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El bloc del cartero

Solos

Lorenzo Silva

Viernes, 13 de Diciembre 2024, 10:33h

Tiempo de lectura: 7 min

Alguien ha calculado, nos cuenta un lector, la merma del PIB que más pronto que tarde nos traerá el hecho de que en sociedades como la nuestra apenas tengamos hijos. Hay otro impacto que ya empieza a verse, y que tiene que ver con la soledad que cada vez asedia a más personas. De ella, nos sugieren otros dos lectores, entre ellos el autor de la carta premiada, se nutre el individualismo airado que a diario vomita sus bilis en esas redes sociales que cada vez tienen más de maraña y menos de espacio para socializar. La intolerancia del siglo pasado se exasperó en la calle, donde los pescadores a río revuelto salían a aturdir a las masas. Hoy se riega y se distribuye por circuitos virtuales, y quienes la absorben y difunden son gente sola arrellanada en su sillón. No está claro que eso la haga más inofensiva.


LAS CARTAS DE LOS LECTORES

Red de redes

No podía ser más adecuado el nombre: redes sociales. Lo malo: tienen mucho de red y poco de social, porque parecen inducir a lo contrario, a un individualismo enfermizo. Sin duda, se han diseñado para atraparte y captar tu atención el mayor tiempo posible, ¡y vaya si lo logran! Atrapados en todo el mundo. Da igual a qué país mires y, más asombroso aun, en todas las generaciones. Todos en las malditas redes como zombis. Nos imagino como ese gran banco de peces en una gigantesca red de pesca. Una lástima. Quizá aún estemos a tiempo.

 Alberto (Oviedo)


Ministerio del Futuro

A menor natalidad, menor fuerza laboral futura. Lo confirma un informe del Deutsche Bank para los próximos 25 años. Alemania, Italia, Japón y España, entre otros, pierden población laboral entre 2025 y 2049. Y ello condicionará por igual el PIB y los rendimientos financieros. España, dice el estudio, perderá casi 8 millones de personas en edad laboral en 2050. Alemania hace ya tiempo que avisa que en la década de 2030 tendrá 7 millones de trabajadores menos. Japón ha pasado de representar el 48 por ciento del PIB de Estados Unidos en 2000 a menos del 15 actual, por su débil demografía. El estudio señala que el crecimiento de la población está relacionado de forma positiva con el aumento del PIB per cápita: uno de los indicadores más importantes que mide la prosperidad. La IA es la herramienta a la que se aferra el estudio, para tener esperanzas. Con estos datos, más precisos, llueve sobre mojado. ¿Qué están haciendo las instituciones públicas? ¿Necesitamos un Ministerio del Futuro? Menos escándalos políticos, más transformaciones educativas y nuevas formas de gobierno ante la avalancha que viene. Como las alertas de emergencias, este estudio debería llevarnos a una reflexión sobre lo que llega mañana.

Pedro Marín Usón. Zaragoza


Que una 'app' me ayude

Otra vez lo encuentro en el suelo a las tres de la mañana sin poder levantarse. Le oí farfullar desde mi cama. Pero ya no puedo con él; tengo el hombro deshecho de intentarlo. Y él nada comprende. Gracias que no se quitó el pañal. Con gran dolor de mi corazón tuve que llamar a los bomberos. Por suerte, en lo que les explicaba la situación, logró incorporarse como para empujarlo a la cama. Mi hijo me dice que utilice una grúa eléctrica con un mando y un cinturón que se ajusta por debajo de las axilas para izarlo. Pero hay que agacharse y no estoy ya para ello. ¡Cumpliré 83 años y él, 88! Lo peor es que me quedo desvelada y luego debo arrear con él todo el día, y él no para. A ver si le dan plaza en la residencia porque acabará conmigo. Y sin mí, ¿quién se encargará de él? Pero, claro, los políticos están muy ocupados en el dizque verdadero político. Si domotizo la habitación, ¿solucionaré el problema? ¿O con una app será suficiente?

Cintia Palenzuela. Hendaya (Francia)


Los hombres sin alma

Hace poco, un gran amigo, me comentó que cree que hay hombres y mujeres (personas) 'sin alma'. Habiendo estudiado en colegio de monjas, siempre tuve la creencia de que, al morir, nuestra alma inmortal iría al cielo o al infierno, en función del comportamiento que hubiéramos llevado a lo largo de nuestra vida. Sin embargo, y desgraciadamente, tengo la casi completa seguridad de que esas 'personas' existen. Esa gente que disfruta con el dolor producido a los demás, con razón o, la mayoría de las veces, sin ella. No importa la razón, es muy subjetiva y no obliga al maltrato. Pero disfrutan, no sienten remordimiento alguno. A propósito del día de 'La eliminación de la violencia sobre las mujeres', no puedo evitar expresar lo que siento. He leído en la prensa que siete mujeres (con su alma correspondiente, blanca, pura, o no tan pura, no importa, pero con alma) fueron asesinadas este año en La Rioja. ¿Por qué? No hay un por qué razonable que explique o justifique semejante acción. Acuchilladas, golpeadas, asfixiadas. Delante de los hijos o a solas, rodeadas del 'sin alma' en ese momentáneo anonimato o a plena luz del día. ¿Quizá estando hartas ya de palizas, de vejaciones, de malos tratos psicológicos, muchas veces hasta de violencia vicaria, amenazas… se vieron forzadas a escapar, forzadas a encontrar una vida mejor, para ellas y para sus hijos? Huir. Es la única palabra que resonaría en su cabeza. No sirvió de nada. Alguna volvió, quizá por pena, por amor… no importa. Otras fueron abordadas en la calle, en la soledad de una casa vacía, otras delante de sus hijos…  Poco homenaje es el que se hace al que se ha ido. Los homenajes, los besos, las caricias, las palabras bonitas, justas, debemos hacerlas y darlas cuando nos oyen. No cuando algún 'sin alma' nos las ha arrebatado. Mi más cariñoso recuerdo, ya, para Cristina, Mónica, Teresa, Ximena, Tanta, Vanesa, Salwa y tantas y tantas otras. Va por vosotras, por vuestras familias y por vuestros hijos, que no repitan lo que vieron hacer a sus progenitores. Ojalá sean las últimas.

Rosa Mª López García. Lardero. La Rioja


Quiero recordar

Dejadme recordar ahora que puedo. Desde la remembranza vivo la crónica de mi vida, como el rio recorre su curso hasta el mar. Hoy, la edad nos roba lentamente la memoria del tiempo pasado. Los pasajes de nuestra vida ya no vuelven, no se repiten y sólo nos queda la emoción de su recuerdo. El primer beso, la primera promesa, la escuela, el primer amigo y todos los sueños de juventud forman parte de un ayer que debe ser inolvidable. Dejadme recordar porque todavía no es tarde. Si dejamos atrás los imborrables momentos vividos, el tiempo no debe arrastrarnos hacia ningún olvido. Pero la edad, maldita edad, perversa e implacable, ya me traiciona con dudas y vacíos, negándome los matices de la amistad y el amor. Dejadme recordar aquellos años de niño, compañero y amigo, travieso e inconformista que hizo de la vida un sueño y que todavía tiene pendientes besos y abrazos prometidos. Hoy la desmemoria empieza a arañar los secretos de un pasado y el libro de la vida ya tiene líneas en blanco. Quiero recordar las flores, los árboles, las montañas. También las manos, los sonidos y aquellos ojos verdes que brillaban bajo los cabellos rubios, entre cantos de amistad y sueños de amores juveniles. Dejadme recordar la casa, al vecino, al maestro, pero sobre todo a los seres queridos que ya no están. Que no olvide tanta vida compartida. A veces ya no sé el nombre ni la fecha ni el momento. Me duele que la vida empieza a ser borrosa. Por ello, antes de que mi mente sea causa de mi nada, dejadme recordar. Hoy todavía puedo contar, entre alegría y nostalgia, aquellas historias de amigos y amistad, de compañeros y compañías, de a quienes quise y quienes me quisieron. Gracias antes de que se apague el recuerdo. Que no, que la oscuridad no me abrace, aunque la presiento cercana. Dejadme recordar los colores, las palabras, las canciones. Tal vez pronto ya no pueda. Aprovecho las últimas luces para ser feliz con el imaginario de aquellos dichosos años. ¿Por qué olvidarlos? Algún día, sin darme cuenta, mi mente quedará en silencio, o errará en el relato. Pero mientras llega el punto final, dejadme recordar. Duelen el olvido, el silencio, la soledad. Llora el alma, pero mientras lucho por no olvidar, dejadme recordar.

Jesús Añaños Vinue


LA CARTA DE LA SEMANA

La soledad

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+ ¿Por qué la he premiado?

Porque urge que volvamos a ver al otro, de veras y no a través de espejos deformantes.

Decían que las catástrofes unen más a las personas y que obtienen lo mejor del ser humano: ficción. Con la covid, estalló el odio. En la tragedia de Valencia, desde el segundo día, afloraron las dos Españas. Mientras miles de personas ayudaban y se solidarizaban con las víctimas, otros intentaban y conseguían, con noticias falsas, acaparar el caos, para su propio beneficio. ¿Habrá algo más miserable? El individualismo está transformando a la sociedad en más extremista. Creo en los míos, por encima de que sean verdades o mentiras sus afirmaciones. Porque, si no, me siento marginado y solo. Y el miedo a esa soledad forma rebaños y 'amigos' fingidos en torno a un teléfono móvil; caladero de todos los bulos. Buscando en la pantalla lo que no somos capaces de ver en nuestro entorno.

 Rubén González González. Correo electrónico