OLAYA SUÁREZ / ANDRÉS MENÉNDEZ
GIJÓN.
Domingo, 29 de septiembre 2019, 02:08
¿Por qué lo hizo? Es la pregunta que desde hace una semana se hacen de forma incesante los allegados de Silvia A. M., la joven de 28 años que permanece en prisión por asesinar a su bebé recién nacido en Nuevo Roces. Nadie ... de su entorno acaba de creerse que esa chica discreta y tímida, sin problemas aparentes, con pareja estable, una familia que la arropa y amigas de toda la vida, haya podido cometer el atroz crimen de matar a su propio hijo, un bebé al que alumbró sola en casa, del que ocultó la gestación durante los nueve meses y a quien acabaría tirando a un contenedor de basura. Justo frente a su casa. Como quien baja la basura después de cenar.
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Ella misma aseguró a la Policía y a la jueza que su propio compañero sentimental, con quien vivía, desconocía que estaba embarazada. ¿Pero por qué? Nadie por el momento tiene la respuesta para saber qué llevó a la joven a decidir seguir con una gestación con la que, según se desprende del rumbo de los acontecimientos posteriores, no estaría contenta. Tampoco qué le pasó por la cabeza cuando, supuestamente, le provocó al recién nacido cortes con un objeto punzante para acabar con su vida.
«Es una chica muy cerrada, poco habladora y retraída, pero nadie podía imaginar que pudiera hacer algo así...», comenta aún impactado un antiguo compañero de estudios. Silvia pasó su infancia en el barrio de El Llano. De madre limpiadora y padre empleado en una empresa de jardinería, «nunca dio problemas». Era responsable y dedicaba muchas horas al estudio, aunque quienes compartieron aula con ella recuerdan que «las horas que invertía estudiando no se plasmaban luego en las notas: suspendía o sacaba aprobados raspados; se veía que le costaba bastante». Estudió en el Instituto Fernández Vallín y más tarde se formó para trabajar con niños. Manifestaba abiertamente que le encantaba estar con críos. También los animales. De hecho, era con 'Bimba', su perra, con quien los vecinos dicen que le cambiaba la cara cuando salía a pasear, sobre todo los periodos en los que no trabajaba. Encadenó varios empleos, pero su entorno explica que los últimos meses estaba en el paro.
Conoció a su novio con apenas 20 años y desde entonces mantenían una relación estable. El chico creció en La Calzada y estudió en un instituto del barrio. Desde hace años trabaja en una empresa de instalaciones eléctricas. En 2017, la pareja dio el paso de la convivencia. Llevaban una vida tranquila, de rutinas y de pasar mucho tiempo en casa, con su perra, sus amigos más íntimos y con frecuentes visitas a las casas familiares de ambos. Un ambiente plácido y sin sobresaltos en los que un suceso de esta índole no tenía aparente cabida. Pero como siempre, la realidad acaba por superar a la ficción.
La detención de la pareja el sábado 21 de septiembre ha sumido a las dos familias en un «estado de 'shock'». En el caso de los padres y la hermana pequeña de Silvia, no responden al teléfono ni a sus propios familiares directos, muy preocupados por la difícil situación por la que están pasando. «Son gente de lo mejor, trabajadores, siempre pendientes de sus hijas, no nos podemos ni imaginar por lo que están pasando...», dicen desde su entorno.
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El compañero sentimental fue también arrestado y puesto en libertad con cargos a la espera de que avance la investigación. Su novia lo exculpó de toda responsabilidad y él mantiene que no sabía ni que estaba embarazada. Desde que salió de los calabozos el sábado se encuentra en casa de sus padres, resguardado en su entorno. Sus progenitores regentan desde hace décadas una tienda de ultramarinos en La Calzada. «No sabíamos nada y mi hijo tampoco, él sale de casa para trabajar a las siete de la mañana y llega a las siete de la tarde...», se justificó escuetamente el padre de él.
De las primeras cosas que hizo el joven nada más salir de los calabozos fue cambiar su foto e información del perfil de sus redes sociales. Eliminó todas las fotografías que tenía con su novia y su estado sentimental: de mantener una relación con Silvia A. M. a borrarla de entre sus contactos. Será ahora la jueza que instruye el procedimiento y los agentes de la Unidad de Delincuencia Especializada y Violenta (UDEV) los que determinen si participó de alguna forma en el terrible episodio que ha conmocionado a toda la ciudad.
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Silvia nunca dio muestra alguna de carácter violento entre sus amistades, tampoco en el vecindario, donde pasaba totalmente inadvertida. Ahora, se ha convertido en centro de todas las miradas.
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