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JAVIER BARRIO
GIJÓN.
Lunes, 2 de marzo 2020, 03:37
Uno de los primeros puntos negros que detectó Miroslav Djukic a su llegada al Sporting fue la flacidez defensiva que manifestaba este equipo, muy poco fiable en la interpretación de algunas situaciones del juego. A él mismo le tocó estrenarse en Zaragoza con un estacazo en contra antes del primer minuto. Un golpe familiar por las formas y por madrugador. Una falta lateral, de trayectoria generosa, ejecutada por Soro desde la derecha con la izquierda. Un centro que voló al interior del área pequeña, en plena melé sin bomberos para apagar el incendio que se preparaba, ni siquiera Mariño, embocado por Guti sin oposición a medio metro de la portería.
Discusiones de otra índole al margen, que las hubo en Ponferrada, sobre todo en la segunda mitad, en la que se perdió presencia, se produjo el apagón, se multiplicaron las pérdidas de balón y las conducciones en zonas de riesgo, el equipo recordó el sábado que sigue teniendo un problema serio para rebotar los centros laterales de los rivales. El gol de Kaxe, tras un envío del local Son, desempolvó ese vicio que parecía desterrado en el último tramo. Entre córners, faltas y centros exteriores mal defendidos por el Sporting ya han caído este año 14 goles en la portería de Mariño. Suponen un 46,6% de los treinta que ha lamentado el equipo. No es un problema nuevo y tiene muchos padres: errores individuales, falta de contundencia, descoordinación y una plantilla que no resulta precisamente imponente desde el punto de vista físico. «A balón parado estamos expuestos al dolor de cabeza», asumió Djukic en su entrevista con EL COMERCIO.
La baja de Marc Valiente, en ese sentido, resultó capital en Ponferrada. No lo quiso verbalizar el entrenador en su intervención posterior al partido, pero es muy evidente que pesó en la imagen que proyectó el equipo. Incluso cuando el Sporting gobernaba en la primera mitad, Kaxe transmitía peligro en sus contadas intervenciones en esta fase, con Yuri actuando de verso suelto. A Cordero, relevo del catalán, se le vio al límite durante toda la tarde. Y Borja López, el único central específico y el jugador de más altura de la plantilla (1,92 metros), vio los toros incomprensiblemente desde la barrera. Tampoco estuvo bien Unai Medina, relevo de Bogdan, ni Damián. Solo Molinero y, por supuesto, Mariño, mantuvieron el tipo atrás.
Con los altibajos propios del grupo, Valiente está resultando el central más fiable y completo de toda la plantilla, capital junto a Molinero en las dos porterías a cero que encadenó el Sporting antes del derrumbe de Ponferrada. De los diez partidos que ha ganado el equipo este año, el central participó en siete, refrendando su peso. Djukic suspira por recuperarle antes del domingo, aunque hay muchas dudas sobre ello. Los días despejarán la incertidumbre. También espera ansioso por Babin -este con más posibilidades de llegar-, pese a que el internacional por Martinica ha estado hasta el momento muy lejos de su mejor nivel.
El Sporting ha sido un equipo de malos hábitos, reincidente en sus problemas a lo largo de todo el año. Si los envíos desde el exterior resultan cianuro puro para este equipo, el Sporting tampoco se muestra muy entonado en los arranques de los partidos. Es otra de las ruinas de este grupo que volvió a manifestarse en El Toralín. Ya son once los goles recibidos en las primeras partes de los encuentros, seis de ellos antes de los veinte minutos iniciales. En Ponferrada, el Sporting dominaba en el despertar de la tarde, con balón y llegada, pero se vio a remolque tras la segunda aproximación de los locales.
Contra estas dos tendencias, que se repiten peligrosamente en el tiempo, Djukic orientó su discurso del sábado hacia los problemas que evidenció el equipo en la segunda mitad, sin capacidad de remonte y mostrándose inferior a la Ponferradina. Al Sporting le entró la tiritona del perdedor. Cayó su dinamismo con el balón y perdió tacto, multiplicando sus malas entregas en el centro del campo, entre conducciones arriesgadas y precipitaciones. Pedro Díaz, por ejemplo, dejó su mayor estadística de balones perdidos en El Toralín desde la llegada de Djukic, con 23 entregas al rival. Una muestra para confirmar que no se manejó el Sporting con la frescura habitual, con los pases rápidos que caracterizan el libro de estilo de Djukic. Tampoco tuvo en las subidas de los laterales un estímulo para los cuatro atacantes rojiblancos, totalmente extraviados y sin apenas incidencia.
«En la segunda parte es evidente que no hemos jugado bien. No hemos tenido control, con problemas en la elaboración. No éramos simples y no triangulamos», consideró Djukic, circunspecto, desde la sala de prensa de El Toralín. El resbalón de Ponferrada tuvo consecuencias inmediatas, cortando de cuajo la prometedora dinámica en la que se había metido el Sporting, con dos triunfos consecutivos. Los tres puntos, por el contrario, le habrían metido de lleno en la pelea por el 'play off'. Ahora, el equipo encarará el domingo a Las Palmas en esa disyuntiva en la que se ha movido todo el año.
La derrota enfrió totalmente al Sporting en la clasificación, desinflando sus posibilidades con el goteo de los partidos del fin de semana. El equipo cerró el domingo en el sofá en tierra de nadie, a cinco puntos del sexto y a la misma distancia del Lugo, el primer equipo de camino hacia el descenso a Segunda B. El crecimiento del proyecto en algunos aspectos es indiscutible desde la llegada de Djukic, pero también los problemas que tiene desde el inicio de la temporada y que se repiten cada cierto tiempo. Tampoco, a falta de doce partidos para el final, anda ya sobrado de margen para tropezar. A eso se suma una tendencia demasiado extrema en los resultados. El número de victorias del Sporting solo lo mejoran los seis primeros clasificados. Al mismo tiempo, sin encontrar el término medio, tan solo el Albacete y el Extremadura han perdido tantos partidos esta temporada como los gijoneses.
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