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La Feria Internacional de Muestras de Asturias (Fidma) es una cita ineludible, todo un emblema social y empresarial del verano asturiano que arrancó allá por 1924. En un mes, el de agosto, en el que la economía dormita en la mayor parte del país, el recinto ferial Luis Adaro bulle de actividad, convertido en una pequeña ciudad en la que se concentran todo tipo de negocios, desde los más tradicionales a los más modernos, un lugar de encuentro que se completa con una apretada agenda institucional y da empleo a 5.000 personas de forma directa. El impacto indirecto es imposible de cuantificar. Organizada por la Cámara de Comercio de Gijón, el presidente de esta, Félix Baragaño (Gijón, 1959), y su secretario general, Álvaro Alonso (Oviedo, 1966), se consideran responsables de un legado, un eslabón más de una cadena que han ido construyendo sus predecesores a la vez que avanzaba la historia de la región. Cien años después de la primera edición, tras alcanzar otro récord de visitantes este año, 744.332, la Fidma recibe el Premio EL COMERCIO a la Iniciativa Empresarial.
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Iván Villar
–¿Qué supone la Feria de Muestras para Gijón?
–F. B. Es un hecho absolutamente singular. Es la herencia recibida de personas que la hicieron posible hace muchos años. Representa el 0,5% del PIB de Asturias. Y, a la vez, está ligada al verano de la ciudad. Es un sitio donde todas las generaciones encuentran algo que les gusta, abuelos, padres e hijos, y quieren participar.
–A. A. Forma parte de la idiosincrasia de la ciudad, una referencia que tienen en el año Gijón y Asturias. Como evento, es una referencia comercial de primer nivel, pero también sirve de altavoz, foco de debate. Es una cita indispensable para todos los asturianos y todos los que nos visitan cada año. Es ese conjunto lo que hace de este evento algo tan distintivo.
–¿Y qué implica para la Cámara de Comercio de Gijón?
–F. B. Cámara y Feria son dos entidades indisolubles. Al año siguiente de crearse la Cámara, en 1898, esta ya impulsó la exposición regional, que fue el germen de la primera feria de 1924. El desarrollo de una va ligado al de la otra y viceversa. La Feria representa en todos los sentidos la actividad más importante que desarrolla la Cámara en todo el año y aporta cerca del 50% de su presupuesto. Eso da una muestra importante de lo que supone.
–A. A. En lo que se refiere a la gestión, desde el inicio del año se va preparando la comercialización, con más de 720 expositores y 2.200 marcas, que repiten por encima del 90%. Somos muy cuidadosos con el equilibrio de la oferta que incorporamos. A todos los que aporten algo, les encontramos un espacio aunque estemos más o menos completos. En paralelo, se encarga a un artista asturiano, o que resida en Asturias, la obra que servirá de base para el cartel de esa edición. Y una vez se tiene esta, se realiza el diseño definitivo del cartel con todas sus aplicaciones. A su vez, se desarrolla la agenda de actos institucionales, ya en las semanas previas, como el acto de inauguración. Es un trabajo que implica coordinar numerosas instituciones para que estén todas atendidas y sientan la Feria como propia. En esas semanas el recinto se pone a punto en todos los aspectos y tiene lugar la instalación de todos los elementos necesarios para acoger a esos centenares de expositores. Y, a partir de que se abre, hay que cuidar su difusión, acoger a los miles de visitantes que vienen y mantener en perfecto estado de revista esta pequeña ciudad durante los 16 días que dura. La limpieza es uno de los aspectos de mayor exigencia, las calles, los baños, la recogida selectiva; así como la logística, que no se ve, pero hay mucha gente detrás para que todo funcione, y la seguridad, con la coordinación tanto con la Policía Local y la Policía Nacional, como con el personal de seguridad. Cuando termina, la semana después, queda la logística posterior. Hay que dar una salida ordenada a todos los expositores, se liquidan aspectos de facturación que quedaron pendientes, intentamos lograr que los expositores, que han trabajado tanto esos días, estén en todo momento y hasta el final muy atendidos.
–La primera Feria de Muestras se celebró en 1924, después se perdió y Luis Adaro la recuperó a mediados de los 60. ¿Qué creen que pensaría de la Feria actual?
–F. B. Se sentiría muy orgulloso. Él inicio esta etapa moderna y vivió lo suficiente para ver cómo se consolidó. No se sorprendería, pero estaría muy orgulloso de ver que, a pesar del paso de los años, se mantiene la capacidad de atracción y de que todo el mundo quiere tener presencia en ella.
–A. A. Tanto los que participaron en aquellas primeras ferias como los que lo hacemos actualmente sentimos un orgullo tremendo de que se haya consolidado en el tiempo y siga teniendo esta vitalidad y así nos lo trasladan. Formamos parte de una cadena en la que intentamos dejar la Feria en las mejores condiciones posibles para las generaciones futuras.
–Entonces, Luis Adaro calificó la Feria de «el escaparate de Asturias» y sigue siéndolo. ¿Cómo ha evolucionado en estas décadas?
–F. B. Es el escaparate no solo de Asturias, también mundial, gracias a su carácter internacional. Este año, por ejemplo, hemos tenido como novedad marcas chinas de vehículos eléctricos. En paralelo, se desarrollan decenas de eventos institucionales que aprovechan el gran tirón mediático que tiene la Fidma. Este quizás es el elemento que más ha evolucionado, manteniendo el espacio expositivo.
–A. A. Mantiene ese espíritu de feria generalista y abierta a todos los públicos con que se creó. Su esencia continua y esa es una de sus grandes singularidades en comparación con otras ferias que se perdieron o disminuyó su pujanza. La evolución es la propia de los expositores, la que la hace única y nueva en cada edición. La Cámara, además de cuidar el equilibrio de la oferta, vela para que el recinto ferial sea un espacio amable para los visitantes, evitando la presión comercial y mimando el gran jardín botánico que es el recinto. Todo ello en su conjunto es el secreto del éxito, que se completa con la agenda institucional. Esa misma esencia con la última modernidad la hace única en el mundo.
–En este mundo actual, tan global, rápido y digitalizado, ¿cómo debe evolucionar?
–A. A. Hay que saber velar por esa fórmula de éxito, ir mejorando todos los aspectos posibles, y nos afanamos por cuidar cada elemento, como con el plan de reforma del recinto ferial para el siglo XXI, mejorar el espacio para que sea más sostenible, digital y accesible. Además, estamos atentos para acoger nuevos productos y servicios que hagan la Feria más rica y plural. Si una iniciativa quiere estar y enriquece la Feria, le encontraremos espacio.
–F. B. Cuando se inventó la televisión se dijo que la radio desaparecería, pasó también con la música, que se puede escuchar en múltiples soportes y los conciertos continúan vivos. Es justo lo contrario. Ahora todo se puede comprar a golpe de clic, pero a las personas nos gusta socializar y vernos. Decían que la Feria desaparecería con la digitalización y no es así. Queremos ver los productos, hablar con personas, que nos los expliquen. Esa parte social es parte del éxito de la Feria. La Feria evolucionará pero manteniendo la parte social.
–Casi acaba de terminar la última edición, ¿ya están pensando en la siguiente?
–A. A. Al finalizar cada Feria nos reunimos con los equipos porque siempre hay capacidad de mejora y se pueden corregir errores. En esa semana de salida, tras terminar, hay un primer momento de análisis, pero es al inicio del año, en enero y febrero, cuando se empieza la fase de precomercialización. Igualmente, la Feria está en la retina de todos los que trabajamos en la Cámara todo el tiempo por el peso que tiene en el calendario y su peso económico. Pero hay otro conjunto de actividades que se desarrollan, tenemos más de 200 días de ocupación del recinto al año, además todos los servicios que presta la Cámara a las empresas. Pero es verdad que es un tema que está latente en la cabeza de todos mientras se desarrollan el resto de actividades y se mejoran las instalaciones.
–F. B. Efectivamente, es así. Además, muchas veces tenemos peticiones de expositores de un año para otro y vamos pensando dónde hacerles un hueco. Está presente todo el año.
–Y, más allá de para la Cámara de Comercio o para Gijón y Asturias, ¿qué es para Félix Baragaño y Álvaro Alonso la Feria de Muestras? ¿Qué les gustaría aportar?
–F. B. Es un honor. En la Cámara yo soy un ave de paso, un puesto electo y estar ahí es un orgullo que nunca había soñado. Nunca pensé tener este puesto de responsabilidad y me gustaría estar a la altura de lo que se espera de mí, e igualmente espero que, cuando me toque dejarlo, quien me suceda se encuentre la institución un peldaño más arriba. Ha tenido una evolución extraordinaria y es tremendamente enriquecedor tener un pequeño contacto con los múltiples eventos que se organizan, no solo en la Feria, tener un leve conocimiento, pinceladas de esas actividades diferentes y personas a las que puedes acceder.
–A. A. Lo primero que siento es agradecimiento al presidente y a los órganos de gobierno por haber podido formar parte de este equipo. Es un orgullo formar parte de esta historia, que es parte de la historia de Gijón y de Asturias y asumo con mucha responsabilidad la confianza que se ha depositado en mi persona. Es la responsabilidad de gestionar un patrimonio que es de las empresas, de Gijón y de Asturias y hacerlo de la mejor forma posible para continuar con ese legado y dejarlo en las mejores condiciones posibles.
–Forman parte de la historia de la Feria de Muestras, pero de alguna forma, la Feria también forma parte de la historia de todos los gijoneses y asturianos. Dejando a un lado el tiempo presente, ¿qué primeros recuerdos tienen de la Feria de Muestras?
–F. B. Yo recuerdo pasear de la mano de mis padres por la Feria de aquel año 65, que se hizo en lo que ahora es la avenida de la Constitución, por la zona de la Escuela de Peritos. Recuerdo pasear por aquellas aceras y quedar sorprendido. Y recuerdo ir al pabellón de la SIA a coger un clavo largo que tenían. Luego jugábamos en la arena de la playa con él. Como ve, un recuerdo infantil.
–A. A. La perplejidad e ilusión de flanquear aquellas puertas de entrada con los ojos de un niño. Entrabas y había una diversidad tremenda. Era cruzar la puerta y ver toda aquella concentración de cosas diferentes... Es lo primero que se me viene a la mente.
–F. B. Mi padre, con la empresa que gestiono yo ahora, SEM Grupo, tuvo muchos años estand en la Feria, donde está ahora el Palacio de Congresos, y también recuerdo estar mucho allí de niño. Estaba al lado del estand del butano, que nos daban unos caramelos con forma de bombonas, con su mismo color y todo, los llamábamos 'butanitos'. Nos pasábamos el verano cruzando para comerlos.
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Mikel Labastida y Leticia Aróstegui (diseño)
Óscar Beltrán de Otálora y Gonzalo de las Heras
José A. González y Álex Sánchez
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