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Jueves, 19 de mayo 2022, 14:56
El exigente e incesante ritmo de vida actual conmina al estrés a muchos ciudadanos. Sometidos a todo tipo de presiones, en ocasiones difíciles de asimilar o de gestionar, caen en un estado de cansancio mental provocado por la exigencia de un rendimiento superior que deriva ... en trastornos físicos y mentales.
Diversos estudios científicos han demostrado la relación directa entre el estrés y la salud cardiovascular, hasta el punto de que se calcula que entre el 20% y el 30% de los ataques al corazón podrían estar relacionados. Ahora, un nuevo trabajo publicado en la revista Endocrinology lo vincula con la infertilidad.
Investigadores de la Universidad de Xi'an, en China, comprobaron en un modelo animal cómo la exposición a un ruido estresante dificulta el embarazo. Durante tres semanas, llevaron a varias ratas hembra a convivir con gritos. Posteriormente, analizaron cómo había afectado ese ambiente a sus hormonas sexuales y su reserva ovárica, así como a su habilidad para quedarse embarazadas y tener crías.
Los roedores que no habían escuchado los gritos presentaban una mayor reserva ovárica y mayor fertilidad. Quienes sufrieron los ruidos presentaban, además, un nivel disminuido de estrógeno y hormona anti-mulleriana. Los gritos también redujeron el número y la calidad de los óvulos de las mujeres y dio lugar a camadas más pequeñas.
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El estrés se vincula, pues, con una menor reserva ovárica en las ratas. Esta conclusión podría ser un buen punto de partida para el desarrollo de un modelo que explique el efecto del estrés en la salud reproductiva de las mujeres. La esterilidad afecta al 15% de la población en edad reproductiva de los países occidentales. Una de cada seis parejas la padece en España un fenómeno que experimenta una evolución creciente.
El momento álgido de la fecundación femenina transcurre entre los 20 y los 30 años. A partir de esta edad, comienza un declive fisiológico mucho más acusado cumplidos los 35 años y, sobre todo, los 38. Desear tener un hijo y ser incapaz espontáneamente es fuente de estrés, angustia y, en algunos casos, de depresión
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