Clase de lavado de dinero en directo
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Clase de lavado de dinero en directo
Viernes, 15 de Marzo 2024, 09:35h
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En Brasil es donde más cerca ha sentido la muerte Bertrand Monnet. Allí, una de las mayores organizaciones criminales de América Latina lo secuestró, lo apaleó, le apuntaron a la cabeza con una pistola y lo obligaron a tomar cocaína mientras sus captores intentaban que admitiera ser policía. Pero Monnet, de 49 años, no es policía. Ni periodista ni agente de las fuerzas especiales ni aventurero en busca de emociones fuertes. Es profesor de Ciencias Empresariales.
Hace dos décadas, Monnet se dirigió a la École des Hautes Études Commerciales du Nord (EDHEC), una de las diez mejores escuelas de negocios de Europa, con la propuesta de impartir un curso sobre el funcionamiento de la economía criminal. Explicó al decano que los directores generales del futuro debían conocer los riesgos que la delincuencia organizada plantea a las empresas legítimas. Le propuso pasar un tercio de su tiempo en las aulas de EDHEC y el resto, conociendo a los jefes del crimen, aprendiendo cómo ganan dinero y cómo lo ocultan. Monnet ha pasado muchos meses con piratas en Somalia y Nigeria, contrabandistas en Estonia, la yakuza japonesa, la mafia italiana y grandes cárteles de la droga en toda Sudamérica.
Su último proyecto es el resultado de diez años de lenta construcción de una relación con miembros del cártel mexicano de Sinaloa. En una serie de tres documentales, publicados por Le Monde, este profesor rastrea el papel del cártel en la mortal epidemia de fentanilo que asola Estados Unidos, desde la fabricación de las pastillas en laboratorios clandestinos de Culiacán hasta los pasos subterráneos de Nueva York, donde los adictos buscan su dosis. La pista termina entre las relucientes torres de Dubái, donde un alto cargo del cártel habla de inversiones inmobiliarias con sus asesores financieros.
Monnet, cuyo título es catedrático de Gestión de Riesgos Penales, afirma que su pasión es enseñar a sus alumnos lo que no encuentran en los libros ni en Internet. «El primer propósito es que los alumnos comprendan que estos riesgos existen de verdad. Olvídense de cualquier serie que hayan visto: esto es real y es peligroso desde el punto de vista empresarial. No hablo de riesgos de seguridad: no es mi tema. Hablo de riesgos penales y empresariales. Tienes que mostrarles a los estudiantes cosas que no pueden ver sin tu apoyo. Este es el trabajo del 'profe'».
El 'profe', como le gusta llamarse a sí mismo, tuvo por padre a un general del Ejército y por madre a una maestra, y siguió los pasos de ambos. Empezó la carrera paterna en una escuela militar, luego se alistó en Infantería, pero a los dos años decidió dejarlo. «Tenía 25 años y opté por saltar a lo desconocido». Se hizo consultor de gestión de riesgos, pero de nuevo sintió que le faltaba algo. En 2005 se presentó al EDHEC, redujo su sueldo a la mitad y siguió el ejemplo de su madre: se hizo profesor.
Monnet insiste en que nunca se pone en peligro. Es padre de dos adolescentes y sopesa los riesgos. La razón por la que consigue entrar –y salir– de los lugares más peligrosos del mundo, explica, es porque, a diferencia de los periodistas que tienen que hacerlo a toda prisa, él dispone de tiempo.
Sus contactos con el cártel de Sinaloa –la organización mexicana dirigida originalmente por Joaquín el Chapo Guzmán– han tardado diez años en establecerse. «Hay que generar confianza –dice Monnet–. Si lo consigues, quizá te acepten, te presenten a su jefe... y al final te dejen rodar». Y aclara: «Los riesgos siguen ahí; estas personas son asesinas. Pero no me matarán porque son ellas las que han aceptado reunirse conmigo».
Aunque no siempre queda tan claro... El 28 de octubre de 2016, en São Paulo, Monnet trabó contacto con el Primer Comando de la Capital (PCC), la mayor banda de narcotraficantes de América Latina. Monnet y su colaborador obtuvieron permiso para filmar en Cracolandia ('tierra del crack'), una zona de la ciudad brasileña devorada por el tráfico y el consumo de drogas. Pero cometieron un error: se adentraron en la calle equivocada. «Me volví y vi a doce tipos con pistolas Glock, cuchillos y machetes». Monnet y su compañero, un expolicía, fueron llevados a un edificio usado por el PCC como cárcel.
Roberto Saviano, capitalismo y mafias
El periodista y escritor Roberto Saviano describió en 2006 en su libro Gomorra cómo el dinero del crimen organizado es un ingrediente fundamental para el funcionamiento del capitalismo. La Camorra, explicaba, se hace llamar ‘el Sistema’ y adopta estructuras empresariales flexibles para mover su capital y sus inmuebles sin verse limitados por el territorio o las circunstancias políticas. Ni siquiera, aclaraba, necesitan la connivencia... Leer más
«Me pegaron –mucho– y me obligaron a tomar cocaína. Me pusieron una pistola en la cabeza y apretaron el gatillo dos veces. Clic, clic, como en la ruleta rusa. Querían que confesáramos que éramos policías. Y nos dijeron: 'Os mataremos, pero antes tenéis que ser juzgados y estamos esperando al juez'».
El PCC es jerárquico y sus dirigentes están en su mayoría en la cárcel. La decisión sobre la ejecución de Monnet y su ayudante llegó varias horas después cuando se presentó el 'juez' y dijo que Monnet podía irse, pero su colaborador sería ejecutado. El profesor se negó a marcharse. «Me era imposible irme y dejar que mataran a ese hombre. Pasaron seis horas de golpes más hasta que finalmente decidieron soltarlo conmigo».
Cuando regresó a Francia, buscó ayuda psicológica: «Es importante no creerse un superhombre». Pero también había establecido una conexión con el 'juez' del PCC. Dos semanas después, al salir de una clase en Lille, le llegó un mensaje de WhatsApp: «Soy tu amigo de Cracolandia». Ser secuestrado en Brasil resultó ser un 'acelerador' para su trabajo. El PCC tiene tentáculos en todo el mundo, incluida la 'Ndrangheta en Italia, grupos delictivos en Nigeria y cárteles en México. Ahora, la reputación de Monnet le precedía cuando intentaba establecer contactos.
¿Y cómo funcionan estos cárteles? El de Sinaloa, por ejemplo, está formado por clanes que operan de forma semiindependiente y contribuyen a un fondo central para pagar la corrupción política, las importaciones de productos químicos de China y las máquinas utilizadas en los laboratorios de pastillas. Hay pocas luchas internas, le dice a Monnet un entrevistado enmascarado, porque «los negocios se hacen entre personas responsables».
El contacto más importante de Monnet en Sinaloa es Eduardo. Se ha reunido con él varias veces en México y Europa. «Es muy inteligente. No somos amigos, pero le interesa lo que hago. Viene a Europa muy a menudo –a Londres, París, Róterdam– para reunirse con clientes. Solo habla con la cúpula de estas organizaciones, y ellos prefieren el cara a cara».
El encuentro más fascinante de Monnet con Eduardo tiene lugar en Dubái. El hombre del cártel invita al profesor a una reunión con sus asesores financieros. Enmascarado y con la voz distorsionada, Eduardo explica: «Estamos aquí para invertir dinero. ¿Por qué Dubái? Porque aquí es más fácil. Hay más bienes inmuebles en los que invertir y muchas oportunidades. Las autoridades no saben de dónde viene el dinero. Lo que quieren es que el dinero siga llegando. Esto se ha convertido en un paraíso porque se puede invertir sin límites».
Monnet grabó la primera reunión de Eduardo con los asesores financieros. Cuando Eduardo deja claro que quiere invertir 50 millones de dólares al año, la conversación se centra en la facilidad con la que los extranjeros pueden invertir en bienes inmuebles en Dubái a través de fideicomisos opacos. Las propiedades se pueden vender y el dinero obtenido se invierte en lo que parecen grandes empresas legítimas, pero que están controladas por organizaciones delictivas.
El impulso de Emiratos Árabes Unidos para construir una 'economía pospetrolera' basada en el sector inmobiliario y el turismo ha convertido a Dubái, según Monnet, en «un lugar clave de la economía criminal» y, por tanto, un lugar que sus alumnos deben comprender. «Muchos de mis exalumnos trabajan ahora en esa ciudad y, cuando se lo expliqué, se quedaron estupefactos. Para muchos de ellos, Dubái es un paraíso. Sí, les digo, y también lo es para los narcos. Para los negocios es un agujero negro. Las empresas que invierten allí y operan desde allí se sienten atraídas exactamente por las mismas razones que los narcos».
Los alumnos de Monnet puede que un día se encuentren trabajando en una fusión o una adquisición, y su profesor les explica algunos riesgos con los que pueden encontrarse: «¿Se imaginan el peligro si la empresa que compran es en realidad propiedad de un cártel mexicano a través de una tapadera en Dubái? Imagínense la reacción de un juez federal estadounidense: para Estados Unidos acaban de financiar el crimen organizado, una organización que mata a ciudadanos americanos por millares».
Dubái se encuentra ahora bajo presión internacional para que intensifique su lucha contra la delincuencia organizada. El emirato anunció en agosto que, tras una investigación de dos años sobre blanqueo de dinero, habían detenido a 387 personas y se habían incautado de 1100 millones de dólares. Sin embargo, de todos los sitios en los que ha trabajado, Monnet afirma que Dubái es el único al que no volverá. Asistir a esa reunión sobre blanqueo de capitales, dice, fue la «situación más delicada» en la que ha estado. «Las autoridades podrían detenerte y meterte en algún sitio durante mucho tiempo. No volveré».
¿Pero por qué el narco lo invitó a asistir a una reunión tan delicada? ¿Por qué los jefes del crimen acceden a exponerse? «Porque les explico: 'Solo quiero entender la economía de vuestro trabajo. Quiero analizarlo de forma pragmática, sin emoción. Quiero saber cuánto pagas, cuál es la rentabilidad'. Y ellos piensan: '¿Por qué no?'. Son hombres de negocios. A todos los hombres de negocios les gusta hablar de su trabajo. Cuando te cuenta que producir una pastilla de fentanilo cuesta 70 céntimos y la vende en Nueva York a entre 5 y 10 dólares, unos 400.000 dólares el kilo, ves como el capo se hincha de orgullo».