Hijos

Docentes, en el punto de mira

No podía ser más adecuado el nombre: redes sociales. Lo malo: tienen mucho de red y poco de social, porque parecen inducir a lo contrario, a un individualismo enfermizo. Sin duda, se han diseñado para atraparte y captar tu atención el mayor tiempo posible, ¡y vaya si lo logran! Atrapados en todo el mundo. Da igual a qué país mires y, más asombroso aun, en todas las generaciones. Todos en las malditas redes como zombis. Nos imagino como ese gran banco de peces en una gigantesca red de pesca. Una lástima. Quizá aún estemos a tiempo.

 Joaquín García Andrés. Burgos

Carta a mi nieto Roi

Querido Roi. Acabas de llegar a este mundo hermoso y complejo. Con el paso del tiempo, en el camino de tu vida, descubrirás su contenido. Observarás que la inteligencia artificial y los robots serán elementos cotidianos. Pero también descubrirás que la Inteligencia Natural es necesaria. La Inteligencia Emocional te proporcionará la ternura y el amor y descubrirás que una caricia puede ser más importante que un bit en la búsqueda de la felicidad. Querido Roi: que crezcas rodeado de amor y bondad. Tu abuelo Paco.

J. Barón Duarte. A Coruña

Los hijos

Todos somos hijos de alguien, muchos no hemos tenido el privilegio de tener unos padres que lucharan por nosotros, ya que nos abandonaron, otros fallecieron y otros no se preocuparon. El caso es que, ahora que nosotros tenemos hijos, a veces nos sentimos vacíos a pesar de dar la vida por ellos, de dejarnos la piel para que no les falte nada, para que, dentro de la familia humilde, el esfuerzo de los padres les permita estudiar una carrera. Y si te preocupas demasiado se sienten dominados. Por favor, abrid los ojos, que padres solo hay unos y cuando se van no vuelven.

Mercedes Malo Moreno. Zaragoza

+ ¿Por qué la he premiado?

Porque acaso el magisterio sea eso: darlo todo para al final sentir que has recibido.

Me he encontrado con tres exalumnos. Qué alegría oír de nuevo «¡proofee!». Sentí que también les alegraba volver a vernos. Llevo tres años jubilada, y el primero me costó vivir sin horarios y, sobre todo, sin esas risas compartidas, esos momentos de aprendizaje que tanto nos unían. Soñaba incluso que llegaba a clase de 'mis niños', pero algo me impedía abrir la puerta del aula y entonces lloraba y… despertaba. Una amiga, profesora también, me decía: «Eso es porque tenías vocación». Sí. Es una de las profesiones más gratificantes. Y no todo era maravilloso: había días en que no todos entendían o debías enfadarte por algo. Pero merecía la pena. Muchas veces pienso si les quedará algo de lo aprendido en esos años; yo sí he aprendido con ellos. Sentí a su vez una inmensa emoción al escuchar que han elegido ser también profes. «¡Qué bien!», pensé. «¿Habré sido un poco influencer?». Hoy yo podría ser su alumna. ¡Cuánto aprendería! ¡Cuánto me enseñarían! ¡Qué huella habéis dejado en mí!

 Celeste Pérez. Gijón

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