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Baltasar, Melchor y Gaspar se dieron un baño de masas a su llegada a pie a la plaza Mayor, donde subieron al balcón de la Casa Consistorial para dirigirse a los niños gijoneses. FOTOS ARNALDO GARCÍA Y DAMIÁN ARIENZA

La Cabalgata que recuperó las sonrisas

El Ayuntamiento cifra en 200.000 las personas que acompañaron a los Reyes Magos por las calles de Gijón

IVÁN VILLAR IVÁN GARCÍA

GIJÓN.

Viernes, 6 de enero 2023, 00:42

Ilusión sin restricciones. La Cabalgata de Reyes de Gijón recuperó ayer las sonrisas, hace un año secuestradas aún por las mascarillas. Las de Melchor, Gaspar y Baltasar, que desde lo alto de sus carrozas no pararon de lanzar besos durante todo el recorrido a quienes les aclamaban desde las aceras, desde los balcones, a hombros de sus padres, subidos a contenedores, fuentes y bolardos... -«aquí, o eres alto o no ves nada», lamentaba una mujer situada casi en una séptima fila a pie de acera-. Y, sobre todo, las sonrisas de los niños, que además pudieron volver a llamar a los Reyes a voces sin cortapisas. E incluso, los más afortunados, ya en el tramo final a pie hasta el balcón de la Casa Consistorial, sacarse 'selfies' con ellos. Fueron casi tres horas -desde la salida desde Viesques hasta el discurso de Sus Majestades en la plaza Mayor- repletas de ilusión.

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Las sirenas de las motos de la Policía Local y una gran bandera de Gijón, a la que escoltaba una Guardia Gijonesa que recordaba a los 'beefeaters' londinenses, abrían paso a un desfile formado por 1.150 figurantes y que siguieron en directo, según estimaciones del Ayuntamiento, cerca de 200.000 personas. Una multitud que se hacía especialmente evidente en puntos como la intersección entre Poeta Ángel González y Anselmo Solar, pues fueron muchos los que quisieron situarse en el tramo inicial del recorrido para ser los primeros en ver pasar a los Reyes. Pero hasta que llegaban sus carrozas, durante veinte minutos cada espectador veía pasar frente a sus ojos pastores, pajes patinadores, tuaregs, romanos, egipcios... Las chilabas árabes se mezclaban con los trajes de vivos colores del áfrica subsahariana; los soldaditos de plomo, con las tribus del lejano Oriente.

Hubo carrozas musicales. Otra con un Belén, ángel incluido, que tenía como protagonistas a Verónica Yela (María), Hugo Fernández (San José) y a su hijo Bruno (Jesús), de solo un mes y medio. También carroza de regalos -cuyo diseño recordaba a las cúpulas de la catedral de San Basilio, en Moscú- y una dedicada a la estrella de Belén, que era un homenaje a la astronomía con un transbordador espacial, un rover y un telescopio.

Ya en la parte final, las estrellas de la jornada: Melchor -ataviado con una bufanda del Sporting- a bordo de una carroza con un trono blanco de mármol en el que ni tuvo oportunidad de sentarse; Gaspar, en un gigantesco barco con antorchas y mediaslunas; y Baltasar, tras la gran cabeza de un león, entre columnas y bajo un gran parasol blanco. En ellas llegaron hasta los Jardines de la Reina y, de ahí, en coche oficial hasta la plaza Mayor, que cruzaron a pie. Y ya desde el balcón de la Casa Consistorial, con la plaza a rebosar, llegaron los discursos. «Os prometimos que la Cabalgata sería más espectacular. Venimos cargados de regalos», arengó Melchor. Gaspar pidió no olvidar «a los niños que lo están pasando fatal» en otros lugares del mundo y pidió a los presentes «cuidar vuestra ciudad y el planeta». Baltasar aseguró que un día como el ayer era «el mejor regalo del mundo» y pidió a todos irse a descansar mientras ellos se preparaban para «una noche larga, que es la mejor del año».

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