Raimundo García: «Hay que tener fe en el factor humano»

Según relata García, en el Consistorio surgió la «inquietud» de transmitir un mensaje de positividad a la vez que se reforzaba el comportamiento positivo de los vecinos: «Al margen de que pueda haber malas conductas, queríamos reconocer el esfuerzo de todos aquellos que se están portando bien».

Los niños son los más agradecidos y García admite que su ilusión, incluso desde las ventanas y balcones, «toca la fibra y da fuerzas» para seguir, cada día a las siete de la tarde, buscando la manera de hacer pasar un rato ameno a una comunidad que asegura está siendo «modélica». «Nos están facilitando mucho el trabajo», valora entusiasmado.

Ya no pretende parar e intercalará bromas y chascarrillos con mensajes más serios, para hacer la cuarentena llevadera a los de casa. El local, que el próximo 1 de mayo cumplirá ocho años de servicio en Noreña, no se cansa de repetir que «hay que tener fe y esperanza en el factor humano, que es el que está salvando esta situación».

La idea, recalca, aunque fue casi improvisada, está encajada dentro de los protocolos sanitarios y asegura que sus acciones entran dentro de «la total y más absoluta legalidad». En el coche desde el que cada noche recorre las calles de la villa condal, le acompaña el concejal delegado del área de Seguridad Ciudadana, Pelayo Suárez, que le ayuda a poner la música y orquestar estos «mensajes de ánimo». Ayer tocó Queen y su 'I want to break free', el día anterior sonaron melodías mexicanas recordando 'Qué bonita es la vida'.

Nada se deja al azar y mucho menos las canciones. «Un día lanzamos una adivinanza preguntando por una ciudad de Italia que tuviese similitud con Noreña porque en Florencia tienen una estatua de un jabalí parecida a la de nuestro gochu y la música por supuesto fue una canción en italiano».