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ELENA RODRÍGUEZ / OLGA ESTEBAN
Martes, 22 de septiembre 2020, 01:24
Asturias arranca hoy el curso escolar más difícil. 63.929 alumnos de Infantil y Primaria regresan a las aulas, que abandonaron en marzo. Lo hacen doce días después de lo previsto, cuando los escolares de toda España llevan ya unos días de ventaja. Lo hacen en un momento de malas cifras de contagio, aunque la región mantiene la mejor situación del país, y en un ambiente que ha estado muy crispado en las últimas semanas en la comunidad educativa. Pero los mensajes se calmaron ayer. Es el momento de abrir los brazos y las aulas para recibir a los pequeños, aunque sea tras las mascarillas, y lanzar mensajes de tranquilidad. En eso se afanaron ayer los equipos directivos y docentes de toda Asturias, mientras en las miles de aulas de todos los concejos se vivía una actividad frenética para que a primera hora de hoy no falle nada. Han trabajado duro, dicen, para que todo esté listo, y lo está. Pero necesitan otra cosa: la colaboración de las familias. «Nuestra confianza en ti. Tu confianza en nosotros. Una nueva escuela distinta y distante, pero cálida y amable como buena escuela. Un nuevo reto que alcanzaremos hasta que llegue la normalidad añorada». Maxi Marín, director del colegio público Tremañes, en Gijón, resume el sentir de muchos.
«Sed muy respetuosos con los protocolos del colegio», pedía la directora del Jovellanos, Yolanda López Fueyo. «Si se siguen las normas, que son muy sencillas, no habrá ningún problema», añade Teresa H. López, del Castillo de Gauzón (Raíces, Castrillón). David Artime, del Llaranes (Avilés), secunda a su compañera, pidiendo «responsabilidad individual», convencido que «lo que pueda entrar en el centro vendrá de fuera». «No os aglomeréis en las entradas», «sed extremadamente puntuales», «que un solo adulto acompañe a cada niño», pedían en distintos mensajes los directores. Eso, además de insistir en la obligación de comunicar cualquier sospecha, de no llevar a los niños al colegio ante cualquier síntoma y de extremar los cuidados de higiene. La responsabilidad de las familias pasa también por otras peticiones como que los niños con pelo largo lo lleven recogido y que nadie lleve anillos ni pulseras, por ejemplo. «Aseo diario, y uñas cortas y limpias», piden en el colegio Clara Campoamor de Riaño (Langreo). Pero, ante todo, la responsabilidad pasa por llevar a los alumnos a clase. Frente a las dudas que algunos siguen mostrando, los colegios recuerdan e insisten: la asistencia es obligatoria. «Las familias saben que estamos haciendo todo lo posible y lo imposible para que el cole sea un lugar seguro, pero los miedos son muy humanos», admitía la directora del colegio Príncipe de Asturias, Violeta Menéndez.
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Sea como fuere, esta es la nueva escuela y hay que «normalizar» la situación, las mascarillas, el gel, la distancia y las reuniones telemáticas; normalizar el registro de entrada, la señalización de aforos, el material no compartido, los pupitres vacíos al final de la jornada y los patios divididos en colores; normalizar las huellas y las flechas en los pasillos, las salas de aislamiento y el termómetro. «Hemos trabajado todo el verano para que todo vaya bien», insisten los profesores del Peña Careses, de Pola de Siero.
Para todos ellos el presidente del Principado tuvo ayer palabras de ánimo y de reconocimiento. Habrá que normalizar también unas clases de Música y de Educación Física distintas. Como las del Santa Olaya, de Gijón, donde cada niño tendrá su propio balón y su profesor ha dividido todo el material por aulas, que intercambiará (previa desinfección) una vez al mes. Los docentes de la materia ya han advertido a las familias de que el primer trimestre será de «baja intensidad». Toca reinventarse también en esto.
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Muchos colegios, como el Sagrada Familia de El Entrego, han optado por elaborar vídeos para que los alumnos tuvieran claro con antelación cómo se ha organizado el centro. La imaginación ha sido protagonista. Centros que han optado por pañoletas de colores para distinguir los grupos burbuja en el recreo tras el comedor (como en el Miguel de Cervantes de Gijón); los que han reutilizado los planes de educación vial para elaborar la señalización (como en el poleso Celestino Montoto), repleta ahora de cedas, Stop y rotondas donde no faltan las 'esculturas': los güevos pintos. La imaginación ha llegado incluso a las entradas y salidas: en Llanera, el colegio público de Lugo, ha organizado actividades lúdicas para que los alumnos que lleguen a pie no coincidan con los del transporte escolar.
Información elaborada con la colaboración de Cristina del Río, Juan Vega y Marta Varela
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