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José Alberto aplaude a su equipo, mientras que Iván Hernández, su segundo, aprovecha para dar instrucciones en el partido de ayer. O. MATXIN

Sporting | José Alberto: «No daríamos este paso si no nos viéramos capacitados»

Mareo toma el mando con la llegada de José Alberto López al primer equipo: «Es un sueño hecho realidad. Desde este lunes empezaremos ya a pensar en el Granada», asegura el nuevo técnico del Sporting

JAVIER BARRIO

GIJÓN.

Lunes, 19 de noviembre 2018, 02:47

«Tengo una situación complicada: soy de Oviedo y del Sporting», admite José Alberto López (Oviedo, 1982). A sus 36 años, este joven entrenador, que no hace mucho trabajaba en el almacén de Ikea, en Siero, en el turno de cinco a diez de la mañana, tocará techo en la estructura del club. Se sentará en el banquillo de El Molinón para encarar el mayor reto de su vida. Esta misma tarde, a las 17 horas, se pondrá a los mandos del proyecto para dirigir su primer entrenamiento tras el despido de Rubén Baraja, devorado por una dinámica de resultados terrorífica, amplificada aún más por el garrotazo del derbi, que dejó una resaca monumental, con el proyecto a dos puntos del descenso y descolgado a siete del 'play off'.

«Es un sueño hecho realidad», aseguró ayer el técnico en Álava, culminando su etapa en el filial con otra victoria. «Tenemos que disfrutar de esta victoria. A partir de mañana -por hoy- empezaremos ya a pensar en el Granada», prometió, antes de agradecer su estirón profesional a los futbolistas con los que ha convivido: «Si nosotros damos el salto es en gran medida a los jugadores que han estado ahí estas dos temporadas anteriores y quiero agradecerles todos su trabajo. Los jugadores están tan contentos con esta decisión como yo». Allí ya mostró su llama competitiva: «¿Si nos vemos capacitados? No daríamos ese paso si no nos viéramos».

Admirador confeso de Marcelino, vecino de La Fresneda desde hace años (está casado y es padre de una niña y un niño), José Alberto López dirigió este domingo por última vez al filial rojiblanco, regresando a Gijón por la noche vestido ya de entrenador del primer equipo. Hoy a las 12.30 horas se expresará por primera vez desde su nuevo estatus en el escenario de mayor lustre. El club ha decidido llevar su presentación oficial a El Molinón, con Miguel Torrecilla ejerciendo de acompañante, verbalizando todo lo sucedido en las últimas horas.

Concluido el partido en el Tartiere, José Alberto ya había recibido alguna comunicación informal de su subida, que se había gestado de forma más seria en la última semana y media. El propio Javier Fernández, presidente del Sporting, se desplazó este domingo hasta Bilbao para mantener un encuentro directo con el entrenador, que estaba concentrado con el filial antes de la cita contra el Vitoria. Luego dialogó con su cuerpo técnico (todos promocionarán con José Alberto, incluido Iván Hernández, su segundo) y, más tarde, con los futbolistas del segundo equipo.

La mayor obsesión en este momento es enfocar el trabajo de estos días en provocar un crecimiento en todos los aspectos. También en que dentro de dos fines de semana, en su reencuentro con El Molinón en la visita del Tenerife, el Sporting vuelva a conectar con el sportinguismo a través de una propuesta agresiva, con un juego vertical y rápido por bandas, con extremos específicos. Una vía más directa hacia el ataque. Tampoco tendrá mucho tiempo para reordenar las piezas el técnico ovetense. Su nuevo enfoque se testará el viernes en Granada (Los Cármenes, 21 horas), un duelo de altura.

«El fútbol horizontal y para atrás no vale de nada; lo que funciona es jugar hacia arriba. El balón tiene que ordenarte, no desordenarte. Nosotros queremos el balón para organizarnos y buscar la portería rival. A veces en veinticinco pases. Otras, en dos», reflexionaba hace un año sobre el pensamiento que le ha llevado al fútbol profesional. Desde hoy medirá su filosofía y capacidad en la Liga, después de un largo peregrinaje formativo por las categorías inferiores de Mareo: su escuela y universidad.

El nombre del técnico de La Fresneda, diplomado en Magisterio, ya había salido en las conversaciones que detonó la derrota en Almería. En aquel momento, no obstante, el club hizo un análisis frío, con todas las variables sobre la mesa: el propio partido y el mercado de entrenadores, discutiendo al mismo tiempo la posible promoción del entrenador del filial y, sobre todo, la continuidad de Baraja. Se acordó entonces dar un margen mayor al gobierno del vallisoletano, roto dos partidos después.

Ahora, José Alberto, reclamado y aclamado por El Molinón ante el Málaga, toca techo cuando su ciclo en el Sporting parecía más próximo a expirar. El pasado verano, de hecho, el Numancia ya había negociado con él, aunque finalmente se decidió por López Garai. En Segunda B, con un ascenso desde Tercera y, un año después, la disputa de una más que meritoria promoción para subir a Segunda, tenía fecha de caducidad. Algunas visiones internas anticipaban la posibilidad de que buscara un cambio de aires en junio. Fundamentalmente por su crecimiento profesional.

La época del ACF

Su historia personal acentúa esa singular dicotomía del sportinguista ovetense. De niño vivió cerca de Fuertes Acevedo, al lado del Tartiere, sin participar como técnico en la causa azul. De hecho, el primer club en el que entrenó fue el Astur, transformado en el ACF, repudiado por el oviedismo. «Me pilló todo aquello. Ibas por la calle con el chándal y había gente que te insultaba. Fueron años complicados, entrenando a niños de 7 y 8 años que eran insultados en algún partido», recuerda. Afable y cercano en el trato, en Mareo le reconocen un fuerte carácter. Se pudo comprobar en el duelo de filiales de este año, cuando protagonizó un encontronazo con Javi Rozada por los gestos que este realizó hacia su banquillo durante el choque. Luego pidió perdón.

Del Astur se trasladó a Mareo. Haría el recorrido completo, casi desde la misma base: técnico de apoyo, del infantil... Incluso volaría en solitario una temporada en el Covadonga (de meritorio en Tercera antes de regresar al Sporting por la puerta del División de Honor), la prueba que le dio una medida real de sus posibilidades. «Quería saber si sería capaz de trabajar con gente adulta. Para mí fue un verdadero máster. ¿Por qué? Porque tenía jugadores mayores que yo. En la primera charla que di en el vestuario del Rabanal veía que los jugadores me miraban con cara de: '¿Qué me dice este chavalín?'. Aquello me hizo crecer mucho», confirma.

Con cintura en la pizarra, resulta difícil encasillarle. Ha coqueteado con el 4-4-2, 4-2-3-1 y hasta el 4-3-3, incluso con una defensa de tres centrales y dos carrileros. Su fútbol propone matices de los que carece este chato Sporting. Busca una embestida vertical, a través de transiciones rápidas y de la complicidad de los jugadores de banda, la mayor debilidad de este equipo. Hoy entra en juego.

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