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PABLO SUÁREZ
GIJÓN.
Miércoles, 25 de septiembre 2019, 01:41
El jueves 1 de agosto, día en el que la autopsia sitúa el nacimiento del bebé, su madre, Silvia A. M., presunta asesina, fue vista junto a su novio paseando a Bimba, una perra de agua marrón. Estaban, como tantos otros días, en el ... parque situado frente al domicilio que ambos compartían desde hacía dos años en la calle Jenaro Suárez Prendes, en el barrio de Nuevo Roces. En torno a las 8.30 de la tarde, según vecinos que se los cruzan en la puerta del ascensor, ambos suben de vuelta a casa. No volverán a ser vistos hasta la mañana siguiente, horas después de que un hombre descubra el cuerpo del bebé en el interior de uno de los contenedores de basura de la citada calle. «Aquella noche tuvimos reunión de la comunidad. Nos extrañó que ellos, estando en casa, no acudiesen, pero tampoco le dimos mayor importancia porque no eran precisamente los más participativos», rememoran ahora los vecinos, quienes comparten pasión por los perros y un grupo de Whatsapp del que no formaba parte la pareja porque «no quisieron».
Desde el lunes, cuando EL COMERCIO adelantó en su edición digital la detención de ambos, no se habla de otra cosa en la pequeña comunidad, compuesta por apenas 29 vecinos. El día del crimen, la gran mayoría se encontraban en la citada reunión. El edificio estuvo durante unas dos horas prácticamente vacío, algo que casa con que los vecinos aseguren no haber escuchado nada que les hiciese pensar que, a apenas unas paredes de distancia, su vecina estaba dando a luz en casa, sin ningún tipo de asistencia sanitaria. «No se oyó absolutamente nada», afirma una vecina cuyo domicilio está ubicado en el mismo piso en el que habría tenido lugar el parto. De hecho, nadie en el vecindario era consciente de que Silvia estuviese embarazada. «Sé que cuesta creerlo, pero cuando apareció el cuerpo del bebé todos tuvimos claro que había tenido que ser alguien de fuera del barrio», afirman al respecto, reflejo de la absoluta ausencia de sospechas sobre la realidad de lo ocurrido.
Tampoco les hizo sospechar el comportamiento de la pareja durante los casi dos meses que pasaron desde que apareciese el cadáver hasta su detención el pasado sábado. «Hacían vida normal y pasaban por delante del contenedor cada día», aseguran los vecinos. Tal es la frialdad que describen, que la pareja incluso habría sido testigo de conversaciones y elucubraciones de los propios inquilinos sobre lo ocurrido, sin ni siquiera inmutarse e incluso llegando a participar de ellas. «El día antes de que los detuviesen me los crucé en el garaje. Subían con el perro y un saco de pienso. Saludaron muy agradables, como siempre», recuerda otro de los vecinos.
Horas después de que se produjese la detención, ya en dependencias policiales, Silvia A. M., madre del bebé asesinado, se declara culpable y exime de toda responsabilidad a su pareja. A partir de esa confesión, ella ingresa automáticamente en prisión, comunicada y sin fianza, mientras que él queda en libertad con cargos bajo obligación de acudir diariamente al juzgado. También a partir de ese momento, los agentes de la Unidad de Delincuencia Especializada y Violenta (UDEV) de la Comisaría de Gijón, quienes han invertido cientos de horas de trabajo para clarificar lo ocurrido y continúan sin dar por finalizada la investigación, trabajan a conciencia para determinar el papel del novio de la presunta asesina en el crimen. Tampoco descartan, advierten fuentes cercanas al caso, la posibilidad de que un tercera persona pueda estar involucrada en los hechos.
Según confirmó la autopsia, al bebé lo mataron nada más nacer y lo hicieron con ensañamiento. El cadáver presentaba cortes por prácticamente todo su pequeño cuerpo y lesiones internas. Tenía afectados, además, los órganos vitales. Las diferentes pruebas a las que fue sometido el cuerpo confirmaron también que el bebé nació vivo y que fue nada más producirse el alumbramiento cuando acabaron con su vida por medio de un objeto cortante, que le provocó heridas incisas en el cuerpo. Luego, tras cercionarse de que estaba muerto, la presunta asesina, se desconoce si con ayuda de alguien más, lo habría metido en una mochila junto a la placenta y al cordón umbilical. Según determinó el examen forense, el deceso se produjo poco antes de que fuese hallado el cuerpo en el contenedor de basura.
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