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El bloc del cartero

Franco

Lorenzo Silva

Viernes, 24 de Enero 2025

Tiempo de lectura: 5 min

No volverá porque el pasado no regresa, si acaso se remeda o se parodia, y porque, como ya advirtió hace unos cuantos siglos el griego, nadie se baña dos veces en el mismo río. Sin embargo, en este 2025, y gracias a la iniciativa gubernamental, sí que van a volver el recuerdo y el escrutinio de su figura, aunque se afirme que el propósito es más bien festejar lo que empezó a existir en su ausencia. Como apunta un lector, no está de más no olvidar, incluso es una exigencia para entender mejor el presente y afrontar algo menos ciegamente el futuro. La duda surge en torno a la conveniencia de poner en el vértice de la conmemoración de las libertades a quien justamente se las negó durante cuatro décadas a sus compatriotas. Si la intención es reivindicarse contra él, el efecto adverso es devolverlo al centro de la pista.


LAS CARTAS DE LOS LECTORES

¿Qué necesidad hay?

Quiero recordar a mis padres como unas personas que, desconociendo todas las técnicas pedagógicas modernas, educaron bien a sus cuatro hijos. Evitando siempre que nos metiéramos en líos y no hablando de cosas que no se pudieran oír, «que las paredes oyen», decían. Eran otros tiempos, preconstitucionales. Yo era joven y aún no entendía tanto silencio. Lo entendí mejor a la muerte del Caudillo. Entonces se habló todo lo que se había callado durante años. Fueron tiempos difíciles en los que todo el mundo tuvo voz… y voto. Y se construyó algo mejor, o más al gusto de la mayoría. Y ya está. Se acabó. El tiempo pasado reposa en los libros de Historia, que es donde debe estar. Si alguien quiere o necesita saber sobre el pasado y sus personajes, pues ahí lo tiene, puede consultarlo todo; ahora sí se puede, sin censuras. Entonces me pregunto: ¿qué necesidad tenemos de evocar, rememorar, procesionar la figura de Franco por el cincuentenario del óbito? ¿No hemos tenido suficiente Franco ya en este país? ¿No tenemos mejores cosas que hacer? No esperaba que fuera precisamente un gobierno de izquierda quien propusiera la celebración de hasta ¡cien actos! en el presente año para… ¿para qué, concretamente? Miremos al futuro, arreglemos el presente, pero dejemos el pasado enterrado en los libros de la Historia, sin olvidarla.

Leonardo Martínez Expósito. Zaragoza


Reflexión y acción

La tragedia de nuestra civilización se centra en el desequilibrio que produce la supuesta calidad de vida y la esclavitud que padece el individuo para sustentar todos los bienes de consumo, sin los cuales se le presenta el triste fantasma del fracaso. La humanidad se aleja del uso correcto de la razón, y la paz no se está basando en la moralidad y el crecimiento espiritual. Padecemos de insuficiencia de principios, y todas las civilizaciones han fenecido por esta causa. El mundo precisa una reacción. Cada mínimo cambio en nuestra actitud solidaria es un eslabón que va configurando la sólida cadena motriz en el engranaje que precisa la justicia; siempre se puede hacer algo cuando se toma conciencia. Son los hechos los que hacen al ser humano, y no sus palabras. Nuestra existencia es más bella cuando reflexionamos y, al dejar de hacerlo, nos empobrecemos. Reflexión y acción se complementan para avanzar en el camino de la justicia. Los valores que se generan pasan en perpetuo movimiento de una a otra generación. Respecto a la ética, el momento correcto para actuar no es mañana, sino ahora. No basta con saber, debemos aplicarlo. No basta con querer, debemos hacer cuanto nos dicte la conciencia, sin renunciar a la iniciativa que ha de brillar desde la cuna hasta la tumba.

Rafael Blasco García. Pamplona


Un cuerpo físico

Imagina a una persona que ha permanecido encerrada en una biblioteca inmensa sin ventanas toda su vida. Ha leído todos los libros del mundo y conoce todo sobre los animales, pero nunca ha acariciado a un perro; sabe la receta de cualquier postre, pero nunca ha probado una buena tarta de queso; conoce todas las constelaciones, pero nunca ha contemplado las estrellas. Un día, a esa biblioteca le hicieron una ventana que daba a un lago y por fin pudo ver el cielo, la hierba y el agua. Pero nunca había salido fuera. Imagina que llega un día en el que por fin puede abrir la puerta de la enorme biblioteca y puede sentir la hierba bajo sus pies, la brisa en su rostro y el olor de las flores. Puede acercarse a los ciervos y acariciarlos, bañarse en el lago y, en definitiva, interactuar con el mundo físico. Así es como yo me imagino que será, cuando la IA sea colocada en un cuerpo físico. Y bien, ¿qué pasará entonces? ¿Está la humanidad preparada? ¿Y tú, estás preparado?

Francisco José Cortés Delgado. Murcia


Un simple cálculo

España afronta un desafío estructural que merece atención urgente: el equilibrio entre las pensiones de nuestros jubilados y las aportaciones económicas de los nuevos contratos laborales. Según los datos más recientes, la pensión media de jubilación en 2024 asciende a 1.445,75 euros mensuales, lo que supone un coste anual de más de 17.300 euros por persona para la Seguridad Social. En contraste, los nuevos contratos, incluso aquellos con salarios alineados al promedio nacional, generan unas cotizaciones sociales de aproximadamente 10.200 euros anuales. Este simple cálculo refleja un desequilibrio preocupante: se necesitan al menos 1,7 nuevos contratos con salario medio para sostener cada pensión. La solución no puede limitarse a fomentar la creación de empleo. Es imprescindible garantizar que los nuevos contratos sean de calidad, con salarios que reflejen el coste de vida y aportaciones significativas al sistema. Asimismo, urge una reforma estructural de las pensiones que permita su sostenibilidad sin comprometer la dignidad de nuestros mayores y el valor de las cotizaciones realizadas. Resulta paradójico que las empresas busquen técnicos cualificados con salarios elevados y no los encuentren, porque el sistema educativo no ha generado esta formación. ¿Por qué no existe un debate serio en las instituciones públicas sobre el riesgo que supone el envejecimiento de la población? El tiempo apremia…

Pedro Marín Usón. Zaragoza


LA CARTA DE LA SEMANA

Los consejos de Cicerón

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+ ¿Por qué la he premiado?

Porque no sobra, de cuando en cuando, encadenar algunas preguntas incómodas.

El otro día volví a casa escuchando el pódcast Locos por los clásicos, el episodio en el que Emilio del Río comentaba De officiis, de Cicerón. A través de esta obra, Cicerón quiere trasladar a su hijo los deberes y virtudes del buen ciudadano. Aunque el texto se dirige especialmente a cargos públicos, ofrece útiles consejos para todos. El buen ciudadano, dice Cicerón, se rige por cuatro valores (sabiduría, justicia, magnanimidad y moderación); y todas sus acciones, por la razón. Actuar según estas virtudes significa actuar con honestidad, lo que nos beneficia social y emocionalmente. Señala, además, las cualidades de un cargo público: busca el bien común, se sacrifica por él, rechaza la ambición desmedida y el deseo de poder. No pude evitar reírme amargamente al transponer estas enseñanzas al panorama actual. Quizá debería entregarse con el acta de diputado un ejemplar de De officiis, para que los consejos de Cicerón iluminen a nuestros ilustres mandatarios.

Santiago Alenza Carro. Madrid