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Villablino amaneció este martes de luto. En el aire se respiraba el dolor intenso, la impotencia y la desolación que dejó el fallecimiento de los cinco operarios leoneses que perdieron la vida el lunes en la tragedia minera de Degaña. Desde temprano, el polideportivo municipal ya estaba convertido en capilla ardiente y los féretros de cuatro de los cinco operarios fallecidos, Rubén Souto Robla, Iván Radío Barciela, Jorge Carro André y Amadeo Bernabé Castelao, llegaban procedentes del Instituto Anatómico Forense de Oviedo. Mientras que la capilla ardiente de David Álvarez Nuñez tuvo lugar en el Tanatorio de Bembibre.
Un silencio sepulcral invadía cada rincón del polideportivo de Villablino, pero al entrar los familiares de los fallecidos, ese silencio se convirtió en llanto. Pedro Díez, familiar de uno de los fallecidos insiste en que se depuren responsabilidades: «Lo que queremos es que se aclare y que no pase como siempre, que dicen que ha sido por imprudencia de los mineros, cuando sabemos que no es verdad. Queremos que se investigue y que pague quien tenga que pagar», dijo, roto de dolor.
A su lado estaba Alipio Álvarez, vecino de Villablino. «Dicen que la empresa tenía todos los permisos, pero no nos fiamos. Queremos que investiguen, porque estamos seguros de que la empresa es responsable», comentaba.
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Junto a él, Clemente Martínez, también vecino de Villablino, familiar de Iván, uno de los fallecidos, y antiguo profesor de Jorge, otra de las víctimas, abundaba: «A mí la mina nunca me gustó, siempre le tuve respeto. Yo tuve hermanos que trabajaron en la mina, pero nunca quise involucrarme».
Para Clemente, el mayor error que cometió su pariente Iván Radío fue volver a trabajar en la mina, cuando ya llevaba un tiempo retirado. «Iván era muy espabilado, era el que mandaba en la mina, tenía 54 años y la pena fue que volvió a trabajar. Él ya se había retirado, pero regresó y ahora deja mujer e hijos...», contaba, con su voz enmudecida y los ojos empapados de lágrimas.
También el cuñado de Rubén Souto Robla recordaba «como una pesadilla» todo lo que están viviendo. «Para nuestra familia ha sido un golpe irreparable. Esto no debía haber pasado», reconocía.
Mientras esto ocurría en el polideportivo, la capilla ardiente por David se instalaba en el tanatorio de La Encina, en Bembibre. Sus compañeros definían su pérdida como «un mazazo». Este martes se celebró también su funeral en Torre del Bierzo, que contó con la presencia de la ministra de Transición Ecológica, Sara Aagesen. Este miércoles, en Villablino, tendrá lugar el funeral de Rubén, Iván, Jorge y Amadeo, al que también asistirá la ministra y el presidente del Principado, Adrián Barbón.
«Compartimos el dolor por los terribles acontecimientos sucedidos en Cerredo. Nuestros pensamientos están con los familiares y amigos de los fallecidos, así como con todos los heridos, a los que deseamos una pronta recuperación». Así se los comunicaba la empresa Orovalle, propietaria de la mina de oro de Belmonte, en una carta remitida al comité de empresa. Desde el mismo se había solicitado adherirse al paro de 48 horas de luto oficial decretado por el Principado, pero la respuesta no ha sido la esperada: «Este no implica una suspensión de la actividad laboral, sino un reconocimiento institucional y simbólico que no conlleva la paralización de la actividad». Por tanto, «la actividad laboral debe desarrollarse con normalidad», concluyen.
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