visita a la casa natal del padre Galo. El sacerdote y escritor valdesano Galo Antonio Fernández (1884-1939), conocido como Padre Galo, del instituto religioso de los Oblatos de María Inmaculada, destacó en la recuperación de la faliecha, nombre con el que se conoce a una de las variantes del asturiano occidental, en la que desarrolló gran parte de su creación poética, bajo el pseudónimo de 'Fernán Coronas'. Su casa natal es el centro cultural de la parroquia de Cadavéu y futura sede del Centro de Traducción al Asturiano de la Consejería de Educación del Principado de Asturias.
13 h. Acto institucional.
13.25 h. Visita a la ermita y al hórreo de La Regalina. En este emplazamiento se celebra anualmente, el último domingo del mes de agosto, una multitudinaria fiesta con más de noventa años de historia: La Regalina, considerada de Interés Turístico Regional y que toma el nombre de la capilla o ermita que cobija a la rescatada Virgen de Regla, patrona de Cadavéu.
13.40 h. Fin de la visita
Para defender la importancia de las obras, Mayorga confesaba que aspira «a hacer un teatro peligroso. Estoy lejos de alcanzarlo, pero creo que deberíamos hacer un teatro que asustase a los pusilánimes», se convencía. Y lo decía porque «el teatro tiene que ser todo un acontecimiento», en el que «quien entre se transforme». Y, para conseguirlo, él reconocía que «hay que entrar con certezas y ver cómo algunas de esas certezas se fragilizan».
Por eso, aunque «como espectadores solemos inclinarnos hacia el lugar de la víctima porque lo percibimos como el lugar de la inocencia», él se cuestionaba en qué medida nos parecemos «a ese tipo que no interviene». A esos personajes que miran la injusticia en primera fila y no hacen nada para intentar frenarla.
Fijándose en esos papeles, Mayorga reconocía que escribe y reescribe sus obras e, incluso, confesaba que «a veces la reescritura es previa a la escritura». Repasa y corrige hasta la obsesión porque «tengo que ofrecer el texto que sea más complejo, más interesante y más peligroso», concluía un hombre al que le gusta escuchar las críticas. «Me interesa lo que dicen mis críticos, es una relación de dos enemigos íntimos», se reía y consideraba que «en el arte y en la vida, una crítica es una hermosa forma de amistad».
Sobre todo cuando se trata de teatro, «un género omnívoro, que es capaz de absorber toda forma de expresión» y que mejora lo presente. Condimenta la realidad porque «la vida nunca basta, nunca es suficiente, pero el teatro convierte un sofá en un trono y otro, en una cueva, siempre y cuando le prestemos la imaginación». Con ella, hacemos inabarcable el mundo.
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