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O. VILLA
GIJÓN.
Jueves, 8 de septiembre 2022, 01:15
En la que probablemente sea la situación socioeconómica más compleja para Europa desde el final de la II Guerra Mundial, llega la celebración del Día de Asturias en el que se cumplen 1.300 años de uno de los mitos fundacionales del que fuera Reino ... de Asturias, la batalla de Covadonga. El presidente del Principado eligió dar su discurso del Día de Asturias con el fondo de la cuevona de Covadonga, tocando la fibra más sensible de un patriotismo, el asturiano, sin aristas nacionalistas, tratando así con su mensaje de congregar a todos a una tarea dura y conjunta no ya en lo que queda de legislatura -se le antoja poco tiempo a Barbón, que hizo un repaso a los condicionantes negativos y poco previsibles que sufrió desde 2019, con «la pandemia, la escasez de materias primas, el horror de una nueva guerra en Europa y el retorno de una inflación desbocada»- sino en los próximos años, la tarea de «la construcción del porvenir».
Por lo pronto, Barbón, que empleó el castellano, el asturiano y el eonaviego en su discurso, sacó pecho de los logros de su Gobierno, tanto en la gestión de la pandemia como en la recepción de refugiados ucranianos y en la evolución del mercado laboral («pese a la continua sucesión de dificultades, el Principado cuenta hoy con más personas trabajando y menos desempleadas que al principio de la legislatura»).
En esta situación y, «dentro de poco», el presidente indica que «mi gobierno volverá a buscar un acuerdo presupuestario con los grupos parlamentarios. Coherente con la orientación social y progresista de todo el mandato, ese proyecto responderá a unas prioridades muy definidas: reto demográfico, juventud y diligencia en la ejecución de los fondos europeos» como «metas inaplazables». De hecho, Barbón asume que Asturias «probablemente sume hoy menos de un millón de habitantes», lo que de por sí no es un problema grave, pero sí que lo es cuando la tasa de mortalidad triplica la de natalidad y cuando la pirámide demográfica está completamente invertida respecto a la que mostraría una sociedad socioeconómicamente sana.
Como parte de la solución a esto, Barbón apuntó a la juventud y a que «la solidaridad entre generaciones que fundamenta nuestro Estado de bienestar exige que prestemos una especial atención a sus demandas de formación, empleo y vivienda. Ninguna sociedad avanzada que se precie puede sentirse a gusto consigo misma cuando la emancipación, el derecho a una vida autónoma, se convierte a un auténtico desafío para sus jóvenes».
Al margen de cómo se desarrollen las negociaciones presupuestarias, el presidente advirtió de que «vendrán meses duros, complicados, donde notaremos con crudeza el impacto de la inflación y de los problemas energéticos derivados de la agresión rusa a Ucrania», circunstnacias en las que «Asturias no puede dar la espalda a los demás países de la UE».
Por eso, «nuestra tradición europeísta y solidaria requiere que sepamos compartir los esfuerzos para ahorrar energía al mismo tiempo que continuamos avanzando en la modernización económica y robusteciendo la sanidad, la educación y los servicios sociales». Es más, en esta situación, «la cercanía de las elecciones no puede desnortarnos». Los debates «no deben prevalecer sobre la atención a los problemas reales, concretos y dolorosos de las personas. Quien no sepa entenderlo estará defraudando a la ciudadanía».
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