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JESSICA M. PUGA
VILLAVICIOSA.
Miércoles, 15 de septiembre 2021, 03:07
Leonor Espinosa recorre su país en busca de productos, saberes y sabores. La cocinera colombiana es una de las cabezas de cartel de FéminAs. En el congreso consiguió, con palabras y platos, transportar a los presentes a un territorio que asegura está «por descubrir».
-Estamos viendo lo que es FéminAs, pero cuando le llamaron para explicárselo, ¿qué pensó?
-Que tenía que estar porque tiene que ver con la ruralidad. Lo cierto es que lo rural es sinónimo de mujer, ella siembra, es artesana, cocina... Entendí que más allá de convocar mujeres en un congreso, la cuestión era hablar de su particular rol en las zonas rurales en todo el mundo. Me gustó el enfoque porque es significativo sin caer en esquemas feministas.
-FéminAs también es compartir, pero no hace tanto que había entre cocineros cierto recelo a enseñar...
-Aún sigue vigente, pero las cosas cambian. Si miramos las tendencias del mundo con respecto a estos conceptos de desarrollo gastronómico, las cocinas tradicionales en el caso de Latinoamérica no lograron mostrarse por sí mismas, se necesitó a un actor importante, el cocinero, que es el que ha dignificado a los productores y el que empezó a conectar los eslabones. Ha sido un proceso de entendimiento, sin embargo, todavía hay muchas apreciaciones equivocadas del cocinero, al que se le acusa de ir a robar. Nadie roba, lo que no se muestra se pierde y creo que en Colombia las cocineras tradicionales se han dado cuenta.
-¿Qué quiere que cuente la cocina de su país?
-Me gusta contar historias, conectar territorio y visibilizar comunidades que tienen gran riqueza biocultural. Me gusta escribir crónicas, no solo en libros, también en mi cocina, y eso es lo que hago: intentar narrar una historia diferente de Colombia a partir de tradiciones y su biodiversidad. Pero al tiempo soy artista plástica. Entendí que la cocina es una expresión artística que va más allá de la forma y convierte al actor en un protagonista para contarle al mundo una problemática social y económica. Mi cocina es política realmente.
Más sobre FéminAs
-¿Qué se lleva a nivel personal de cada visita a pueblos indígenas?
-Experiencias que conmueven y le aportan a mi vida. Cuando alguien como yo, que vivo en la urbe rodeada de cosas materiales que al final son insignificantes, va a estas comunidades que tienen pobreza monetaria, pero mucha riqueza en lo demás y alegría a pesar de las vicisitudes, se lleva lecciones de vida. No se necesita dinero para ser feliz.
-Quiere transmitir todo esto y no solo hacerse la foto en su restaurante. Lo ha dicho más de una vez. ¿Por qué?
-Cuando nos vamos de este mundo no nos podemos llevar nada, lo que podemos hacer es transmitir. Soy muy tímida aunque no lo parezca, y en el mundo popular realmente profundo es donde de verdad me expreso cómoda. Cuando estoy en el otro, me cuesta. Claro que me gustan los reconocimientos, que al final valoran un país, que en el caso de Colombia no se reconoce en el mundo como gastronómico; su biodiversidad y la labor de las cocineras.
-Tenemos al asturiano Koldo Miranda en Colombia. Dice que a nivel restauración quedan muchas cosas por hacer en el país. ¿Está de acuerdo?
-Hablamos de una cadena que tiene varios actores; cuando los otros eslabones no están unidos es cuando queda por hacer. No creo que a los cocineros les falte por hacer, creo que le falta al Gobierno y al consumidor, que sigue siendo irresponsable. En Europa todo se da mucho más fácil porque todos los actores están unidos bajo una misma filosofía y objetivos. Koldo tiene razón en que quedan cosas, pero hay que concretar lo que está faltando.
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