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EDUARDO PANEQUE
gijón.
Lunes, 2 de marzo 2020, 03:14
La escritora afincada en Gijón no podía ocultar su emoción minutos después de conocer que la segunda prueba de coronavirus había resultado negativa. «Estoy superfeliz, me apetecía abrazar a todas las enfermeras cuando vinieron a comunicármelo», confesaba a EL COMERCIO. El sentimiento estaba más que justificado. Se cumplían 24 horas en una habitación de aislamiento desde que le realizasen el primer análisis. «Al final se ha quedado en una gripe, para la que solo necesitaré un tratamiento antibiótico».
Sus primeros síntomas se habían manifestado en la mañana del sábado. Entonces acompañaba a su marido, también escritor chileno, quien presentaba una neumonía grave y que acabaría confirmándose como el primer caso positivo de coronavirus en Asturias. Ahora, ella ha podido abandonar el aislamiento, aunque permanecerá ingresada en la misma área de la UCI del HUCA. Lo primero que hizo fue visitar a su marido. A través de un cristal, tal y como marca el protocolo. «Me ha impresionado mucho porque tiene muchos tubos y mascarilla colocados», relató. Sí pudo hablar con él por teléfono. «Se quedó muy contento, imagínate; es un alivio para él porque pensaba que me había contagiado el virus, estaba realmente preocupado».
Si todo evolucionara favorablemente, el plazo mínimo que estima para tener contacto físico con su marido es de, al menos, dos semanas. Hace menos de una, la pareja disfrutaba de unos días entre compañeros del gremio: un encuentro de escritores de habla hispana y portuguesa congregados en un pueblo cercano a Oporto.
Llamadas en espera y multitud de mensajes interrumpen cada poco su relato. Familiares, amigos y escritores de casi todas las partes del mundo se ponen en contacto con ella ávidos de saber cómo está la pareja. «Me he sentido súper arropada en estas horas de incertidumbre», reconoce la autora, a quien la confirmación del resultado negativo la cogió hablando con un colega del mensual 'Le Monde diplomatique'. A continuación llamó a sus hijos, que están fuera de Gijón. «Y a la embajada chilena, la prensa de mi país... ¡es que no te imaginas la cantidad de personas que se han preocupado por mi estado y el de mi marido, tengo que contactar ahora con todos ellos para darles las gracias!», confiesa.
A sus 68 años, la escritora es una activa usuaria de redes sociales. A través de ellas, gracias a la facilidad para conectarse al instante con cualquier parte del mundo, ha ido respondiendo a cuantos mensajes de apoyo le ha dado tiempo. La prueba inicial, cuyos resultados se conocieron la noche del sábado, no arrojaron un resultado suficientemente certero. «Se pasa mal», afirma, «pero todo el personal del HUCA es maravilloso y me ha tratado estupendamente, ha sido un gran alivio poder contar con gente así alrededor», concluye deseando poder descansar unas horas de noche. Por fin.
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