Arantxa Palomino durante una de sus intervenciones televisivas en el programa 'De buena Ley', de Telecinco, donde conoció a su marido. TELECINCO

«Yo les grité: 'Asesinos, vais a ir a la cárcel los dos'»

Familiares de María Isabel Suárez, envenenada presuntamente por su sobrina y el actor Luis Lorenzo, denunciaron incluso su desaparición

SUSANA D. TEJEDOR

AVILÉS.

Lunes, 30 de mayo 2022, 01:47

José María Suárez Arias y su mujer Chelo Fernández sospecharon desde un primero momento de la muerte de la hermana de él, María Isabel Suárez. No se fiaban de su sobrina, Aránzazu Palomino, conocida en la familia como Arancha, ni del marido de ésta, el ... actor Luis Lorenzo, que tenían a su cargo en Madrid a la anciana cuando se produjo el fallecimiento. La sospechas, e insistencia, del hermano y cuñada de la fallecida llevó a que se practicaran dos autopsias. La segunda vino a confirmar sus sospechas: en el cuerpo de María Isabel se encontraron restos de cadmio y otra sustancia venenosa. «La mataron para robarle», afirmaba ayer José María Suárez, que atendió a EL COMERCIO en Avilés, donde reside.

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Él es el segundo de los cuatro hermanos que tenía la mujer, fallecida hace casi un año y que, presuntamente, fue envenenada por su sobrina Arancha y el actor Luis Lorenzo, con un plan urdido «para sacarle les perres», según José María. Ayer, relató el calvario que llevan pasado desde que su hermana «desapareció», hasta que volvieron a saber de ella, «cuando llegó ya muerta» para recibir sepultura en el cementerio de Valduno, en Las Regueras, donde vivió durante años con su marido.

El hermano de María Isabel asegura que, antes de morir «cambió el testamento. De dejarlo todo para los cuatro hermanos a partes iguales pasó, en mayo, a dejárselo todo a la sobrina. A eso vinieron, por supuesto». La situación llegó al extremo de que «la familia se enteró por la esquela de que nuestra hermana había muerto», lamenta.

Llevaban un tiempo buscándola: «A mí -relata Chelo- me llamaba todas las noches porque estoy delicada de salud y, cuando una noche no me llamó, intentamos nosotros ponernos en contacto con ella, pero el teléfono estaba apagado». Tras insistir sin éxito en repetidas ocasiones, y temiéndose que a María Isabel le hubiese ocurrido algo, presentaron una denuncia por desaparición en el juzgado de Grado.

Y sin noticias de ella estuvieron hasta que una de las hijas de José María y Chelo les informó de que María Isabel había muerto. «Nos enteramos porque Arancha puso una esquela en un tablón del pueblo en la que solo aparecía ella». Posteriormente, la familia publicó otra en la que constaban los parientes directos.

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Todo resultaba muy extraño y sospechoso para el hermano de la fallecida, quien recuerda que «gozaba de una salud estupenda y, de la noche a la mañana, ya la traían muerta para enterrarla». Relata Chelo que creía que María Isabel sería centenaria, «por genética y por su salud de hierro. Mi suegra murió con 98 años y siempre le comentábamos que ella duraría por lo menos otro tanto, porque nunca había tenido ni un dolor y, pese a su edad, 85 años, iba a la huerta de su cuñado, en Lafuente y cogía fruta que vendía en El Fontán».

Las sospechas llevaron a José María a solicitar que se practicase una autopsia al cadáver. «Me preguntaron que si estaba dispuesto a seguir adelante y dije que hasta el final. Y la jueza me mandó firmar. Tengo los papeles en el juzgado de Grado». Recuerda que la jueza se interesó por si su hermana tenía dinero. «Que yo sepa tenía 60.000 euros en la Caja Rural de Grado y sé que también tenía algo a plazos. Pero todo eso ya desapareció».

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La autopsia se realizó en Oviedo a las diez de la mañana del 30 de junio de 2021 y a las dos horas fue enterrada en el cementerio de Valduno. En el funeral se armó una buena. «Arancha se puso a dar un sermón sobre mi hermana, diciendo que murió con quien quiso y otra hermana nuestra, Josefa, le dijo: 'Mentira, la matasteis vosotros' y el cura le quitó el micro. Al salir del cementerio se tiró en el suelo dando voces. Y el padre no miró ni para ella. Estábamos 20 o 30 personas y nadie hizo nada. El marido, todo el tiempo grabando en la iglesia y el entierro». A ambos, dice José María, los había visto por última vez cuando se casaron, en Avilés. «Me pidieron ir de testigo», apunta.

«Conflictiva, caprichosa, muy consentida y con mala cabeza». Así definen a Arancha. A Luis Lorenzo, poco lo vieron, pero cuando se solicitó la autopsia hubo un encontronazo que acabó en los juzgados. «Mis hijos les dijeron: 'Sinvergüenzas, que no me dejasteis hablar con mi tía'. José les increpó: 'Asesinos, vais a ir a la cárcel los dos'. Y a quien denunciaron fue a Chelo diciendo que les había dado con el bastón».

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