Ribadesella llora a una de sus vecinas más «queridas y carismáticas»

En ese inmueble, adquirido en los años ochenta y del que le enamoraron «sus vistas», según explicaban ayer los vecinos a este periódico, disfrutó de la calma que confiere la jubilación en un entorno rodeado de mar y montaña, pero sin renunciar al estímulo de la cultura y la participación en la vida social del municipio. Desde hace más de una década formaba parte de la tertulia femenina El Garabato, a la que accedió haciendo gala de la discreción que tanto priorizaba. Creado en 2009, al grupo ingresó poco después, tras «esperar un tiempo prudencial», explicó la también integrante Estela Rosete. Nunca quiso eclipsar el proyecto por ser la abuela de la Reina Letizia, «no quería notoriedad» y «nosotras la queríamos por ser ella misma, lo de su nieta surgió», recordó su compañera. Una de las múltiples anécdotas que de ella guarda en relación a la actual Reina es que, antes de pasar a formar parte de la Familia Real, cuando Letizia ejercía como periodista, Menchu Álvarez del Valle fue invitada a pregonar unas fiestas de carnaval en Ribadesella. «Puso una condición, que para las de verano llamásemos a su nieta», contó Rosete.

En El Garabato llegó a convertirse en un «pilar muy importante», «siempre estaba pendiente de todo y la palabra acertada era la suya». Junto a sus compañeras debatió durante años sobre una enorme variedad de temas, desde literatura a desarrollo rural, alimentación e incluso lo que el Descenso del Sella supuso para la comarca oriental. En 2011 se atrevió incluso con el teatro y se subió a las tablas de la Casa de Cultura para encarnar a la señora Loman de 'Muerte de un viajante', de Arthur Miller. Dos años después, prestó su preciada voz radiofónica a la promoción de la villa de Ribadesella, ya que locutó el el mensaje inicial de la audioguía que se puede escuchar en el comienzo del paseo de la Grúa. «Anécdotas tenemos todas las del mundo, cuando cumplió los 90 hicimos una fiesta sorpresa y le prestó muchísimo, disfrutó al máximo», recordó Rosete.

También en la pequeña aldea de Sardéu recordaban ayer a Menchu Álvarez del Valle con cariño. «Siempre fue muy simpática y amable con todos, le encantaba estar con la gente e incluso pasaba a tomar el café con los que no residimos aquí todo el año», señalaban los propietarios de una casa de veraneo próxima a la de la abuela de la Reina. Otro vecino del lugar recordaba con una sonrisa cómo Letizia la visitaba siendo solo una niña. «Lo pasaba estupéndamente por el pueblo», señaló, e indicó que hace tan solo unos días vio pasear a Menchu por los caminos de Sardéu acompañada por su hija Henar, quien se había trasladado a vivir con ella para cuidarla.

Si bien sus amigos y vecinos más cercanos fueron conscientes de cómo su estado de salud se había vuelto delicado en los últimos tiempos, todos ellos recuerdan la vitalidad que la abuela de la Reina destiló casi hasta el final. «Este año apenas venía, pero el pasado verano todavía la veíamos cada poco», rememoraba Ángel Ampudia, de la confitería Nerian, junto a la playa riosellana. «Aparcaba el coche y entraba, con sus perrinos, a tomar un descafeinado o un té y a charlar un rato, era un auténtico cielo de persona y muy carismática, por eso todos en Ribadesella la queríamos tanto», recalcó, sumamente apenado por la pérdida de su amiga. Amante del dulce, todavía esta semana le encargó a su hija que le llevase unos pasteles de los que ella misma solía comprar para su nieta.