Desgarro de las familias a las puertas de la mina de Cerredo: «Me quiero morir con él»

Las escenas son difíciles de digerir. Mujeres y hombres rotos de dolor lloran a las puertas de la mina de Cerredo las cinco vidas que la explosión acaba de llevarse por delante. Son familiares de los operarios muertos. Se oye sobre todo el resto de voces el grito desgarrador de una viuda: «¿Por qué? ¿Por qué no me dijiste ayer que era el último día?», y de seguido: «¡No puedo! ¡Me quiero morir con él!». A su lado, el hermano de David Álvarez, de apenas 33 años y trabajador en la mina desde el pasado enero, también muerto: «Estamos desconsolados, rotos de dolor, sin palabras». Pero las encuentra: «Lo peor es que nos hemos enterado por la prensa, lo hemos visto y hemos venido para acá corriendo (son de Villablino), pero aún nadie se ha dignado a informarnos». Entre sollozos, relata que su padre fue minero y que siempre trató de quitarle de la cabeza a su hermano la idea de seguir sus pasos. Indignado, apunta directamente a la empresa: «Esto es negligencia de la empresa».

«¿Dónde está la empresa responsable?», se pregunta también otra viuda justo antes de tener que recibir asistencia médica. La sientan en una silla de ruedas mientras sigue llorando.

José Antonio Álvarez es vecino de Cerredo y tiene lazos familiares con Jorge Carro, otro de los fallecidos, que acababa de ser padre de un bebé: «No hay derecho, antes las empresas garantizaban la seguridad, pero cada vez lo hacen menos», clama indignado.

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