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Doña Letizia abraza a su abuela en la visita de los Príncipes a Ribadesella en 2007. PAÑEDA

Una abuela cercana y siempre cerca

Al lado de doña Letizia. Desde Sardéu a Palacio, Menchu Álvarez del Valle estuvo junto a su nieta en los momentos claves de su vida. Derrochaban complicidad y amor

M. F. ANTUÑA

Miércoles, 28 de julio 2021, 03:50

Una abuela es una abuela. Y siempre está para los nietos a las duras y a las maduras. Pero no todas logran inocular en vena el amor a la profesión propia a los hijos de sus hijos. Y Menchu Álvarez del Valle traspasó a su nieta Letizia ese gusto por el oficio de informar, de contar con buen tino lo que pasa en el mundo. La complicidad y el amor estaban ahí desde el principio y luego la vida y el papel que la nieta que un día fue pregonera de las fiestas de Ribadesella y salía por la tele habría de asumir, primero como Princesa de Asturias y después como Reina de España, las mantuvo unidas, próximas, cercanas.

Al poco de hacerse público el compromiso oficial de don Felipe y doña Letizia en 2003, un pequeño pueblo llamado Sardéu llenaba las páginas de los periódicos. Doña Letizia y don Felipe, aún novios, acudían a visitar a los abuelos de ella. Y en esa sonrisa de Menchu se advertía el orgullo, se revelaba esa relación especial. Desde ese momento, nunca dejó de estar. En la lluviosa boda en el Palacio Real de Madrid, en el nacimiento de la Princesa Leonor y la infanta Sofía, en el momento más duro de su vida, cuando decía adiós a otra nieta, Erika, y habría de consolar a dos absolutamente inconsolables... Siempre en su segundo plano, siempre próxima pero manteniendo las distancias, siempre atenta y amable al extremo con sus colegas los periodistas, pero sabedora de que se debía a ella, a la primero Princesa y luego Reina, que la discreción debía ser enseña.

La sonrisa de Menchu está en el álbum de la familia real, sosteniendo en sus brazos a sus biznietas, posando junto a los reyes eméritos, don Juan Carlos y doña Sofía, su hijo Jesús y su ex nuera Paloma Rocasolano en la Primera Comunión de Leonor. Siempre a su vera y cómplice. Y la mayoría de las veces, sin fotógrafos de por medio, estando simplemente, siendo un apoyo, un baluarte en la vida de una nieta llamada a ser parte de la Historia.

No ha faltado nunca tampoco a sus compromisos con la Fundación primero Príncipe y después Princesa de Asturias. Incluso el día en que en 2015 Correos dedicó a la Leonor un sello que reproducía su retrato enmarcado en la emisión dedicada a los Premios Princesa, que por primera vez llevaban a ese nombre, se dejó ver y fotografiar con orgullo infinito. Pero sobre todo, en el Teatro Campoamor ha sido sido cara habitual que ha paseado elegancia y discreción por el patio de butacas para aplaudir a su nieta, para verla vivir momentos únicos y emotivos y asumir retos en su particular camino por la vida. También la arropó, y aplaudió a su biznieta, en la que fue la primera visita al Principado de Leonor, cuando en septiembre de 2018 asistió a la celebración de los 1.300 años del inicio de la monarquía asturiana y los centenarios de la coronación canónica de la Virgen de Covadonga y de la inauguración del Parque Nacional de los Picos de Europa. Aquel día de Asturias fue una jornada histórica y ella estuvo allí, con el bastón, ya con algunos problemas de movilidad, pero dispuesta a poner de nuevo su rostro cordial, acogedor, afable para apoyar a la familia. La mujer de radio era solo entonces una abuela orgullosa y feliz de ver a los suyos crecer en todos los ámbitos de la vida.

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