P. SUÁREZ
GIJÓN.
Sábado, 18 de abril 2020, 02:32
Hay quien ha entendido la importancia de respetar el confinamiento y hay quien busca cualquier excusa para romperlo. En poco más de un mes, los agentes de Policía Local y Nacional que cada día patrullan las calles vigilando el cumplimiento del encierro se han encontrado explicaciones de todo tipo por parte de ciudadanos sorprendidos en la vía pública sin motivo aparente. Desde quienes actúan como si nada hubiera pasado, pasando por los que no calculan bien las dimensiones de las excusas hasta aquellos que intentan, comprensivos con la ignorancia ajena, explicarle a los policías que el coronavirus es un invento. «Lo dijeron en la tele».
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También los hay que son presa de sus propias explicaciones, como el hombre que, preguntado por los agentes sobre su presencia en la calle, respondió, convencido, que no podían sancionarle porque tenía permiso para ir a trabajar de lunes a sábado. Era domingo. Otros, como el gijonés que intentó convencer a la Policía de las propiedades del parque del Rinconín como herbolario, no esquivan la multa pese a la brillantez de la excusa. «Señor agente, solo estoy cogiendo ortigas para hacer una infusión», refleja el acta que argumentó el hombre en su defensa.
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A otros la presencia policial les pilla por sorpresa y, sin tiempo para argumentar, no tienen más opción que contar la verdad. En esta categoría, destacan por su sinceridad el «mire agente, yo es que voy a pillar» (en referencia a la compra de droga), el «voy a jugar a la Play a casa de un amigo», del que se registraron varios casos, o el siempre recurrente «porque me sale de los cojones». Este último es posible, incluso, que le haya salido más caro de lo previsto a su autor.
La gastronomía también hay que cuidarla en el encierro. Así intentó hacérselo ver a los agentes un hombre que fue interceptado en la avenida de la Costa. Tras identificarlo y comprobar que se trataba de un vecino de El Coto, la Policía le preguntó por qué se encontraba en un barrio que no era el suyo. «Es que me gusta el pan de aquí», respondió. Multa.
Si para algunos lo innegociable es la comida, para otros lo es el deporte. Eso dijeron dos hombres vestidos de ciclistas que, preguntados por la Policía, afirmaron convencidos: «Nos apetecía vestir así». Igual de contundente fue la explicación de dos tenistas sorprendidos en mitad del partido y que, en su defensa, aseguraban estar guardando la distancia mínima.
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Más complicadas de justificar si cabe son las situaciones relacionadas con los vicios. «Hasta que no encuentre un estanco no vuelvo para casa», le contestó un hombre a dos agentes. Más allá de la respuesta, lo curioso es que el hombre había recorrido media ciudad sin, aseguraba, encontrar un solo establecimiento que le vendiese tabaco. Un recorrido más propio de quienes preparan un maratón que de los que buscan un estanco. Situación compartida por los dueños de esos perros que «necesitan» se paseados de punta a punta de la ciudad.
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