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La figura de Quini estaba íntimamente ligada a la ausencia de silencio. Primero a causa del estruendo en las gradas que generaban sus goles y después, tras colgar las botas, por la expectación que generaba allá donde fuese, manifestada en peticiones de fotografías y ... autógrafos por parte de aficionados de todas las edades.
Prolífica fuente de alegrías, la dimensión de su leyenda es tan singular que fue capaz de romper los cánones de una jornada habitualmente marcada por un carácter luctuoso. Como si del inicio de un partido se tratase, una catarata de aplausos regó la entrada del cementerio avilesino de La Carriona para acompañar la llegada del coche fúnebre con su féretro.
Faltaban siete minutos para las doce y el pesar por el fallecimiento del legendario ariete sportinguista se reflejaba en los rostros, sin rastro de esas sonrisas que 'El Brujo' sembraba por doquier. Las cosechaba con un saludo jocoso o con un simple pellizco en los mofletes de los millones que repartió en sus 68 años de una vida que concluyó el pasado martes en Gijón, la ciudad a la que encandiló por sus goles y su carisma.
Óscar Castro, hijo de Quini
«Ojalá tengamos muchas personas más como Quini», expresó el capellán del Real Avilés, Alfonso Abel, que en el breve responso hizo alusión a las palabras del capellán Fernando Fueyo durante el funeral en El Molinón acerca de la grandeza del corazón del histórico artillero. Un corazón que bombeaba sangre rojiblanca, por lo que el párroco de Versalles, que confesó pertenecer «también «a la familia sportinguista», deseó un triunfo este domingo del conjunto que dirige Rubén Baraja como primer tributo a la memoria del vencedor de siete 'Pichichis'.
Tras el multitudinario funeral del miércoles en El Molinón, ayer llegó la despedida más íntima, circunscrita inicialmente al círculo familiar del emblema sportinguista. Su viuda Mari Nieves, su hermano Falo, su cuñada Blanca, sus sobrinos y sus hijos Lorena, Jorge, Enrique y Óscar estuvieron arropados por más de medio centenar de personas que se congregaron en el cementerio avilesino para ofrecerles sus condolencias en el enésimo gesto de afecto hacia la figura de 'El Brujo'.
La familia de Quini, desbordada por las infinitas muestras de cariño recibidas y ante la imposibilidad de poder darle respuesta personalmente a todas, quiere mostrar su más profundo agradecimiento a través de estas líneas:
— Real Sporting (@RealSporting) 1 de marzo de 2018
¡MUCHAS GRACIAS!#SiempreQuini pic.twitter.com/bmTLQak5oM
«Muchas gracias», expresó la familia del atacante internacional a través de la cuenta de Twitter del Sporting ante la imposibilidad de responder personalmente a todas las muestras de cariño recibidas tras el fallecimiento. «Quería darle las gracias a todas las autoridades políticas, a los medios de comunicación, a los clubes de Primera y de Segunda División y los representantes que estuvieron en El Molinón. No me quiero olvidar de nadie. Al Real Sporting y a su afición, gracias por todo», había expresado la madrugada anterior en declaraciones a la Cadena Cope Óscar Castro, el benjamín de los cuatro hijos de Quini. «Gracias a la Policía Nacional, Local, a la Guardia Civil y la Ambulancia por haber tratado de alargar aunque fuese un poco más la vida de mi padre», profundizaba evocando los esfuerzos por impedir que el corazón de su progenitor se detuviese para siempre.
«Estamos pasando muy mal momento y ver a toda esa gente allí, con el frío que hacía, apoyando a la familia es algo que no se puede explicar con palabras», expuso sobre una ola de estima y admiración en Gijón que tuvo continuidad en Avilés, el lugar en el que se crió y comenzó a forjar lo que terminaría siendo un longevo idilio con el gol en la élite del fútbol español. Al cementerio de la Villa del Adelantado acudió la alcaldesa, Mariví Monteserín, varios vecinos, antiguos compañeros de trabajo como Alfredo García Amado y admiradores como un aficionado sportinguista que quiso darle el último adiós ataviado con la camiseta del centenario sportinguista con las iniciales del nombre del artillero, su primer apellido y el inseparable número 9 a la espalda.
«Si todos lo estamos pasando mal, mi madre peor aún, porque estaban muy unidos. Ahora tenemos que estar con ella porque son momentos muy difíciles y vamos a ver cómo salimos adelante de esta», expuso Óscar Castro sobre el momento que afronta su madre Mari Nieves, que ayer luchaba por mantener la compostura en una emotiva ceremonia celebrada en una mañana repleta de ojos vidriosos, como los que lucía su amado Quini en el balcón del ayuntamiento gijonés en los festejos del último ascenso del Sporting a Primera.
Como si el destino quisiese hacer un guiño a la memoria de su amigo Manuel Preciado a través de la climatología, después de la desapacible temperatura que envolvió a su funeral, el sol salió y brilló con fuerza durante su sepelio. Varias de las múltiples coronas con flores rojas y blancas recibidas desde su fallecimiento fueron empleadas para cubrir su lápida, situada a unos metros de los restos de su hermano Jesús, fallecido en un acto heroico en la playa de Pechón. Su personalidad era tan arrolladora que su repentina marcha ha sumido a sus allegados en un dolor profundo, no tanto como un legado que se antoja eterno. Como afirmó David Villa en su carta de despedida, «en el equipo del cielo necesitaban goles y se han llevado al mejor».
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