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RAMÓN MUÑIZ
GIJÓN.
Domingo, 25 de agosto 2019, 02:30
Un dato evidencia la bomba demográfica de Asturias: el 37,2% de quienes habitan la región son demasiado jóvenes o mayores como para trabajar. Son, por tanto, casi cuatro de cada diez residentes y la demografía tiene un nombre para ello: denomina como « ... población dependiente» a todos los niños y adolescentes que no llegan a los 16 años y a quienes pasan de los 64. «Se trata de un indicador con un claro significado económico, pues representa la medida relativa de la población potencialmente inactiva sobre la potencialmente activa», explica a las claras el Instituto Nacional de Estadística (INE). Es decir, el número da una idea de cuántos pueden cotizar en un territorio y quienes vivirían de ello.
Desde 1975 el organismo coge cada 1 de enero y calcula la tasa de población dependiente. Es una operación en la que suma a quienes están en edad de trabajar y calcula respecto ellos qué proporción representan los que tienen imposible cotizar. Asturias empezó el año con 640.007 personas en edad legal para ser asalariado frente a 382.286 demasiado jóvenes o mayores para ello. La tasa de dependencia resultante es del 59,73% y nunca había encontrado el INE una desproporción tan acusada.
En los años 80 se estuvo cerca y lejos a la vez. La tasa llegó al 57,79% pero lo hizo sobre todo por el lado juvenil. Los colegios y campos de la región estaban abarrotados de una chavalería que hoy escasea. De aquella había 271.000 menores de 16 años; hoy las escuelas rurales donde se formaron andan abandonadas en su mayoría o se usan para otra cosa. Asturias cuenta con menos de la mitad de críos que en los albores de la democracia.
Ahí reside otra de las peculiaridades asturianas. Los menores de 16 años suponen el 18,75% respecto a la población en edad de trabajar. Es con gran diferencia la proporción más pobre del país. Asturias lleva 23 años consecutivos situándose como la comunidad con menos críos capaces de coger el relevo el día de mañana en el mercado laboral.
A ese récord el INE agrega otro. Por cada diez personas en edad de trabajar en Asturias se encuentran cuatro que han pasado la barrera de la jubilación. La tasa es del 40,98% y no es solo la más alta del país: es que España nunca había conocido una proporción tan abundante de mayores de 65 años concentrados en una misma comunidad autónoma.
Las estadísticas del INE sobre la estructura de la población profundizan en este fenómeno dentro de las ciudades de más de 50.000 habitantes. De los 147 municipios que analiza, Gijón resulta el décimo con la mayor proporción de residentes considerados dependiente. La tasa es del 60,25%, lo que indica que por cada diez gijoneses en edad de trabajar hay otros seis que son demasiado jóvenes o mayores para hacerlo. Avilés presenta una estructura económicamente más sostenible, con una tasa del 57,49% y por detrás queda Oviedo, con su 54,41% en parte favorecido por su peso universitario.
Existen otros registros que corroboran la misma fotografía. En esa categoría de municipios de más de 50.000 vecinos, resulta que Gijón es el tercero con la edad media más avanzada. El INE calcula que los gijoneses promedian los 47,86 años, algo que entre las grandes ciudades del país solo superan Ferrol (48,76) y León (48,02). Avilés es el quinto de esos 147 municipios con la población más envejecida y Oviedo el decimocuarto. La media del noroeste en su conjunto ronda los 47 años, la española está cerca de los 43 y la europea es ligeramente más baja.
Son números todos que redundan en la misma idea: la sangría demográfica que vive la región no solo genera un mayor gasto social en sus servicios, sino que también merma su capacidad para generar rentas con las que sostenerlos. El Plan Demográfico de Asturias 2017-2027 subrayaba con razón que de todos los indicadores que retratan esta evolución «sin duda, el que presenta unas connotaciones más preocupantes es el relativo al envejecimiento; la ratio de población en edad de trabajar respecto a la población dependiente mayor está en Asturias por debajo de 3 a 1», cuando la proporción en Europa es de un trabajador más por cada jubilado. Son condiciones que hacen del Principado una comunidad incapaz por sí sola de generar los recursos con los que sostener el actual nivel de vida.
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