
Secciones
Servicios
Destacamos
ANA RANERA
Viernes, 7 de febrero 2020
Varios metros por encima de Oviedo, en el Naranco, la Fundación Vinjoy se levanta, verjas abiertas y varios alumnos apurando el reloj en la puerta, como un pequeño microcosmos donde la vida aligera sus cargas y los miedos apenas asustan. El camino que da acceso al edificio es un constante ir y venir de coches, de alumnos llegando, a la carrera, de saludos rápidos que continúan con el bullicio en los pasillos.
Todo aquí sigue el ritmo de un día normal, el mismo compás que marca la vida más allá de estas fronteras. En esta finca que otea la capital, conviven sus diez centros en una ajetreada calma en la que se mezclan edades, pasados y problemas. Un lugar en el que se hace mucho y poco se sabe porque parece que Vinjoy solo es «un centro estupendo para los sordos», como cuenta bromeando, su presidente, Adolfo Rivas. Pero aquí arriba suceden muchas más cosas. Aquí, cada día, se reescriben las historias y se cambian los finales abocados a no ser felices.
Además del afamado Instituto de Atención Temprana y Seguimiento donde atienden a los niños nacidos con sordera, otros nueve centros suman sus actividades a la a este mundo de Vinjoy. Nueve sitios donde la igualdad es una pieza fundamental para conseguir el progreso. Entre ellos están el Centro de Apoyo a la Integración adonde acuden un centenar de discapacitados; el Centro de Normalización a través del Arte, orientado a personas con problemática de salud mental; el Centro de Intervención Socioeducativa para Menores y Jóvenes en situación de conflicto; los ciclos de Audiología Protésica y el de Mediación Comunicativa en los que estudian para garantizar el entendimiento en el futuro; el Servicio de Interpretación de Lengua de Signos; la Agencia de colocación y los Servicios Generales y el Centro de Desarrollo Comunitario que ponen en marcha la fundación sin hacerse notar, desde las sigilosas entrañas.
Todos estos equipos integran una fundación que apuesta con firmeza por la intervención socioeducativa desde la igualdad. «Si damos a la gente los recursos adecuados van a salir adelante. No tenemos que empujarnos ni tirar unos de otros, sino caminar juntos», apunta Rivas. Los resultados confirman que no se equivocan, aunque todavía les quede demostrar mucho de lo que ya han conseguido. «Nosotros estamos dispuestos a trabajar en precario porque queremos ser la muestra tangible», añade.
Creen que si la sociedad asturiana supiera lo que aquí arriba se hace, se volcarían con esta entidad. «Si conocieran todos los programas que llevamos a cabo, todo el mundo querría que estuviéramos», afirma Rivas. Y no es para menos, porque ellos son los expertos en solucionar los casos que nadie quiere asumir, aquellos para los que la sociedad no encuentra sitio. Ellos los reciben sin dudarlo y ahí, dicen, radica su ventaja. «Cuando no te han querido en ningún sitio y llegas a un lugar que te quieren, cambias directamente tu actitud». Por eso, aquí todo cambia desde la bienvenida, porque los usuarios sienten que el hola y la sonrisa de recibimiento son sinceros.
Para ellos, la intervención socioeducativa es el futuro. Es la única manera de hacer que las causas perdidas encuentren una solución y, aunque, actualmente, las profesiones sociales vivan denostadas, estas fuerzas que ahora flaquean, en Vinjoy están convencidos de que serán las que lleven, muy pronto, las riendas del mañana.
Publicidad
Cristina Cándido y Álex Sánchez
Lucía Palacios | Madrid
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.