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Pionera. La gijonesa Laura Fuertes, en el Club Natación Santa Olaya,donde empezó a practicardeporte. ARNALDO GARCÍA

Laura Fuertes: «Si ayudé a alguien a empezar en el boxeo me doy por satisfecha»

.«Lo mejor de los Juegos de París fue estar en la Villa Olímpica, competir con el pabellón lleno, la salida al ring y encontrarte con los deportistas a los que ves por la tele y admiras. Estaba como una guaja»

Viernes, 27 de septiembre 2024, 11:53

Laura Fuertes (Gijón, 1999) empezó a practicar boxeo a los 16 años. Con 25, ya forma parte de la historia del deporte español con un éxito doble: fue la primera mujer española que logró una medalla en un mundial (bronce en Estambul 2022) y también la pionera del boxeo femenino en unos Juegos Olímpicos, logrando el billete para los de París que se disputaron este verano. Premio de los Deportes de EL COMERCIO, aquí desgrana su trayectoria.

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–Usted empezó nadando.

–Estuve muchos años en el Santa Olaya. Comencé de bebé con mis padres, luego hice cursillos y acabé en el equipo. Siempre me gustó el deporte y en mi casa se practicaba. En el colegio, hice fútbol, baloncesto, tenis en el Santa Olaya...

–¿De la piscina se pasó al ring?

–No, al tatami. Con catorce años empecé a hacer kárate. Fueron como dos años haciéndolo y, al final, lo compaginaba con el boxeo. Luego, con los estudios, me tuve que decantar por uno y elegí el boxeo.

–No es un deporte de masas. ¿Cómo llegó hasta él?

–Vivía en Monteana, nací allí. Es un pueblo chiquitito y mi madre es la cocinera del bar del pueblo. El hijo de su jefe hacía boxeo y nos llevó a ella y a mí a ver una velada.

–¿Qué le atrajo de este deporte?

–No sé decirlo. Me gustaba y, al verlo en directo, quería probarlo. Fue curiosidad.

–¿Cómo fueron los primeros días?

–Venía del kárate y tenía cierta ventaja. Algunos movimientos, muy entre comillas, son parecidos. En el gimnasio me enganchó que soy muy exigente conmigo misma, quiero hacerlo todo bien y veía que tenía mucha mejora. Cada día sabía hacer algo diferente.

–¿A qué edad empezó?

–Con 16.

–Ahora mismo, ¿es empezar tarde?

–Ahora sí. Ves a chicas que están entrenando con doce, incluso a niñas de cinco boxeando.

–¿Era la más joven del gimnasio?

–Sí. Entrenaba con chicas mayores, había un par de ellas. Luego empecé a entrenar con chicos todo el tiempo. Cambiaba mucho, los ritmos, la fuerza... no éramos ni del mismo peso.

–¿Qué le dijeron sus padres?

–Les dije que ya no me motivaba el kárate y hablaron conmigo para decirme que no pasaba nada, que lo pensara bien por si era una mala racha. Cuando dije que quería probar otras cosas, me apoyaron. Tengo mucha suerte de tener a la familia que tengo. En todo, no solo en el deporte, me siento muy respaldada.

–¿Tenía referentes femeninos en aquella época?

–No. Ahora se está haciendo más mediático, aunque queda camino. Hasta que no me metí en el boxeo y empecé a competir, no encontré referentes. Hasta que no lo investigas no encuentras referentes, y menos femeninos. Tristemente, se habla menos del boxeo femenino. Empecé a fijarme en Katie Taylor y Claressa Shields.

–¿Qué tienen esas boxeadoras para que les atraiga?

–Ritmo, técnica, ambas son campeonas olímpicas. Me gustaban y me gustan. Prefiero aquellas características que te hacen decir vaya cómo boxea, que aquellas en las que dices qué fuerte pega. Me fijo más en boxeadores y boxeadoras estilosos que en pegadores y pegadoras.

–No tuvo un referente femenino. Ahora lo es usted.

–Solo con pensar que le estoy dando voz al boxeo femenino, que quizá estoy ayudando a gente que no se atreve a empezar en este deporte, me hace sentir muy feliz. No hay que tener miedo a dejar algo y empezar con otra cosa. Dejé la natación, empecé con otro deporte y he cumplido mi sueño de ir a unos Juegos Olímpicos. Si he ayudado a alguien a empezar con el boxeo porque me ve a mí, que estoy en un alto nivel, cumpliendo mis sueños, me doy por satisfecha.

–¿Qué le diría a una niña que se lo está pensando?

–Que lo pruebe, que es un deporte muy chulo en el que descargas mucha adrenalina, ves cómo mejoras. Que se anime, que no tenga miedo de lo que puedan decir.

–¿Qué le da el boxeo que no le ofrece otro deporte?

–Una adrenalina increíble. No sé explicarlo, pero se lo recomiendo a todo el mundo. Estás sola, con una persona delante, es tu momento. Cuando debuté dije que me había sentido como la protagonista de una película.

–Entra en el equipo nacional en 2019. Antes ya ganaba títulos, ¿cómo lo recuerda?

–Fui a competiciones y concentraciones antes, luego se formó el equipo y entré. Cuando empecé a boxear no podía hacer muchos combates, era bajita y no había muchas chicas. A medida que fui entrenando, la federación se fijó en mí y me llamaban para torneos internacionales.

–¿Recuerda su primera pelea?

–Perfectamente. Debuté en Gijón, en el Palacio de los Deportes. Vino mi familia, amigas, mucha gente que conocía y fue superchulo. Salió muy bien. Estaba nerviosa, casi no escuché a mi esquina. Aquella pelea la gané. Había empezado a entrenar en julio y en noviembre debuté. Lo cogí con ganas.

–¿Cuánto cambió su vida al entrar al Centro de Alto Rendimiento?

–Fue un cambio brutal. Los tres primeros años estuve durmiendo con mis compañeras en un piso. Entrenábamos y comíamos en el CAR, pero dormíamos allí. Fue dejar de vivir con mis padres para compartir un piso y dedicarme solo a esto. Al principio te da miedo, no sabes si te vas a llevar bien con las compañeras. Todos los miedos se quitaron e hicimos una familia increíble.

–¿Cuál era el objetivo del equipo?

–Todos nos decían que nuestro ciclo olímpico era París. Lo íbamos a intentar para Tokio, pero creo que al final he demostrado que tenían razón.

–Usted estaba empeñada en Tokio.

–Sí, pero el destino me tenía guardada otra cosa.

–Estambul 2022. ¿Qué le evocan esas dos palabras?

–Muy buenos recuerdos. Fue una competición que empezó liosa con los vuelos y el hotel. Pero no es cómo se empieza sino cómo se acaba. Conseguí algo histórico.

–¿Cuánto cambió su carrera ese éxito?

–Bastante. Tuvo mucha repercusión y me ayudó mucho.

–Su nombre se puso al lado del de Enrique Rodríguez 'Dacal', Rafael Lozano y Faustino Reyes. ¿Da vértigo?

–La verdad es que no, es lo que he conseguido. Es un honor estar junto a ellos y espero poder seguir estando mucho tiempo.

–¿Con qué se queda, la medalla en Estambul o el billete a París?

–Lo viví de forma diferente. En Estambul estaba supercontenta, era la primera vez que conseguía algo tan importante. En Polonia conseguí el billete. Era la primera mujer española en hacerlo, pero no lo viví con tanto entusiasmo porque compañeros y gente importante para mí había perdido esa primera oportunidad. Estaba contenta y triste a la vez.

–¿Cómo son unos Juegos Olímpicos por dentro?

–Lo mejor fue estar en la Villa Olímpica, ver el pabellón lleno en la pelea, la salida al ring, encontrarte con todos los deportistas que ves en la tele y admiras... estaba como una guaja.

–No tuvo suerte en el combate. ¿Lo ha visto muchas veces? ¿Fueron justos los jueces?

–Si le soy sincera, no lo he visto aún. Estuve de vacaciones y era muy importante desconectar de todo, del boxeo, fueron tres años muy duros. Cuando estaba allí sentí que no había sido justo. En el último asalto, que era el que decidía, creo que hice más que mi rival.

–Han pasado muchas semanas. ¿Qué sensación le queda de su paso por París?

–Me queda el recuerdo de haber cumplido mi sueño. No todo deportista puede decir que ha ido a unos Juegos, es un superlogro. Para cualquier deportista hay mucho trabajo para llegar, hay que pasar por muchas cosas, lesiones. Guardo buen recuerdo. No iba a caer en primera ronda, a participar y ya está. Pero no tengo nada que reprocharme porque lo dejé todo, di el 120%.

–¿Cuál es ahora el objetivo?

–Aún no se sabe, estamos a principio de temporada y hay que hablar muchas cosas.

–¿Va a hacer combates profesionales?

–De momento, no se sabe nada. Seguiremos trabajando y quizá en un futuro se dé, quién sabe.

–El boxeo ha tenido durante años una imagen oscura. ¿Se ha dado la vuelta a esta percepción?

–Creo que sí y es lo que intentamos desde dentro, hacer ver a la gente que no somos dos personas que se están pegando, sino que practicamos un deporte. Es una disciplina muy respetable, sacrificamos mucho para estar ahí.

–Va a recibir el premio de EL COMERCIO. ¿Se disfruta más cuando llegan desde casa?

–Estoy muy agradecida de que desde Gijón me vean como merecedora de un premio. Que te tengan en cuenta es muy importante.

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