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M. C. K.
GIJÓN.
Miércoles, 11 de marzo 2020, 03:27
Pilar Rodríguez viajó a Roma junto a su madre y su hermano para pasar tres días visitando la capital de Italia y conocer sus encantos turísticos, pero no imaginó que esta corta visita, que terminaba hoy regresando a España por vía aérea hasta Santander, ... les dejaría atrapados tras la suspensión de vuelos entre ambos países por el Covid-19.
«La situación aquí está muy complicada, no tenemos opciones para salir, cuando nos enteramos de que el Gobierno de España anulaba cualquier vuelo procedente de Italia inmediatamente intentamos acercanos al consulado», dice Pilar, con nerviosismo.
Mientras las calles de Roma se vaciaban de turistas y los negocios cerraban, Pilar y su familia intentaban buscar vuelos para viajar ayer mismo, antes de medianoche, «antes de que cerrasen el espacio aéreo o anulasen todos los vuelos, pero estaban todos completos». También han buscado otras opciones, como alquilar un coche y tratar de regresar por tierra o en ferry hasta Barcelona, «pero el barco se llenó rápidamente», y no sabemos si en coche nos dejarían pasar hasta España». Respecto a los trenes, dice que «hay muy pocos». Por eso esperarán hasta hoy para tomar una decisión, después de regresar al consulado para ver si les dan más información.
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«Nos sentimos abandonados por el Gobierno, no nos dieron ninguna opción, nos dijeron que cada quien se buscara la forma de salir de aquí», lamenta Rodríguez.
Por otra parte, Madeleine Cidón, gijonesa residente en Italia desde hace nueve años, lamenta que no se hayan tomado medidas gubernamentales antes para evitar la propagación del virus. Ella se ha visto afectada por las cancelaciones de vuelos porque ya había comprado billetes para visitar a su familia en Asturias durante la próxima semana.
Cidón está a la expectativa de poder venir a Gijón a partir del 3 de abril, que es el plazo de restricciones que ha fijado el Gobierno italiano por el momento. Mientras tanto, en Carpi, la ciudad de la región norteña de Emilia Romaña, donde vive, las calles apenas tienen actividad social, cada vez hay más negocios de hostelería cerrados por falta de clientes y en las cafeterías, que solo pueden permanecer abiertas al público doce horas, de seis de la mañana a seis de la tarde, hay carteles que piden a los clientes mantener una distancia preventiva de un metro entre ellos. Las farmacias han agotado su stock de gel desinfectante y mascarillas, y durante esta semana se percibe más que las personas se separan al caminar por las aceras, muchas de ellas usando pañuelos para protegerse la boca.
«En el parque algunos padres y madres dicen a los niños que no jueguen entre ellos, en el supermercado no faltan alimentos, pero los empleados van con guantes...», describe Cidón, madre de una niña de un año.
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