Sporting | La vuelta del fútbol, juntos pero no revueltos

Regreso del Sporting. La fase de entrenamientos en solitario de la plantilla solo permitirá que haya doce jugadores como máximo en Mareo. Tendrán que llegar e irse vestidos de corto

JAVIER BARRIO

Domingo, 3 de mayo 2020, 03:36

Las puertas de los grandes centros de entrenamiento futbolístico de toda España volverán a abrir esta próxima semana. El balón despierta, poco a poco. La realización de los test y la primera tanda de trabajos, 'en solitario', marcará el comienzo del meticuloso protocolo parido por la Liga para volver a la competición. Entre el martes y el miércoles se espera que todos los futbolistas pasen las pruebas médicas. Después, arrancará ese iniciático tramo que tendrá como denominador común, en el caso del Sporting, la reapertura de Mareo algo más de cincuenta días después de su cierre y, en todos los demás clubes, el trabajo individual. Una semana para romper el hielo hasta la fase dos.

Los técnicos describen esta primera etapa como una aproximación a la rutina futbolística bajo unas condiciones de seguridad máximas. Consciente de que muchas miradas apuntan al fútbol, Javier Tebas ha querido asegurarse un comportamiento ejemplar con esta 'biblia' de obligado cumplimiento, que pretende alejar de forma definitiva al COVID-19 del fútbol. En Gijón habrá dos coordinadores encargados de la supervisión de todo: Carlos Barcia, director del área corporativa del Sporting, y el gallego José García, que se desempeña habitualmente como director de partido de la Liga. El primero controlará toda la logística del proceso. El segundo, además de esto, ejercerá de nexo con la patronal.

Antes de que los 27 jugadores elegidos por Miroslav Djukic vayan pisando Mareo, posiblemente a finales de la semana, las instalaciones deben estar desinfectadas, provistas de geles antisépticos y distinto material higiénico y, también, tener ciertas áreas señalizadas. En los últimos días de la semana pasada se procedió, además, a la siega y arreglo de los campos de entrenamiento. En esta primera fase de puesta a punto, que podría arrancar el jueves o el viernes, los únicos trabajadores que tendrán contacto con los jugadores pertenecerán a un grupo muy reducido.

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Todo está medido al detalle para crear una atmósfera de búnker, incluso en las formas de relacionarse de los propios deportistas. Para empezar, recibirán el plan de trabajo diario la noche anterior. Se busca así evitar interacciones. El club, en ese sentido, está obligado a diseñar un cuadro de asistencia, con distintos horarios. Esto se debe a que únicamente podrá haber un máximo de seis jugadores entrenando en el campo en esta fase, manteniendo la distancia, con un límite de doce al mismo tiempo en toda la instalación. El cuerpo técnico principal podrá presenciar el trabajo desde lejos.

La llegada de los protagonistas a Mareo será escalonada, individual, con quince minutos de diferencia y utilizando siempre los mismos vehículos. El protocolo impone que se desplacen cambiados desde el domicilio. Ir, entrenar y volver a casa. Cada día recibirán una bolsa con ropa limpia para la siguiente jornada. En ella tendrán que depositar la vestimenta sucia. Las botellas de agua para hidratarse, asimismo, estarán personalizadas para cada futbolista. Por otra parte, el gimnasio se reserva para dos jugadores como máximo. Y se contempla la presencia de un solo fisioterapeuta, aunque cabe la posibilidad de que haya otro.

Los jugadores llegarán a Mareo con guantes y mascarilla (en el campo podrían seguir con los guantes). Y fuera deberán continuar con este espartano régimen. La Liga recomienda a los clubes, de hecho, que busquen medios para suministrar comida a los deportistas. Sería una fórmula para reducir circunstancias para salir del domicilio, donde tampoco se permiten visitas. Es el fútbol que viene, cerrado a cal y canto.