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GUILLERMO MAESE
GIJÓN.
Sábado, 27 de junio 2020, 01:23
Nadie encontró consuelo ayer en el funeral y el entierro de Yencer de los Santos, el joven de 19 años nacido en República Dominicana fallecido el pasado martes en la playa de San Lorenzo tras intentar salvar a su novia de morir ahogada. ... Decenas de personas se reunieron en el tanatorio de Los Arenales, en Oviedo, para despedir a «un buen chaval en el que siempre encontrabas una sonrisa». Su juventud y su trágica muerte fueron un recuerdo constante para quienes acudieron a darle su último adiós.
Una multitudinaria despedida para quien «siempre supo ganarse el cariño de todos». Ver sufrir a sus amigos, que muchos no alcanzaban la mayoría de edad, dio una especial carga emocional a la ceremonia, evangélica. Su madre Ana, «abatida y desgarrada», dio gracias a Dios «por poder despedirse de su niño». Su «negro», lo llamaba. La pareja de Yencer, una joven de 16 años que fue sacada del agua por dos socorristas instantes antes de que Yencer se ahogara, también acompañó a la familia.
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Su tío, Antonio Germosén, aseguraba que «aún no nos creemos que la desgracia vuelva a golpear a nuestra familia». Y es que en la República Dominicana, su hermano -un tío de Yencer- perdió la vida en un trágico accidente. Tras la celebración del funeral, una amplia comitiva se desplazó al cementerio municipal de El Salvador para proceder a su entierro. Era un «chico de gran corazón que siempre cuidó de su familia», subrayó su tía Lourdes.
La familia también se mostró muy agradecida al equipo que formó parte del dispositivo de búsqueda de Yencer: «Recibimos un trato muy cercano y cariñoso de todo el mundo, que se acercaba a intentar consolarnos». Más aún agradecidas fueron sus palabras para Mauro Blanco, el socorrista de 23 años que fuera de su turno decidió salir a buscar el cuerpo de Yencer y que fue quien finalmente puso fin a la búsqueda.
Yencer era el mediano de tres hermanos, con una hermana mayor y otro más pequeño. Estudió en el colegio de la Milagrosa de Oviedo y se estaba formando para trabajar en el sector de la hostelería. Con 19 años, ya había estado trabajando como ayudante de cocina o miembro del equipo de limpieza en bares de Luanco y Luarca. Para reforzar su currículum, Yencer se había matriculado en un curso de hostelería ofrecido por la Cruz Roja.
Era un chaval muy deportista que jugó en las categorías inferiores del Club Deportivo Los Arcos. Una grave lesión le obligó a apartarse de los campos, pero nunca abandonó la actividad física. Según su familia, Yencer era muy aficionado a salir a correr, a ir en bici y a nadar.
Quienes conocían a Yencer lamentan la pérdida de una «gran persona» que siempre intentaba ayudar a los demás.
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