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ELENA RODRÍGUEZ / PABLO A. MARÍN ESTRADA
Domingo, 23 de agosto 2020, 01:32
A poco más de dos semanas del inicio previsto para el curso escolar, incertidumbre es la palabra que define la situación que vive la comunidad educativa y la que más se repite cuando se consulta a quienes forman parte de ella. Algunas de sus dudas podrían aclararse tras la reunión sectorial entre ministerio y comunidades del próximo jueves y una esperable decisión al respecto del Principado, pero la sensación actual de familias y docentes es la de ver correr el calendario sin que sepan a qué atenerse o cómo se va a garantizar el cometido educacional y la seguridad de todos.
Isabel García, directora del colegio público Evaristo Valle de Gijón, admite: «A día de hoy, no tengo información oficial de que se esté barajando un escenario distinto al presencial. Vemos que la situación sanitaria se complica y aún no sé cómo se va a gestionar ni en qué escenario. Entiendo que es complejo, pero no puedo ocultar mis dudas o la preocupación por la responsabilidad que recae en nosotros ante un posible positivo». Al frente del también gijonés colegio público Laviada, Ana Romero reclama una mayor comunicación con los centros por parte de la consejería: «Me gustaría contar con directrices más claras. Los equipos directivos necesitamos apoyo y vemos demasiados frentes abiertos sin saber cómo actuar», señala. En todo caso, apuesta por que «los niños vuelvan al colegio. Llevan meses sin ir y con los nuevos ¿cómo vamos a empezar si no es presencialmente? Soy consciente de los riesgos. Por eso echo de menos unas pautas claras para garantizar la seguridad».
En otros niveles educativos, Yolanda Camello, directora de la Escuela Infantil Gloria Fuertes de Gijón, afirma estar «a la espera e intentando en la medida de lo posible solucionar lo que está en nuestras manos. No voy a decir que no se estén planteando cosas: el tema del comedor habilitando una sala mayor o que nos concedan una nueva unidad para que los grupos no superen la ratio de veinte alumnos. Todo lo demás es incierto. No sabemos con cuánto profesorado contamos ni cómo vamos a empezar». Ve positivo el anuncio de pruebas PCR a los docentes y de la reunión del día 27 espera «que salga un protocolo común que responda a la realidad», opina.
En el ámbito de la enseñanza concertada, Emilio Díaz, director de la Escuela de FP Revillagigedo, recuerda: «Nos fuimos de vacaciones con unas instrucciones para la pública muy escuetas». Y que el propio centro se vio en la necesidad de prepararse para los dos escenarios más plausibles: «El presencial, que no vemos pueda garantizar la seguridad, y la que preferiríamos, la mixta: la parte práctica en los talleres estaría asegurada y la teórica sería 'online'. Tenemos previstas ambas opciones para solo ajustar cambios». Entre tanto, observa «una falta de claridad total de Educación. La inquietud crece al ver que se agota el tiempo y es inaudito que no sepamos nada ni qué respuesta dar a padres y alumnos. Tampoco estamos de acuerdo en que se nos cargue la responsabilidad a nosotros, sin medios, dotación o formación», expresa.
Las dudas son especialmente notorias en las familias. Así, Sandra Nieto, vicepresidenta de Concapa en Asturias (la confederación que representa a padres y madres de la concertada) y madre de dos alumnas en el colegio Nuestra Señora de Covadonga de Noreña, manifiesta: «El problema es que no sabemos nada y no porque los centros no quieran. Es que, a poco más de dos semanas para reanudar las clases, la consejería no ha publicado aún las instrucciones de curso para la concertada. Solo sabemos las de la pública». Esta demora «está creando mucho malestar entre las familias», que se sienten «abandonadas». Regresar es el deseo de todas, pero «con seguridad, porque hay miedo entre padres y alumnos al contagio, y aunque sea con unas semanas de retraso: «En caso contrario, va a ser un desastre. La escuela ayuda a socializar, y la gente, además, tiene que trabajar».
La conciliación familiar preocupa también a las familias de la enseñanza pública, como apunta Alberto González, presidente del AMPA del colegio público San Pedro de los Arcos de Oviedo: «Sin actividades extraescolares, va a ser difícil conciliar y nos estamos planteando como asociación contratar a alguien para cubrir unos espacios de juego, al menos. En todo lo demás está todo en el aire. Entiendo que es complicado, pero necesitamos soluciones». En su caso, declara: «Tenemos el problema añadido de un espacio del centro ocupado por la oficina regional de evaluación y, si hay que habilitar un aula, tendría que ser en un gimnasio subterráneo. Así no podemos decir a las familias que manden a sus hijos con tranquilidad al centro».
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Noelia Lara, responsable del AMPA del IES La Magdalena de Avilés, se queja de la falta de concreción del plan de contingencia enviado a los centros: «Se recalca lo ya sabido en cuestiones de higiene, pero no se dice el personal de limpieza que se va a contratar, ni aparecen preparados los tres posibles escenarios». Defiende el modelo presencial, «el mejor educacionalmente, pero en la situación presente hay que ponerse ya en otros escenarios. Y el problema del mixto es que ni los centros ni el profesorado ni los alumnos están preparados. Llevamos pidiéndolo desde hace meses sin contestación alguna y ahora no nos podemos permitir que improvisen», manifiesta.
Entre los docentes, la preocupación es igualmente manifiesta. Emilio Rodríguez, jefe de estudios del IES Nº1 de Gijón, subraya: «La sensación de inseguridad es importante en todo el colectivo. Personalmente, creo inviables medidas como el distanciamiento en centros ya saturados y un paripé evitar el reagrupamiento de chavales que fuera tienen su vida social», pero especialmente expresa inquietud por el hecho de «que se olvide que el sector más amenazado sanitariamente es el profesorado, en el que no son excepción las personas de riesgo. No minusvaloro el de los alumnos, pero en los docentes es mayor y no se toma en cuenta».
Menos pesimista, Fran Flórez, profesor de Educación Física en el IES El Piles, considera que, «a día de hoy, la opción con más fuerza parece ser la semipresencial. Y creo que estamos mejor preparados que en marzo. Si entonces hubo errores, habrá que subsanarlos e ir adaptándose a la nueva normalidad. Lo más lógico para la seguridad laboral y del alumnado sería ese retorno relativo a las aulas». El docente apela a la formación y a la creatividad, «incluso en el uso de los espacios», para afrontar una situación inédita.
«Mientras tanto, estamos a la expectativa y nadie sabe lo que va a ocurrir o decidirse en una o dos semanas», zanja.
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Óscar Beltrán de Otálora y Gonzalo de las Heras
José A. González y Álex Sánchez
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