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La sangría demográfica entra en una nueva fase. El pasado año Asturias recibió a 4.929 bebés, la cifra más reducida del siglo XXI y la primera vez que se bajaba de la cota de los 5.000. Fue un fenómeno común. En el resto del país, la UE y EEUU el confinamiento no se tradujo en un mayor volumen de concepciones. La natalidad se desplomó, dejando la duda de si sería un fenómeno pasajero o no.
El peor pronóstico se consolida en Asturias. De enero a junio llegaron al mundo 2.246 asturianos, un 6,4% menos que en el mismo periodo de 2020. En los primeros cinco meses el saldo entre nacidos y fallecidos ya suponía una reducción de la población de 4.050 efectivos en el saldo vegetativo. La pandemia ha traído la llegada de nuevos vecinos venidos de otros territorios, pero en cantidades que no compensan el balance final.
Con estos números el observatorio Sadei mantiene el pronóstico que hizo hace tiempo: Asturias dejará de ser una comunidad de un millón de habitantes entre 2022 y 2023. Si la progresión fuera lineal, la fecha concreta en la que se bajaría de esa barrera psicológica sería el 20 de junio de 2022.
Pero, ¿por qué se ha acelerado la dinámica? «Los hijos se tienen en contextos optimistas y la pandemia invitado a todo lo contrario; la gente ha perdido su trabajo o ve incertidumbre en la empresa y eso lleva a pensar que no es el momento adecuado», responde Jacobo Blanco, decano del Colegio de Politólogos y Sociólogos de Asturias.
La pandemia añade así una piedra definitiva a una mochila, la de la natalidad asturiana, ya muy lastrada por cargas demográficas, económicas y culturales de distinto signo. Por partes.
Los demógrafos venían advirtiendo de que Asturias se aproximaba a un punto de no retorno por lo que es su principal talón de Aquiles: cada vez hay menos mujeres en edad de procrear. La etapa óptima de fecundación se sitúa entre los 20 y los 34 años, tramo en el que hay 63.333 asturianas según las últimas estadísticas. En el siguiente escalón, de los 35 a los 49 años, hay casi el doble, 116.500 mujeres.
«A menos mujeres en edad fértil, menos madres y menos niños», resume Blanco. La pirámide de población determina que ahora hay casi la mitad de asturianas con posibilidad de procreación. Aunque se facilitara la natalidad y dieran el paso, su capacidad de traer a una generación de reemplazo es limitada. «Estamos pagando ahora la reducción de la natalidad de los años 90», apunta Blanco.
En estos momentos hay 18 concejos donde las mujeres en edad óptima para la fertilidad no llegan al medio centenar. El margen de lo posible, en términos de fecundidad, se amplía al rango de 15 a 49 años. En Illano, Caso, Villanueva de Oscos, Boal y Pesoz menos del 27% de las mujeres están en él.
Lejos de facilitar las cosas a las jóvenes con capacidad biológica de formar familia, Asturias se está volviendo un territorio hostil para esta población. Según los registros de la Agencia Tributaria, el salario bruto anual de los asturianos se situaba en 2019 en unos 21.311 euros, lo que supone que los trabajadores por cuenta ajena percibían un 13,8% más que en 2007, que han recuperado y mejorado los ingresos perdidos por la crisis. De ese reparto están quedado fuera los jóvenes.
Los asturianos que tenían entre 18 y 25 años en 2007 ganaban un promedio 8.432 euros brutos al año; hoy quien está en esa franja de edad lidia con una media de 6.787, un 19,5% menos. «La crisis de 2008 ha sido un hachazo al salario de los jóvenes; las pensiones se recuperan y mejoran, pero los jóvenes seguían peor y encima llegó el covid», recuerda Blanco. Los datos de la Agencia Tributaria llegan hasta el año 2019 y todavía no reflejan el daño causado por el virus en los salarios juveniles. Sí se sabe que se cebó con la hostelería, la construcción y el pequeño comercio, sectores que dan trabajo a parte de la juventud.
El salario despeja varias incógnitas de la ecuación que lleva a una mujer a ser madre. «En Holanda el 80% de las mujeres trabajan a tiempo parcial y en Alemania son el 50%; lo hacen por propia voluntad y porque tienen empleos cualificados con salarios que les permite asumir esa reducción sin poner en peligro llegar a final de mes. En España ni padres ni madres pueden permitirse ese lujo», anota el decano del colegio profesional.
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Los jóvenes tienen menos oportunidades de empleo y peor pagadas, desventaja que podría paliar un potente estado del bienestar. No parece que sea el caso.
La Fundación Iseak está aplicando el método científico para radiografiar la sociedad. Una de sus líneas de trabajo es un Observatorio de Pobreza y Desigualdad en España, que analiza la distribución de la riqueza en cada región utilizando el coeficiente de Gini. Según este sistema en 2008 Asturias era la octava región más desigual. En 2020 la distancia entre ricos y pobres se ha incrementado hasta situar a la región como la más desigual.
«Una de cada cinco personas ocupadas vive en riesgo de pobreza y una de cada diez en extrema pobreza. Esta cifra ha aumentado mucho en el último año para el que existen datos disponibles, que es 2019», detalla Lucía Gorjón, gijonesa investigadora del Iseak.
La demografía limita el contingente de mujeres fértiles, la economía complica iniciar un proyecto familiar, y a estas dificultades se añade el cambio social común a todo occidente de retrasar la edad de procreación y tener menos hijos.
El Instituto Nacional de Estadística hace una encuesta de fecundad preguntando a mujeres de entre 18 y 55 años. En Asturias cuando se preguntó a las que no estaban embarazadas por el motivo, un 35% dijo ser demasiado joven o no tener la pareja adecuada, mientras las razones labores, económicas o de conciliación fueron apuntadas por el 20% de las entrevistadas.
En octubre de 2017 el Consejo de Gobierno aprobó el Plan demográfico del Principado 2017-2027, un programa de medidas diseñado para tratar de frenar la sangría. Se anunciaron entonces inversiones por valor de 2.275 millones en la siguiente década, exenciones fiscales para promover la adopción e ir a por el segundo hijo. El documento recogía como medida estrella un fondo de 540,4 millones en ayudas a la crianza.
El plan fue elaborado por la Universidad de Oviedo y se fijó en 28 estadísticas principales que permiten calibrar la situación demográfica de la región. Si se cogen los datos utilizados entonces y los últimos disponibles, la conclusión es que han empeorado 24 de ellos. La situación solo es mejor en lo tocante a la recepción de migrantes y la esperanza de vida al nacer, que se ha estirado hasta los 85,6 años (ellas) y los 79,87 años (ellos).
Cuatro años después de la presentación, la edad media para el primer hijo se ha acercado aún más a los 32 años, el número de hijos por mujer ya no llega ni a uno, Asturias tiene menos de un 11% de niños y jóvenes por debajo de los 15 años, y los mayores de 64 años ya suponen uno de cada cuatro empadronados. La edad media de los asturianos sigue avanzando y se sitúa en los 48,78 años.
En total el 37% de la población asturiana tiene más de 64 años o menos de 15, lo que la convierte en demográficamente 'dependiente'. A estos males generales se ceban con determinados concejos. Illano por ejemplo, es ya el primer municipios asturiano que tiene tanta gente en edad de trabajar como dependiente.
La proporción de mayores de 64 años supera el 40% en siete concejos: Illano, Taramundi, Belmonte de Miranda, Boal, Caso, Peñamellera Alta y San Martín de Oscos. En seis concejos los menores de 15 años escasean al punto de no suponer ni el 5% del censo: Proaza, Caso, Yernes y Tameza, Somiedo, Ibias y Ponga.
Hay ahora casi la mitad de mujeres fértiles que en la generación anterior y lo que viene empeora las cuentas. El 27% de los concejos acogen a menos de 10 niñas por debajo de los seis años.
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Mikel Labastida y Leticia Aróstegui (diseño)
Óscar Beltrán de Otálora y Gonzalo de las Heras
José A. González y Álex Sánchez
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