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Adrián Barbón, presidente del Principado de Asturias
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Adrián Barbón, presidente del Principado de Asturias
«El mayor impacto será psicológico: la variante rompe el aislamiento»Dicen que ponerte delante de una montaña o el mar te resitúa. Ante naturalezas de ese calibre las preocupaciones de uno empequeñecen, recuperan su dimensión mortal, dejan espacio para escuchar y reflexionar mejor. Buscando ese ejercicio, ese mirar fuera para encontrarse dentro, EL COMERCIO inspeccionó ... la variante de Pajares junto al hombre al que 195.999 votantes hicieron, de nuevo, presidente del Principado. Adrián Barbón llega en su coche oficial. Hay dos banderas de Asturias en los asientos traseros, el libro 'Testimonio. Viviendo la historia', del exministro Manuel Castells, a medio leer, junto a 'La Casa Blanca en los años de Reagan y Bush', de Henri Pierre.
La infraestructura parece querer decir algo. Mientras Barbón se deja fotografiar por Alex Piña ante el viaducto de Teso entra en el encuadre un S-130. E tren está haciendo el recorrido de prueba para la inauguración, saliendo de Chamartín a la hora que se espera lo vuelva a hacer el miércoles con el Rey, el presidente del Gobierno y más de 200 autoridades. A bordo, hoy, va un equipo de seguridad revisando el trazado. Tras el Alvia, como persiguiéndole, surge una locomotora de 'Medway', gigante de la logística que lleva meses preparándose para operar en Asturias en cuanto se estrene la variante.
«Tengo una teoría» -confía Barbón-, «la apertura va a tener sobre todo un impacto psicológico. Va a demostrar que esto va en serio y que ya no estamos aislados. Lo que más nos aislaba era la cordillera, algo positivo en algunos casos y negativo en otros. Romper ese aislamiento nos vendrá bien como población y como comunidad. Desde un punto de vista psicológico, nos hará ver el futuro con esperanza. La filósofa Adela Cortina, en un encuentro privado, me explicó que el optimismo y el pesimismo son estados de ánimo, pueden ser puntuales o transitorios, pero nunca permanentes. La esperanza es una proyección de deseo. La variante apunta a la esperanza».
Hablamos de 49,7 kilómetros de túneles y viaductos que se suceden entre La Robla y Pola de Lena, con escasa curvatura y mínima pendiente, para que el tren pueda avanzar a máximas (futuras) de 275 kilómetros por hora, para reducir en más de una hora el viaje entre Asturias y la meseta. Su estructura singular son los dos macrotúneles de 24,6 kilómetros, perforados a cotas de más de mil metros de profundidad, por cinco tuneladoras que colocaron 252.686 dovelas. Hay 200 ventiladores y 2.600 kilómetros de cables. Para colocar cada pieza hicieron falta cerca de 20 años de obras y pruebas, casi 4.000 millones de inversión, una marabunta que llegó a contar con 5.000 trabajadores a la vez.
Hizo falta todo eso, pero también que detrás empujara una comunidad unida en esta demanda. Una vez lograda, ¿habrá otra causa capaz de concitar tantos afanes? «Va a ser difícil. Hay infraestructuras que tenemos pendientes; en cercanías es importante cumplir el plan que pactamos en los Acuerdos de la Castellana, culminar la autovía del suroccidente, el enlace de Robledo y la ZALIA, pero son actuaciones que interesan a zonas determinadas. Creo que ninguna otra actuación va a ser capaz de concitar el afán colectivo y la reivindicación de esta».
Asturias vive hoy su último domingo sin variante. El estreno marca el final de un camino y el inicio de otro. Cuando nació Barbón, en 1979, Renfe preparaba el Plan General de Ferrocarriles, documento que apostaba por modernizar toda la red nacional y que incluía, por primera vez, este proyecto. Era un guaje de tres años correteando por Pola de Laviana cuando Felipe González llega a La Moncloa y cambió de prioridades. La gran manifestación de la Plataforma Pro Variante en Oviedo le pilla con diez años, en el Colegio San José, ese por cuyo cierre llorará. El Congreso aprueba la ley que ordena darle prioridad en noviembre de 1997, siendo por entonces Barbón un chaval que acaba de empezar Derecho en la Universidad de Oviedo.
«Siempre me gustó mucho la política. Mis primeros recuerdos de la variante son cuando se hablaba de ella con el Gobierno de José María Aznar. Recuerdo la puesta de la primera dovela, acto meramente protocolario, que no tuvo trascendencia. El momento trascendente es cuando se empieza a perforar», sostiene.
Compagina estudios con ser teniente de alcalde de su concejo. Viaja mucho a Madrid, «siempre en tren. Me acuerdo el salto que supuso la línea de alta velocidad desde Valladolid. También los problemas cuando se congelaba el cambiador en Valladolid; una vez nos quedamos parados diez horas parados. Sí, conozco las averías en esta línea».
¿Es capaz de ver en esto una historia donde el PP todo lo hizo mal? «Siempre digo que ha hecho cosas bien. Eliminó la mili, y gracias a esa decisión política yo no la hice. El plan de pago a proveedores fue una buena idea y nos ayudó a los alcaldes a salir adelante. Aquí lanzó la obra, hizo la ley que le da prioridad y puso la traviesa simbólica, sin tiempo material para ejecutar nada. En la etapa de Mariano Rajoy, y no digo que fuera una decisión premeditada, hubo un recorte de inversión con la crisis y aquí pagamos un peaje. Si a eso sumas que por falta de criterio político no plantaron cara a las imposiciones del expresidente Francisco Álvarez-Cascos...»
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Alude a la guerra de los anchos de vía, cuando Asturias se dividió entre partidarios del ibérico (con los carriles separados por 1.665 milímetros) y los que reclamaban ancho internacional (1.435). «No entendía bien el debate. La gente en la calle no entiende una discusión así. Cuando llegué a la secretaría general de la FSA me di cuenta del problema. La cerrazón del expresidente suponía que las mercancías no podrían utilizar la variante, tras una inversión de 4.000 millones. Eso no se entiende».
Dándole vueltas a un té negro, en una cafetería cercana, se revuelve: «Aquí no ha habido decisiones políticas, si las hubiera habido esto se habría inaugurado en abril, antes de las elecciones de mayo». ¿Cuántos votos le costó eso? «Seguramente bastantes. Anunciar en plena precampaña que se volvía a retrasar fue un jarro de agua fría que generó descontento. Pero cuando te dicen que es por seguridad, entre tener uno o dos diputados más y dormir con la conciencia tranquila, opto por lo segundo».
Barbón llega con un billete. El 30 de noviembre tiene actividad en León y acudirá en el segundo tren que utilice la variante desde Asturias. Lo sacó en clase turista. Tener la capital vecina a una hora de Oviedo «va a cambiarnos muchísimo. Los nacidos en León son la mayor comunidad en Asturias, y viceversa. Tenemos vínculos históricos. Hay gente que por la mañana irá a León y regresará en el último tren». Se perderán, eso sí, el espectáculo de la rampa de Pajares, con ese paisaje que, como pasear junto a la variante, invita a resituar.
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