L. RAMOS
LLANES.
Domingo, 26 de septiembre 2021, 01:29
Triste final en el Rally Villa de Llanes. Los pilotos Jaime Gil Vitoria, de 39 años, y Diego Calvo González, de 30, llegados desde Guriezo y Castro Urdiales, en Cantabria, fallecieron a primera hora de la tarde de ayer mientras disputaban uno de los tramos de la prueba deportiva, el que discurre por la carretera del Fitu. Concretamente, el accidente tuvo lugar a las 15.15 horas cuando el piloto perdió el control de su Seat Marbella y terminó colisionando contra un muro a la altura del punto kilométrico 12,700 de la AS-260 en su cara norte, en la bajada hacia la meta ubicada en Duyos (Colunga). El fuerte impacto, primero con el lateral izquierdo del vehículo y después de forma frontal, acabó en el acto con la vida del experimentado piloto y, si bien los servicios de emergencia desplazados hasta el lugar trataron de reanimar a su copiloto, este terminó falleciendo de igual forma.
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La impactante escena dejó conmocionados a todos los presentes, quienes no obstante no dudaron en acudir de forma inmediata a tratar de socorrer a los dos ocupantes del vehículo. Además de personal sanitario, se trasladaron hasta la carretera del Fitu agentes de la Guardia Civil de Tráfico y efectivos de Bomberos del Servicio de Emergencias del Principado de Asturias (SEPA). Al haberse saldado el siniestro con dos fallecidos, el equipo de atestados del Destacamento de Tráfico de Ribadesella llevó a cabo las correspondientes diligencias para determinar las causas concretas del mismo. La carretera permaneció cortada en un tramo de unos veinte kilómetros durante buena parte de la tarde.
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Se da la circunstancia de que en ese mismo punto, ubicado en una zona rápida de bajada, otro vehículo sufrió también una salida de vía apenas unos minutos antes y dejó el quitamiedos dañado.
La triste noticia de la muerte de estos dos apasionados del motor la conocían el resto de participantes en el rally en el momento del reagrupamiento y decidieron entonces no seguir adelante con la competición. Todos los vehículos se quedaron en el parque cerrado ubicado en el aparcamiento del Sablón, donde todos los presentes guardaron un minuto de silencio en homenaje a los compañeros fallecidos.
El fatal accidente dejaba sumido en la tristeza a un concejo que desde el viernes disfrutaba de una prueba que es ya seña de identidad. De hecho, por la mañana, empresarios y vecinos afirmaban a EL COMERCIO que se trata de «uno de los eventos más importantes» del municipio y reconocían que «la labor que hace la Escudería Villa de Llanes es impagable». El que comenzó siendo un fin de semana de fiesta y alegría por poder recuperar la competición tras su cancelación en 2020 debido a la pandemia quedó truncado por la tragedia.
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Hasta la sede de la oficina técnica del rally, emplazada en el Casino de Llanes, se acercaron varios miembros de la Corporación municipal, encabezados por el alcalde, Enrique Riestra, y el concejal de Deportes, Iván García. Ambos quisieron arropar a los miembros de la organización, quienes se encontraban consternados por lo sucedido. Asimismo, en torno a las siete de la tarde, se acercó también la directora general de Deporte del Principado, Beatriz Álvarez Mesa, quien tenía pensado acudir a la entrega de premios del 44 Rally Villa de Llanes al anochecer. Acudió junto a la presidenta de la Gestora de la Agrupación Socialista de Llanes, Gimena Llamedo, y el portavoz municipal del grupo, Óscar Torre.
La entrega, al igual que otros actos enmarcados en la cita automovilística como un concierto en el puente, no tuvo finalmente lugar por respeto a Jaime Gil, Diego Calvo y sus compañeros y allegados.
Entre los cientos de aficionados al mundo del motor que estos días se acercaron hasta Llanes y que desde el viernes mantenían prácticamente llenos los alojamientos y establecimientos hosteleros de la villa y alrededores, la incredulidad y el estupor de los primeros momentos dieron paso a la desolación. El de los rallys, reconocían, «es un mundo que todos sabemos que entraña ciertos riesgos, pero nunca esperas que te vaya a tocar vivir algo así». Y muchos destacaban «la impecable organización» de la que la escudería hace gala un año tras otro. «Al final es un terrible accidente». Quienes conocieron a los dos fallecidos, de quienes destacaban su buen trato y «lo mucho que hacían disfrutar al público con su conducción», trataban de consolarse y apuntaban que, «al menos murieron haciendo lo que más les gustaba».
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