Difícil para un adulto asimilar la sinrazón de la muerte de una niña a manos de su propia madre, pero más complicado aún para alguien de su edad. Las primas de Olivia y la hija de la pareja actual del padre ejemplificaron hoy el dolor ... por el crimen de la pequeña en la concentración de repulsa que se celebró en Torrecaballeros, el pueblo de Segovia donde vive la familia paterna. Arropados por centenares de vecinos Eugenio, el padre de la niña, sus abuelos, Mari Carmen y Eugenio, su tía Inma, así como el resto de familiares, recibieron un abrumador aplauso con el que despidieron «a la pirata». Así llamaban en casa a la pequeña que a sus seis años de edad murió después de que su madre le administrase, supuestamente, un cóctel de tranquilizantes en una taza de cacao con leche.
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Su padre, roto, pero con una entereza que sorprendió a sus propios vecinos, agradeció las muestras de cariño recibidas desde que supo que su expareja había asesinado a la niña. «El viernes cuando la fui a buscar al colegio le prometí que la traería a casa, pero la promesa la hemos cumplido a medias, a casa vuelve, pero nunca creí que fuese así. Ahora sí se va a quedar siempre con nosotros...», decía Eugenio cuando el pueblo rompió en un un interminable aplauso.
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En la plaza del pueblo a todos se les cortaba la respiración viendo a la familia abrázándose entre ellos, dándose ánimos en un momento tan duro que «es solo el final a un calvario que llevan viviendo durante casi cinco años». La batalla legal emprendida por Noemí Martínez Largo cuando su marido quiso poner fin a su matrimonio no cesó «ni un solo momento». «Lo denunciaba hasta por respirar», resumen sus allegados. «Venía a Torrecaballeros cuando le tocaba pasar las vacaciones y a la vuelta con la madre, como llevase un solo rasguño de haberse caído jugando, ella lo denunciaba por malos tratos de la niña», dicen. De todo salió absuelto Eugenio. Hasta que el viernes, cuando el juzgado falló a su favor dándose la custodia de la menor, la madre decidió que la niña no se iría a vivir con su padre. «Va contra natura, una madre cuida de sus hijos, ¿en quién vas a confiar con seis añitos si no es en tus padres?», se preguntaba en alto Eugenio García. «No puede volver a pasar esto, esto es una auténtica salvajada... A un accidente le encuentras una explicación, pero esto te lo llevas a la tumba para siempre... No entra en la cabeza de una persona razonable, esta gente tiene que estar apartada a la sociedad, no se puede juntar con la gente de bien», añadía.
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Hoy por la mañana emprendía el viaje más duro de su vida desde el Instituto de Medicina Legal de Oviedo con el féretro de la niña. «Le pude dar el último adiós, le pusimos un unicornio y también una almohada en los pies, como a ella le gustaba viajar...», concluyó el padre, a las puertas del Ayuntamiento empapelado con una Olivia sonriente y «llevando una vida de niña, que pese a todo lo que vivía, era lo que era, una niña», comentó el alcalde, Rubén García, muy afectado.
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