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El matrimonio formado por Maksym y Anna Pleskach, junto con sus hijos Elisey, Oliva y Luka llegaron a Asturias tras salir de Ucrania por la invasión rusa.

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El matrimonio formado por Maksym y Anna Pleskach, junto con sus hijos Elisey, Oliva y Luka llegaron a Asturias tras salir de Ucrania por la invasión rusa. alex piña
Día de Asturias

Asturias somos todos

La región celebra su día en una situación socioeconómica europea y mundial compleja. Quienes han encontrado en la región un nuevo hogar y los asturianos repartidos por todo el mundo comparten hoy la misma emoción

Octavio Villa / Clara G. Santos / Ana Ranera

Jueves, 8 de septiembre 2022, 02:02

En la que probablemente sea la situación socioeconómica más compleja para Europa desde el final de la II Guerra Mundial, llega la celebración del Día de Asturias en el que se cumplen 1.300 años de uno de los mitos fundacionales del que fuera Reino de Asturias, la batalla de Covadonga. Una celebración marcada por la solidaridad y un sentimiento común que comparten tanto quienes han encontrado un nuevo hogar en Asturias y quienes han tenido que dejar la región en busca de un futuro.

Galería. Anna Pleskach. Ucraniana, refugiada en Asturias con su familia por la guerra en su país «Nos hemos sentido muy arropados por la comunidad asturiana»

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Galería. Anna Pleskach. Ucraniana, refugiada en Asturias con su familia por la guerra en su país «Nos hemos sentido muy arropados por la comunidad asturiana»

Muchos llegaron a esta región entre montañas sin saber cómo sería vivir en ella. Fue el caso de Anna Pleskach y su familia, parte de los miles de ucranianos a los que la guerra obligó a abandonar su país. Ellos encontraron un nuevo hogar en Asturias. Hoy expresan su agradecimiento. «Nos hemos sentido muy arropados por la comunidad asturiana». Tener el corazón dividido es el precio que ha tenido que pagar Steven Vivas por establecerse indefinidamente en Asturias. Este joven venezolano tomó la decisión hace cuatro años, animado por varios familiares que ya vivían en Asturias y le hablaban constantemente de la paz que se respiraba en sus dominios. Ahora, cuando echa la vista atrás, Steven les da la razón y recuerda con cariño el camino que trazó hasta poder llamar hogar a este pedazo de tierra entre montañas y brumas. De la enormidad asturiana este joven se queda con sus magníficos paisajes, con el ambiente joven de Gijón y la elegancia arquitectonica de la capital.

Como él, otros muchos extranjeros, recuerdan hoy con orgullo aquellas señas que hicieron de Asturias su Ítaca particular. Coinciden, todos ellos, en destacar su majestuosidad, no ya urbanística, sino natural. La panameña, Antonia Rodríguez, recuerda, por ejemplo, el asombro que sintió al contemplar la belleza de Covadonga, «esa iglesa diminuta rodeada montañas». Un contraste «mágico», como el que se da en Asturias entre sus ciudades –repletas de posibilidades–, sus pintorescas aldeas y sus infinitos bosques o senderos.

Otra de las cosas que los extranjeros afincados en Asturias valoran positivamente –dejando la gastronomía aparte– es el carácter de los asturianos. Nos califican de «disfrutones y familiares», pero también de «cercanos y amables».

«Asturias siempre está en nuestros corazones»

Galería. Cristina Pensdás, en Texas, desde donde promete que seguirá diciendo «que me manqué, que orbaya y que la sidra no se bebe a sorbinos».

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Galería. Cristina Pensdás, en Texas, desde donde promete que seguirá diciendo «que me manqué, que orbaya y que la sidra no se bebe a sorbinos».

El caso de miles de asturianos es justo el contrario. Han tenido que dejar la región, en muchos casos para encontrar un trabajo y un futuro lejos de su tierra natal. Para ellos, hoy es un día de morriña para 138.252 asturianos porque, dentro de esa abultada cifra, se esconden miles de historias y de sueños que no pudieron cumplirse entre nuestras fronteras. En todos los continentes y en casi cualquier país, cada 8 de septiembre ondean las banderas de Asturias para celebrar, cada uno donde esté, que sus raíces siguen bien ancladas, pese a la distancia. Es el caso de León Daniel Fernández, a quien, en su estudio de alfarería de Cracovia, se le escapa una lágrima al recordar «la identidad, el amor y la tolerancia» del Principado.

Ese emotivo llanto saldrá de unos cuantos ojos más porque Nicolás González, en Oslo, recuerda lo mucho que disfruta «viviendo las costumbres asturianas con mi gente». Y Raquel Fernández, desde Andorra, saca hoy la bandera patria al balcón, mientras Alejandro López la pasea con orgullo por las calles londinenses. Como los asturianos que residen en el Principado, ellos también encuentran la manera de celebrar el Día de Asturias.

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