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Chelo Tuya
Gijón
Lunes, 20 de febrero 2023, 12:14
Identidad socialista, no toxicidad política y autoestima regional. Esos son los tres grandes objetivos que se marca el presidente del Principado, Adrián Barbón, para el fin de la presente legislatura y el desarrollo de la próxima, la que comenzará tras las elecciones autonómicas de mayo próximo. Con la confianza de repetir en el cargo, declaró su «máximo respeto al candidato del PP, Diego Canga, al que espero que, cuando le toque asumir el papel de líder de la oposición en Asturias, lo haga con espíritu constructivo». Uno que defendió, «siempre ha tenido este Gobierno», marcado por la política de pactos «sin tener mayoría absoluta, hemos logrado aprobar los presupuestos regionales durante los cuatro años de la legislatura», algo que no ocurría, recordó, «desde hace 20 años, en 2003». Gracias a una forma de gobernar alejada «de la política tóxica de Madrid». Porque, aseguró, «la política madrileña es tóxica».
Así cerró Adrián Barbón su discurso ante el público asistente al Fórum Europa, organizado por Nueva Economía Fórum en el madrileño Hotel Ritz, hoy explotado por la cadena Oriental Mandarin. Lo hizo acompañado de una nutrida representación de la política estatal y regional, así como de la sociedad económica. Para escuchar a Barbón acudieron las ministras de Transportes y de Justicia, Raquel Sánchez y Pilar Llop, así como el ministro de Agricultura, Luis Plans, que compartieron espacio con el secretario de Estado de Industria, Pachi Blanco, y con Luis Colunga comisionado para el PERTE de Descarbonización Industrial.
También asistieron el vicepresidente y consejero de Administración Autonómica, Medio Ambiente y Cambio Climático, Juan Cofiño; las consejera de Presidencia, Rita Camblor, y de Cultura, Política Llingüística y Turismo, Berta Piñán; el consejero de Medio Rural y Cohesión Territorial, Alejandro Calvo, y el viceconsejero de Infraestructuras, Movilidad y Territorio, Jorge García. Además del presidente de la Cámara de Comercio de Gijón, Félix Baragaño; el vicepresidente de la Cámara de Oviedo, José Manuel Ferreira; el presidente de Asturias Compromiso XXI, Eduardo Sánchez, el director de Sabadell Herrero, Pablo Junceda, el empresario Blas Herrero y, entre otros, el fundador de Mensajeros de la Paz, el Padre Ángel.
Este último fue el encargado de presentar a Adrián Barbón, del que dijo conoció «no en Asturias, sino en África, cuando era el alcalde más joven, el de Laviana, pero estaba como voluntario en Benín». El cura mierense, ataviado con su eterna corbata y bufanda roja, explicó que la que lleva es nueva, «porque la anterior se la regalé al Papa Francisco, cuando le visité y estuve con él no cinco minutos ni media hora. Como no llevaba ningún regalo para él, le di mi bufanda». Una referencia al pontífice que le sirvió para decir que «como señaló el Papa Francisco, el arzobispo don Gabino Merchán 'era un buen tipo'. Tú, Adrián, también lo eres». Un piropo que también lanzó al presidente de Nueva Economía Fórum, José Luis Rodríguez.
Mientras el aludido, que pilotó el diálogo con Adrián Barbón y le transmitió las preguntas del público, bromeaba diciendo «ya hablaremos» al fundador de Mensajeros de la Paz, el presidente regional inició su discurso explicando que la corbata roja que lucía «es en homenaje al Padre Ángel». Un espíritu de cordialidad que marcó todo el acto. Incluso en las preguntas más complicadas, como la relativa a una nueva reconquista de Asturias, «¿una Asturias que pierde población y que no tiene el atractivo fiscal de Madrid, qué necesita para que se altere ese viaje a la marginalidad?» que le planteó Rodríguez.
Barbón negó la mayor de ese viaje a la marginalidad y reivindicó que «los asturianos debemos reforzar nuestra autoestima». Volvió a recoger la frase del laureado chef José Andrés, «Asturias, tenemos que creérnoslo» para apuntar que hay «una visión idílica de la Asturias de 1982, que era 'inilandia', porque nuestra economía dependía, al cien por cien, de empresas públicas que no eran rentables», De aquella Asturias «con 50 ambulatorios pasamos a un Principado con 214 centros de salud» y tras pasar «todas las reconversiones posibles, la del carbón, del metal, la naval», hoy «el 85% de los buques que se construyen lo hacen en astilleros asturianos» y Asturias tiene «empresas de primerísimo nivel».
No olvidó el jefe del Ejecutivo asturiano insistir en que «es mentira que nuestra política fiscal frene a las empresas. El impuesto que las grava es el de Sociedad, que es estatal. Nosotros lo que tenemos son incentivos». En esa línea, recordó que «en Asturias hemos bajado todos los impuestos, pero según el nivel de renta», algo que defiende como «solidario». Apuntó que, antes de aprobar esa rebaja, «algunos planteaban la famosa deflactación y, cuando hicimos la simulación, resulta que yo, que gano 70.000 euros al año, tendría un descuento de 315 euros. Sin embargo, un sueldo medio en Asturias, de 20.000 euros, tendría 90». Algo que considera «injusto. La fiscalidad asturiana se basa en que paguen más los que más tienen. En deducciones directas por hijos, para la emancipación... Nuestra vía fiscal es la más justa. Porque la justicia social solo tiene un camino: la justicia fiscal», aseveró.
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Junto a la política fiscal, la gran pregunta que flotaba en el ambiente es la relativa a los problemas ferroviarios de Asturias, problema compartido con Cantabria. Ante la atenta mirada de la ministra de Transportes, con la que Adrián Barbón, junto al presidente de Cantabria, Miguel Ángel Revilla, se reunirá esta misma tarde, el presidente asturiano le dijo que «yo no estoy dispuesto a comprar ningún plazo a cualquier precio».
Se refería tanto al retraso en la llegada de la alta velocidad a Asturias «¡Claro que el retraso del AVE me perjudicó políticamente», pero volvió a repetir que cambia votos «por dormir tranquilo y saber que todo se hará con las máximas condiciones de seguridad, y no como ha ocurrido en otras comunidades», como a la crisis de los trenes de Feve destapada por EL COMERCIO. Los vehículos encargados por el ministerio de Transportes hace dos años y que fueron diseñados con medidas erróneas, de tal manera que no podrían pasar por los túneles.
En ese aspecto, que será la clave del encuentro que él mismo, junto a Revilla, mantendrán con la ministra Raquel Sánchez, prefirió Barbón hacer memoria y recordar que «Feve desaparece por una decisión del Gobierno de Mariano Rajoy» y que, aunque se habló mucho de un plan de cercanías, «la primera vez que se habló de presupuesto fue en una reunión con el ministro José Luis Ábalos (antecesor de la actual). Se habló de 600 millones. Ahora ya se habla de 1.000». También al PP, en este caso a la época en la que Francisco Álvarez-Cascos ocupaba el ministerio de Fomento, culpó de los retrasos en la ejecución de la Variante de Pajares. «En la reunión que tuvimos en Asturias con el ministerio y con representantes de los sectores económicos nos dijeron claramente quién y de qué forma había tomado la decisión».
A él también achacó «que los asturianos sigamos pagando el peaje del Huerna. Por una decisión de Álvarez-Cascos, en un gobierno de José María Aznar, el peaje se prolongó hasta 2050. Si no hubiera sido por esa decisión, había caducado en 2021».
La crisis ferroviaria ha servido para poner de manifiesto la necesidad de colaboración entre autonomías, como está ocurriendo entre Asturias y Cantabria, ya que los trenes de tamaño inadecuado estaban previsto para ambas comunidades. A preguntas de si, dado la pérdida de población, un futuro pasará por la fusión de comunidades, Adrián Barbón recordó que «anoche mismo, en la cena con Miguel Ángel Revilla, él me decía que si ambos hubiéramos tenido otra edad y nos hubiéramos conocido en el 75 quizá ahora estaríamos hablando de AsturCan. No sé si eso hubiera sido posible, pero ahora no lo es».
Como en el inicio de su discurso, volvió Barbón a tirar de los pactos. «Lo que se necesitan son pactos entre comunidades. Y que no piensen que los grandes acuerdos del futuro serán entre comunidades de un partido o de otro, sino de las que tengan las mismas necesidades». En esa línea, frente a las más pobladas, que reclaman inversión estatal por volumen de habitantes, Barbón defiende que «debe ponderarse la situación de cada comunidad, su geografía, el aislamiento y la edad de la población». Porque, recordó, «no cuestan lo mismo esos 214 centros de salud en Asturias que en otra comunidad».
Sobre si le ha parecido transparente la gestión de los fondos mineros, Barbón se mostró rotundo. «Hubo mucho cazasubvenciones, que llegaron, cogieron las ayudas y a los cinco años cerraron las empresas». Con sus luces y sus sombras, no obstante, defendió la reconversión minera «basada en la creación de empleo y en las jubilaciones», a diferencia de la de «despidos que aplicó el Reino Unido».
Una forma de política que, destacó, ha sido también la desarrollada por su equipo «en la legislatura más dura de la democracia». La pandemia «que marcó un antes y un después», fue menos dura «porque se aplicaron políticas de ayudas directas y los ERTEs. Sin ellos, esas personas que hoy mantienen su trabajo habrían sido despedidos».
En cuanto a su republicanismo, Barbón conjugó esa característica, así como la de cristiano -«soy católico y cristiano y en el partido me quieren igual», bromeó-, «con el máximo respeto a la Casa Real y al Rey». Se mostró convencido de que los Premios Princesa de Asturias «son un gran escaparate mundial para la región, nos ponen en el mapa» y ante la jura de la Constitución de la heredera al trono, que cumple 18 años en octubre de este año, avanzó que puede haber actos en Asturias, «pero depende de la Casa Real. Son ellos los que lo organizan, como no puede ser de otra manera, y a ellos les corresponde anunciar lo que sea necesario».
Mientras hizo referencia a la solución «de la regasificadora, que estaba paralizada», y se mostró confiado en que «Duro Felguera encuentre su socio inversor», y que «Alcoa salga adelante», insistió en que «Asturias tiene más futuro que pasado, y fíjense si tenemos historia». Puso en la columna del haber «el crecimiento histórico en vuelos», la «subida del turismo» y que Asturias es «una comunidad ideal para los nómadas digitales». Así, recordó su encuentro con una familia andaluza empadronada en Peñamellera Baja. «Se jubilaron y vinieron a vivir a Asturias en busca de un clima mejor». Un futuro, el de recabar «jubilados y nómadas digitales», que da por seguro. «Aunque, tendremos que poner límites. A partir de 2 millones ya no aceptamos a nadie», bromeó.
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