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Adonina Tardón recogía ayer la Medalla de Asturias como primera y única mujer catedrática de Medicina Preventiva y Salud Pública de la Universidad de Oviedo. También como una de las investigadoras más destacadas por el CSIC, el Centro Superior de Investigaciones Científicas. Y como líder del proyecto europeo 'Cancer Prevention at Work', que busca el modo de erradicar la bacteria 'helicobacter pylori' como principal factor de riesgo del cáncer de estómago. Y como mujer de vanguardia.
Porque ayer la doctora Tardón, que durante su discurso llegó incluso a emocionarse, recogió su distinción «en nombre de las mujeres de mi época, que lo tuvimos un poco más difícil para desarrollar nuestra carrera profesional», debido a unos «férreos estereotipos» que ella logró sortear «gracias al apoyo de mi familia». A sus padres, «por enviarme a la Universidad y permitirme estudiar una carrera de Ciencias cuando no era lo habitual». A mis hijos, «los mejores del mundo». A sus nietos, «la última pieza de mi alma». Y, por supuesto, a «un Ángel que conocí con 14 años y siempre tuvo claro que una mujer tiene el mismo drecho que un hombre a desarrollar su carrera y con el que construí una vida en absoluta igualdad».
Su intervención fue una oda a la igualdad de género y a su trabajo, que describió someramente, pero con sumo entusiasmo. Adonina Tardón explicó que «la epidemiología nos sirve para descubrir las causas de la enfermedad, predecir resultados, promover la salud...». En su caso, «estudié como disminuye el riesgo de cáncer al abandonar el hábito tabáquico» o «como los compuestos químicos asociados a pesticidas y plásticos puede trasnferirse de la madre al recién nacido».
Pero si algo le apasiona es la docencia y, de hecho, se refirió a los alumnos como su segunda familia: «He enseñado 34 años en Magisterio a más de 5.000 alumnos». Y también imparte epidemiología en la facultad de Medicina, donde «es muy especial enseñar, porque son estudiantes muy vocacionales». Por todo ello, por ese trabajo al que ha dedicado su vida, «recibir la Medalla de Asturias es el mayor honor que nunca hubiera podido pensar. Es indescriptible el orgullo que siento», aseguró Tardón.
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