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ANDRÉS MENÉNDEZ
Domingo, 17 de noviembre 2019, 04:13
Todavía empapados por el intermitente 'orbayu', la plantilla se topó con una presencia inesperada al término de la sesión a puertas abiertas en El Molinón: la visita de sus familiares. Abuelos, madres e hijos, todos en el vestuario, anexo a la sala de prensa. «Como no pueden acudir al partido de mañana, se han acercado para estar con nosotros», deslizó Carmona. Se escuchan intervenciones de jugadores y familiares. Risas, mensajes de ánimo e incluso de José Alberto. Por los intestinos del estadio circula Fernando Fueyo, capellán del Sporting. El presidente, Javier Fernández, testigo del entrenamiento desde el túnel de vestuarios, permanece en un segundo plano. Atrás queda la última conjura antes del derbi y un mensaje de unidad: «Mañana -por hoy- nos la jugamos todos».
Mucho antes de las once, hora fijada para el inicio del entrenamiento a puertas abiertas, era casi imposible encontrar una plaza de parking. Coches en segunda fila, esperando por un lugar para aparcar el vehículo. «Parece un domingo de rastro», comentó una vecina, sorprendida, por el aspecto que presentaban las inmediaciones del estadio. A las diez y media, pasadas, se abrieron las puertas y se inició el goteo de seguidores. Entre todas las voces sorprendió una conversación de fondo: dispuestos sobre dos butacas, en las primeras filas de la Oeste, dos aficionados conversan apaciblemente en inglés. No parece afectados por el frío. Colin, de Reino Unido, afincado desde hace más de cuarenta años en Gijón, y Jerry, irlandés, casado con una ovetense. «Aprovechamos el entrenamiento y mañana lo seguiremos por la tele». A las once, la grada Oeste, sin estar repleta, tenía buen colorido y el fondo Sur contaba con una nutrida afluencia de seguidores.
Precisamente en la Sur, a esa hora, ya estaban fijadas dos pancartas. Un mensaje para la plantilla: «Honrad al escudo, traed la victoria». Y otro en recuerdo de Pelayo Morilla, lesionado de gravedad: «Ánimo, Morilla. Jorge Sariego, Iván Hernández y Fran Albert son los primeros en pisar el césped. Pasan veinte minutos de las once, El Molinón, por entonces, en silencio. Solo dos minutos después, los decibelios se dispararon. Saltaron los jugadores al verde, con José Alberto en la retaguardia. Ovación cerrada. «Vamos, Sporting», cantó unánime el estadio. «Hay que ganar», repitió.
Más cánticos. «Es rojiblanca, Asturias es rojiblanca» y primeros recuerdos para el Oviedo, muy presente en todo el entrenamiento. Comenzó la sesión y regresó la lluvia. Más de un millar de almas continuaron cantando, atechados en las gradas. «Venir un sábado, con la lluvia y el frío que hace es motivo de orgullo», incidió Carmona. José Alberto, enérgico, organizó una sesión con protagonismo para el balón e incidiendo en las finalizaciones. «Gol, gol», cantó El Molinón con cada tanto del partidillo. Algo más de una hora después, cerca de las doce, concluyó el entrenamiento. Pero nadie abandonó el estadio. El técnico, en ese momento, llamó a los futbolistas al centro del campo. Todos permanecieron de pie, solo 'Djuka' se reposó sobre el césped. Los marcadores se encendieron y en las pantallas irrumpieron las voces de algunos de los espectadores dispuestos sobre las gradas. «Mañana tenéis que ganar por toda la ciudad», «por Quini y Preciado», «por los que no vamos a estar», repitieron. Los futbolistas, agradecidos, respondieron con un aplauso y enfilaron los vestuarios. «Vamos Sporting», vociferó El Molinón.
El último empujón será hoy a las once, en El Molinón. UNIPES ha citado a la afición en el parking del estadio para dar los últimos ánimos.
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