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GUILLERMO MAESE
Lunes, 29 de junio 2020, 01:37
Recuerda Flor Palacio, jefa del servicio de salvamento en playas de Gijón, que «lo más importante es que todos los bañistas hagan caso de las indicaciones de los socorristas». A la mar hay que respetarla. En un encuentro con EL COMERCIO, Palacio y Javier Álvarez, jefe del servicio de prevención, extinción y salvamento de Gijón, recuerdan que la dotación de socorristas de la ciudad «tiene un nivel envidiable si se compara con otras ciudades costeras». Con todo, para los máximos responsables del salvamento en los arenales de Gijón, la trágica muerte de Yencer de los Santos «no debe ensombrecer que nuestras playas son de garantía», recuerdan.
El sonido de los helicópteros de Salvamento Marítimo y Bomberos de Asturias que durante el pasado martes sobrevolaron la bahía gijonesa en busca del joven dominicano de 19 años recordó a muchos gijoneses algunos de los sucesos más trágicos en la playa de San Lorenzo. Una playa segura que no ha sido ajena a la desgracia.
El 30 de mayo de 1978, la portada de EL COMERCIO rezaba: 'Consternación en Gijón después de la tragedia del domingo en la playa'. Siete alumnos de quinto y séptimo de EGB del colegio colegio mixto de la Santísima Trinidad de Zamora, de edades comprendidas entre los 12 y 15 años, fallecieron ahogados en un pozo ubicado en la zona de la escalera 11. Fue a las 18 horas, no había salvamento y la mayor parte de ellos no sabía nadar. «El agua apenas les llegaba a la cintura, cuando, de repente, y a pesar de que el estado de la mar no era malo, se vieron sumidos en un pozo con corrientes», informaron las páginas del diario.
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La gijonesa Concepción Fernández, que escuchó los gritos de auxilio de los niños, pudo salvar a alguno de ellos. «Sinceramente, no pensé nada. En aquel momento mi única obsesión fue intentar salvar a unos niños que gritaban desesperados», declaraba a EL COMERCIO. Todos ellos viajaron a Gijón en un viaje con el colegio que custodiaban varios padres y cuatro monjas de la Orden del Amor de Dios.
En 2009, en el mismo punto donde hoy se lamenta la muerte de Yencer, María Aránzazu Figaredo Díaz falleció ahogada a la altura de la Cantábrica en un suceso en que, según relataron las fuerzas de seguridad, confluyeron la fatalidad y una mar picada. Testigos presenciales vieron cómo la fallecida, una vecina de Gijón, casada y con dos hijas, bajaba los resbaladizos escalones para llenar unas botellas de plástico con agua de mar y fue arrastrada por un fuerte golpe de mar.
En 2013, un bañista murió ahogado en frente a la escalera 7. Dos surfistas lo sacaron del agua, pero los servicios médicos no pudieron completar las labores de reanimación. Duros tributos al riesgo diario que supone adentrarse en las aguas de una playa, por lo general, segura. En 2020, como suele ser tradición si no hay víctimas mortales, al final de la temporada de baño no se podrá colgar el laurel en la escalera doce.
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Mikel Labastida y Leticia Aróstegui (diseño)
Óscar Beltrán de Otálora y Gonzalo de las Heras
José A. González y Álex Sánchez
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