Cuando Shigeru Ban (Tokio, 5 de agosto de 1957) era pequeño soñaba con ser carpintero. Sentía fascinación ante la posibilidad de dar vida con sus propias manos a piezas únicas e irrepetibles. En noveno curso diseñó una maqueta de una casa que se hizo con el primer premio de una competición escolar. Entonces decidió que quería ser arquitecto. Cursó la licenciatura en California y, después, siguió especializándose en la Universidad privada de Cooper en Nueva York.
Durante su etapa en el extranjero, Ban aprendió el arte de la construcción de mano de los mejores profesionales del gremio. Pero además, en aquellos años su gusto fue alejandose paulatinamente de alardes y artificios para volver la vista a las líneas sencillas de su país natal. Al terminar sus estudios, Ban regresó a Tokio donde montó su propio estudio. Aunque su experiencia laboral era más bien escasa, sus aptitudes le llevaron a dirigir varios proyectos interesantes. Su afán autodidacta le hizo interesarse por la potencialidad constructiva de las estructuras tubulares de papel. En 1995, cuando las tensiones étnicas entre hutus y tutsis estallaron y un país diminuto como Ruanda se convirtió en campo de batalla, Ban siguió con interés el conflicto. Tanto que envió una misiva a la ONU criticando la situación precaria de los exiliados, hacinados en refugios carentes de aislamiento térmico. Como alternativa, propuso el sistema de papel cuya técnica había ido perfeccionando con los años. A raíz de este episodio, la ONU decidió contratarlo como consultor y el japonés se convirtió en testigo directo de la miseria y de la nada, pero también de la fortaleza y la resiliencia que habita en las profundidades del ser humano.
Después del gran terremoto de Kobe en 1995, construyó un refugio para los vietnamitas que no llegaron a vivir en las casas temporales previstas por el gobierno japonés. También levantó la 'Iglesia de papel Takatori' junto a un grupo de estudiantes voluntarios. Aquel trabajo fue el germen de la red de ong Arquitectos Voluntarios (VAN) que presta ayuda asistencial en los cuatro confines del globo y lo hace, además, en tiempo récord.
La ong ha construido viviendas temporales con materiales reciclados en Turquía, India o Sri Lanka. Cuando en 2011 se produjo el accidente nuclear en Fukushima, Shigeru Ban y su equipo de voluntarios actuaron antes que el propio Gobierno. Elaboraron un sistema de 1.800 mamparas de papel en más de 50 centros de acogida que, además de satisfacer las necesidades básicas de alojamiento, permitía a los evacuados conservar una cierta sensación de privacidad. Desde entonces, el equipo de VAN ha estado recorriendo los países devastados por desastres naturales enseñando como levantar refugios piloto con materiales adaptados a la región en cuestión.
También en 2011, después de la devastación del terremoto de Canterbury en Nueva Zelanda, Ban ideó una catedral de cartón como símbolo de la reconstrucción de la ciudad de Christchurch. En esta edificación se encuentran las señas de su estilo arquitectónico: uso de materiales austeros, pero resistentes, e interés por la belleza de lo simple, de la luz y sus contrastes, del hombre y sus contradicciones.
En Onagawa, prefectura de Miyagi (Japón) recontruyó un barrio entero tras el tsunami de 2011. En cuestión de solo tres meses, llevó a término un proyecto de casas temporales construidas con contenedores de barcos, estructuras sólidas, baratas y fáciles de montar. El interior de los departamentos era sorprendentemente acogedor y, a diferencia de otras casas temporales de la zona, se entregaban ya amuebladas.
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