GLORIA POMARADA
EL CARMEN (RIBADESELLA).
Jueves, 29 de julio 2021, 01:33
Fue un acto sencillo e íntimo, como era su voluntad. No hubo muchedumbres ni acumulaciones de flores, pero pese a la sobriedad de la ceremonia, el dolor por la pérdida de Menchu Álvarez del Valle era ayer palpable en el cementerio de El Carmen. ... Ese pequeño camposanto de la zona rural de Ribadesella fue el elegido por la célebre periodista radiofónica para su sepelio, pues allí descansaban ya su esposo, José Luis Ortiz, y su hija Cristina, fallecidos en 2005 y 2001, respectivamente.
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Al acto acudieron poco más de una decena de familiares y allegados, entre los cuales no pudieron estar su nieta, la Reina Letizia, ni sus bisnietas, la Princesa Leonor y la Infanta Sofía. Poco antes de las 10.30 horas, su círculo más cercano comenzaba a llegar al cementerio de El Carmen y minutos después, al filo de las 10.45, lo hacían sus dos hijos, Jesús y Henar Ortiz. Les acompañaban en tan duros momentos la esposa del primero, Ana Togores, y Claudia González, hija de Henar Ortiz. No faltó tampoco Marisol Álvarez del Valle, hermana de Menchu y también reconocida profesional de la radio.
Una vez que el féretro llegó al camposanto, su entorno asistió a un breve responso, a cargo del párroco de El Carmen, José Ramón Fernández. Tal y como Menchu Álvarez del Valle había pedido, su último adiós no estuvo rodeado de ramos y coronas, pues como ella misma solía contar a sus amigos, prefería que el desembolso se destinase a fines solidarios. De ese modo, las únicas flores que ayer lucieron en El Carmen fueron las portadas por su hija y su hermana. Henar Ortiz acudió al camposanto con un sencillo ramillete de hortensias, mientras que Marisol Álvarez del Valle optó por un ramo de mayor tamaño, en tonalidades blancas y lilas. Ambos fueron depositados junto a los nichos de Menchu y su hija Cristina, situados uno al lado del otro.
Entre muestras de cariño y emoción, el acto de despedida se prolongó hasta pasadas las once de la mañana, cuando sus familiares partieron de El Carmen sin hacer declaraciones. Juntos pusieron rumbo a la casa familiar de Sardéu, situada a apenas tres kilómetros, y allí permanecieron a lo largo de la mañana.
El fallecimiento de la abuela de la Reina, este lunes a los 93 años, coincidió con el viaje oficial del Rey Felipe VI a Perú, donde asistió a la toma de posesión del presidente Pedro Castillo. A la ausencia de la Familia Real se sumó la de su nieta Telma Ortiz, embarazada de su segundo hijo, y la de su bisnieta Carla Vigo, hija de la fallecida Érika Ortiz. La joven sí compartió públicamente un mensaje de despedida en sus redes sociales, que rezaba: «Cuando alguien a quien amas se convierte en un recuerdo, el recuerdo se convierte en un tesoro».
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Menchu Álvarez del Valle, nacida en Santander en 1928, era ya una figura destacada mucho antes de convertirse en la abuela de la entonces prometida del Príncipe de Asturias. Su carrera en la radio, que desarrolló siempre en la región por voluntad propia, comenzó siendo muy joven, en Radio Asturias. De esa emisora pasó a Radio Oviedo, La Voz del Principado, Radiocadena Española y Radio Nacional de España. En total, 42 años de andadura profesional durante los cuales ejerció tanto de locutora como de creadora de espacios radiofónicos. Además del reconocimiento de sus oyentes, cosechó premios como la Antena de Oro, que obtuvo en 1974 y 2004; el Premio Nacional de Radio en 2013 y el Premio de Honor de la Asociación Clúster de la Industria Creativa, Cultural y Audiovisual (ACICCA) en 2019.
Más información del fallecimiento de un referente de la radio asturiana
L. RAMOS / G. POMARADA
M. F. ANTUÑA
Prejubilada en 1990, decidió junto a su marido, José Luis Ortiz, disfrutar del retiro en el pueblo de Sardéu, donde habían adquirido una casa en los años ochenta. Pese a su merecido descanso, nunca quiso ser una jubilada al uso y en estos últimos años mantuvo viva su inquietud por la cultura y la actualidad. Parte fundamental de ese impulso intelectual que mantuvo hasta sus últimos días fue la tertulia femenina El Garabato, de Ribadesella, donde sus compañeras la lloran, como tantos en Asturias. «Se nos va una mujer culta y entrañable», decían. Una mujer que rehusó la etiqueta de 'abuela de' e hizo gala hasta el final de su fortaleza e independencia.
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