Barbón llama a la «concordia y la unidad» y pide un Día de Asturias sin «desencuentros»

Solemne, sencilla y muy, muy emotiva. La ceremonia que cada 8 de septiembre acoge la capital del Principado para hacer entrega de las Medallas de Asturias –en esta ocasión en el Palacio de Exposiciones y Congresos Ciudad de Oviedo y ante unas 1.500 personas– no perdió ayer ni su esencia, ni su finalidad. Reconocer a quienes de una forma u otra han dejado huella en nuestra tierra y honrar con la máxima distinción que otorga el Principado reconocidas trayectorias como las del exdirector de EL COMERCIO Marcelino Gutiérrez, y el exalcalde de Mieres Aníbal Vázquez, ambos fallecidos en 2023. Pero también la de la científica Adonina Tardón, la artista Consuelo Vallina y el presidente de honor vitalicio de la Federación Socialista Asturiana, Pablo García.

Un acto en el que también se hizo entrega del título de Hijo Adoptivo a los hispanistas franceses Yvan Lisorgues y Jean François Botrel y el título de Hijo Predilecto al cardenal Ángel Fernández Artime, si bien no pudo acudir a recibir el galardón.

No quería el presidente del Principado, o al menos así lo manifestó en su discurso, que nada ni nadie restara protagonismo a los homenajeados ni a las celebraciones del Día de Asturias, «cuya trascendencia se impone a todos nosotros», dijo. Y es que Barbón era totalmente consciente del interés que generaban sus palabras después de que, apenas unas horas antes, el arzobispo de Oviedo, Jesús Sanz Montes, contestara con un sermón de hondo calado político a su decisión –secundada por el resto de los miembros del Consejo de Gobierno–, la del presidente de la Junta General, Juan Cofiño y de la delegada del Gobierno, Adriana Lastra, de no acudir por primera vez a la celebración litúrgica con motivo de la festividad de la Virgen de Covadonga.

Una dura homilía a la que se suma el hecho de que el arzobispo de Oviedo, al que se le cursó invitación para participar como cada año en la entrega de Medallas de Asturias, no asistió a la ceremonia institucional, participando en representación de la Iglesia asturiana el vicario general, Jorge Juan Fernández Sangrador.

Ante este escenario de creciente fuerte tensión entre la Iglesia asturiana y el Gobierno del Principado, el presidente regional advirtió que el Día de Asturias «no era una jornada para protagonismos ni lucimientos particulares» e hizo un llamamiento a la «concordia y la unión» sobre «tensiones y desencuentros». «Por lo menos tenemos que intentar con buena voluntad que esta jornada no intensifique los antagonismos, que al año ya sobran muchas horas para la expresión acalorada de las diferencias», reclamó el líder socialista, quien improvisó su discurso para señalar también que el acto institucional de entrega de Medallas de Asturias «acoge a todos, creyentes o no, de una tendencia política u otra, de una orientación sexual u otra». El mensaje claramente estaba dirigido a Sanz Montes, quien horas antes, en la basílica de Covadonga, había señalado que allí «no sobra nadie ni tampoco nos falta ninguno de los que declinan entrar en la casa de María ausentándose por razones tan dudosas como extrañas».

Barbón aprovechó el discurso con el que se clausuró el acto para reivindicar también una Asturias «madura y capaz de fijar objetivos compartidos» y apuntó como retos comunes el impulso demográfico, la renovación industrial, el refuerzo de los servicios públicos, la revitalización del medio rural o la consolidación del modelo turísticos de calidad.

Recordó el máximo dirigente asturiano que gracias a ese consenso se han acordado prioridades en materia de comunicación, se ha negociado un pacto de concertación social y se espera dar pasos en favor del medio rural y la salud mental. Y puso también como buen ejemplo el acuerdo casi unánime alcanzado hace ya cuatro años en la Junta General en relación con el posicionamiento de Asturias en materia de financiación autonómica. «Ese documento, coherente con las declaraciones acordadas con otros gobiernos autonómicos, condensa unos criterios plenamente vigentes. Porque un acuerdo razonado, bien argumentado y con un respaldo amplio tiene mucho más peso que cualquier exabrupto tremendista», dijo, en respuesta a quienes le piden más contundencia a la hora de manifestar su postura en torno al reciente pacto fiscal del Gobierno central con ERC para Cataluña.

También reivindicó el presidente del Principado una Asturias «esperanzada, que crea en ella misma» y presumió de que, pese a que las últimas décadas no han sido fáciles para esta tierra, «hoy podemos afirmar que lideramos la transformación industrial, que enterramos el complejo de aislamiento, que somos sinónimo de calidad turística y que estamos cada vez más orgullosos de nuestra cultura», remarcó en un discurso en el que intercaló como ya es habitual el castellano, el asturiano y el eonaviego.

Hubo como no podía ser de otra manera, numerosos mimbres asturianos desde el inicio de la ceremonia, con la actuación musical a cargo del cantante Un de Grau, que interpretó 'Adiós Llugarín de Pión' y 'Nun llores, nin' hasta el final, con el siempre emotivo 'Himno de Asturias' a cargo de la Real Banda de Gaitas Ciudad de Oviedo.

«Hay personas que siempre lo hacen, que día a día entregan lo mejor de sí, que se vacían por completo». De esta forma se refería Adrián Barbón ayer a las cinco personas que recibieron la Medalla de Asturias, la máxima distinción institucional del Gobierno del Principado, a los que les agradeció también su compormiso con esta región. «Marcelino Gutiérrez nunca bajaba la guardia. Si el periodismo exige vocación, el director de EL COMERCIO la derrochaba», destacó Barbón de quien fuera director de esta cabecera desde 2016 y hasta su repentina muerte en septiembre de 2023. «Con su rigor y su respeto a la pluralidad, ajeno al etiquetado de banderías, la medalla de Asturias honra a una persona que contribuyó a mejorar la calidad de la conversación pública en el Principado», añadió el presidente, quien lo puso como ejemplo de «periodismo veraz y crítico».

A Aníbal Vázquez, alcalde de Mieres durante doce años, hasta su fallecimiento en noviembre del año pasado, le definió como «un antídoto del sectarismo. Alguien plenamente identificado con sus ideas, rocoso en las convicciones y, al mismo tiempo, abierto a todos los demás». Con especial emoción se refirió a Pablo García, presidente de honor de la FSA y su mentor, al que describió como una persona «humilde y maestro de libertades contra la dictadura». «Llevo conmigo tus enseñanzas como quien guarda un objeto precioso y querido. Entre ellas, hay una que no olvido jamás: que los derechos no son un regalo caído del cielo. Que hay que defenderlos generación tras generación, sin bajar la guardia», le dijo.

A Adonina Tardón le reconoció su «brillante evolución académica e investigadora» y se mostró confiado en que, gracias a ella, en un futuro no muy lejano baste una revisión rutinaria para detectar la bacteria vincula al cáncer de estómago y se pueda evitar la temida enfermedad. Y de Consuelo Vallina subrayó su talento, su voluntad de interpretar el mundo desde el arte y su compromiso con la igualdad. También hubo palabras de cariño para Ángel Fernández Artime, séptimo cardenal asturiano de la historia, distinguido como Hijo Adoptivo y para los hispanistas franceses Yvan Lissorgues y Jean François Botrel, expertos en la obra de Leopoldo Alas Clarín, nuevos Hijos Adoptivos de Asturias.

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