El proyecto del futuro Molinón plantea el traslado del campo cien metros al Este

Los impulsores del proyecto mundialista remarcaron que El Molinón seguirá «en la misma zona», pero el arquitecto matizó que «por cuestiones técnicas se ha movido un poco», pese a lo cual «la orientación es la misma que siempre conservó». Sobre plano, las infografías mostradas en el Ayuntamiento, y hace dos semanas a representantes de la Federación Española de Fútbol, muestran un terreno de juego ligeramente girado -unos cinco grados- con respecto al actual pero que se desplaza, junto al graderío, aproximadamente cien metros hacia el este, ocupando los espacios hoy utilizados como aparcamiento y la propia alameda de Manuel Preciado. A modo de referencia, la esquina entre el fondo Norte y la grada Este quedaría frente al puente que une la zona de El Molinón con el Palacio de Deportes; y la del lado opuesto, entre el fondo Sur y la tribuna Oeste, junto a la intersección entre Torcuato Fernández Miranda y la calle Óscar Muñiz.

La idea es construir el nuevo estadio por fases, con la intención de que las obras sean compatibles con la práctica del fútbol, para evitar que el Sporting tenga que buscar otro campo donde competir mientras su casa se renueva. Según explicó David Guerra, en una primera fase se respetarían el terreno de juego y la Tribunona, mientras se empiezan a levantar las nuevas gradas Norte, Sur y Este. La construcción de la futura grada Oeste tendría que hacerse cuando ya se pueda jugar en el nuevo campo, pues estará situada en pleno verde del actual Molinón.

El desplazamiento del estadio permitirá liberar un importante espacio entre el campo y el parque de Isabel la Católica que será el que concentre el grueso de la actividad comercial vinculada a la nueva infraestructura. «No queríamos generar dos elementos, con una plaza comercial y un estadio, sino grandes áreas verdes que contengan el programa comercial y donde también se puedan hacer eventos de todo tipo».

Las enormes arcadas que marcarán la imagen del futuro Molinón -cuya inspiración el arquitecto relacionó con los soportales de la plaza Mayor y con el mar Cantábrico- albergarán unas grandes escalinatas de acceso al graderío bajo las cuales se habilitarán locales comerciales y 1.200 plazas de aparcamiento -en dos niveles, uno rebajado 1,5 metros con respecto al nivel de calle y otro por encima que en futuro podría destinarse también a usos empresariales-. Todo este espacio, en total 12.000 metros cuadrados construidos, quedaría cubierto de zonas verdes que permitan lograr la máxima integración posible con el parque de Isabel la Católica.

Al este del futuro estadio, entre las gradas y el río Piles también predominaría el verde, pero en este caso exclusivamente en superficie, en lo que ahora es aparcamiento, con un espacio que albergaría pequeños locales de hostelería fijos y también zonas multiusos donde se puedan celebrar distintos eventos, desde ferias gastronómicas a conciertos. En materia de sostenibilidad, junto a las 2,5 hectáreas de zonas verdes que se crearán en la zona, los representantes de Orlegi destacaron la posibilidad de generar energía solar con placas solares en la cubierta del campo. Alejandro Irarragorri, de hecho, destacó que para contar con un estadio «muy verde» se pueden aprovechar «posibilidades muy interesantes de financiación a nivel europeo».