Raúl Entrerríos (Gijón, 1981) cambió de rol en el balonmano tras termimar el partido contra Egipto. El capitán de los 'Hispanos' hizo un paréntesis hasta Tokio con la intención de cerrar con un oro olímpico una carrera inigualable. Sin embargo, Dinamarca le condenó a luchar por el bronce ante un rival en el que tenía enfrente al también gijonés Toño Cartón como ayudante de Parrondo. Raúl, con un último gol ratificó la victoria de España (33-31) y se hizo acreedor de una medalla de bronce que le sabe a gloria. Sus compañeros lo mantearon, abrazaron y expresaron palabras cariñosas. Así, entre lágrimas de felicidad, concluye la vida deportiva de un jugador cuyo palmarés será difícil que alguien lo supere: campeón del mundo, bicampeón de Europa, dos bronces olímpicos, ganador de tres Ligas de Campeones y de diez Ligas Asobal... Con todas las emociones acumuladas y más calmado, Raúl Entrerríos atiende a EL COMERCIO poco antes de recoger su último trofeo.
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-¿Qué sensaciones tiene ahora?
-Es un día muy emotivo por muchas razones. Estoy muy feliz por conseguir un bronce olímpico con este grupo, que lo merecía todo. Trabajamos muchísimo para llegar hasta estos Juegos, hicimos una grandísima competición, pasamo muchas dificultades y sacamos sacado adelante todos esos momentos complicados juntos, como equipo. Me quedo con esa sensación.
-Todos los jugadores dicen que este grupo se merecía el oro. ¿Por qué?
-Porque todos vamos a una. Y eso es fácil decirlo, pero no es tan fácil hacerlo. Lo hemos demostrado siempre en cada competición. Cuando hemos estado en dificultades siempre hemos acudido al equipo. Todo el mundo tiene claro el objetivo común y todos intentamos aportar el máximo en cada momento. Eso se refleja en nuestra forma de hacer las cosas, tanto dentro como fuera de la pista.
-Esta es su segunda medalla de bronce olímpica, después de la del 2008. ¿Cuál le sabe mejor?
-La otra la logré con mi hermano y Garabaya, pero las dos tienen un valor increíble. Una medalla olímpica es a lo máximo a lo que puede aspirar un deportista. Esta quizá tiene un sabor especial por todo lo que la rodea, así que la pondré al lado de la otra y las guardaré con muchísimo cariño.
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-El calendario no miente, tiene ya 40 años, pero en este torneo se ha visto que está para jugar uno o varios años más a altísimo nivel. ¿No se le ha pasado por la cabeza dar marcha atrás en su decisión?
-No, no. De ninguna manera. Es una bonita manera de cerrar este círculo. Es difícil de imaginar un final mejor. Qué más puedo pedir. Creo que a todos nos llega el momento de cerrar nuestra etapa como deportistas profesionales. Yo he tenido el privilegio de serlo durante veinte años... Eso es algo que difícilmente me podía imaginar y además formando parte de grandes grupos de personas y de deportistas. Ha sido un viaje increíble y estoy muy orgullo de él, desde el principio hasta el fin.
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-Pese a seguir en el balonmano, ¿no le da que pensar no tener entrenamientos, partidos...?
-Los tendré de otra forma. Voy a entrenar, me dedicaré a otras tareas... Pero no me da vértigo, no. Llevo pensando ello durante mucho tiempo, sabiendo que este momento podía llegar. Es ley de vida. Mi rutina va a cambiar, porque llevo veinte años haciendo lo mismo, pero siempre he sido una persona muy implicada con lo que hago. Ahora abro una nueva etapa, pero está relacionada directamente con el balonmano.
-Somos bronce olímpico, pero ¿usted diría que en estos 20 años de carrera el balonmano español ha mejorado?
-No hablo solo de la Selección. También me refiero a la Liga, a los clubes...
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-La liga Asobal sufrió una fuerte crisis económica, pero lo que defiendo es que, a pesar de todas esas dificultades, sigue habiendo buen balonmano. Gente que se dedica a ello y que echa muchas horas.
-El partido por el bronce lo gana quien se recupera mejor de las semifinales. ¿Cómo gestionaron la derrota ante Dinamarca?
-Hay que pasar el trago y eso no es sencillo. Pero en cuanto salimos el jueves del estadio, nos reunimos todos e hicimos piña. Es lo que mejor sabemos hacer y esa ha sido clave para llegar aquí y competir de nuevo. Claro que también Egipto ha hecho lo propio y nos ha puesto en muchísimas dificultades. Pero lo sacamos adelante y eso me hace estar orgulloso de este equipo.
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-¿A quién tiene ganas de llamar para dedicarle esta última medalla de su vida profesional?
-A la familia. A mi mujer, que supongo que estará con mi padre, con mi hermana... Tengo muchas ganas de poder compartir con ellos este momento, que es especial e ir nada más que pueda a Asturias a celebrarlo.
-¿Qué le dijeron sus compañeros?
-Muchas cosas que tengo que agradecerles. Son palabras que me guardo para mí. Todos están felices y eso hace que yo sienta un doble orgullo de formar parte de este equipo.
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