Coronavirus | Así será el final del curso universitario y el inicio del próximo

Y así, Castells, que conoce muy de cerca el mundo universitario, ha felicitado a todas las instituciones por el esfuerzo que están haciendo, habiéndose adaptado en dos meses a una situación para la que «no estaban preparadas». Y, en segundo lugar, les ha instado a escuchar la opinión de estudiantes y docentes sobre cuáles son las mejores fórmulas para la tan debatida y polémica evaluación 'online'. Las universidades, ha dicho, «son de los estudiantes».

Sin referirse a ello, parecía el ministro pronunciarse sobre el conflicto de la Universidad de Oviedo, donde los estudiantes han estallado contra el equipo rectoral, por lo que consideran «falta de información» y «cambios de criterio» sobre la evaluación, a unos días tan solo de que arranquen los exámenes.

Con esas premisas, así serán las cosas.

Manuel Castells aboga por tenerlos todos organizados de forma telemática. No cierra del todo la puerta a que puedan convocarse exámenes presenciales durante el mes de julio, algo en lo que confían muchos docentes de la Universidad de Oviedo, pero las posibilidades parecen estar cada vez más lejos. «Ojalá, pero no lo sabemos», ha dicho Castells.

Eso sí: en caso de que los estudiantes puedan acudir a las aulas a examinarse la situación no será ni mucho menos la normal. «Dependerá de la situación de junio, pero en cualquier caso, no podrán ser como siempre». Primarán las medidas de seguridad y las precauciones para evitar nuevos contagios. Así que la distancia de seguridad parece obligatoria. Por lo tanto, las aulas deberían acoger menos alumnos para poder garantizar dos metros entre uno y otro.

En cuanto a la evaluación 'online', que será la mayoritaria, «tiene que adaptarse a las condiciones de cada estudiante, tecnológicas, pedagógicas y yo diría también que psicológicas. Pero ser flexible y adaptarse no quiere decir aprobado general, ni mucho menos», ha añadido.

«En cuanto a las prácticas que no sean necesarias para graduarse, aconsejamos aplazarlas al próximo curso», ha dicho el ministro el mismo día en que el BOE ha publicado la modificación de prácticas en otras enseñanzas como la formación Profesional. «En caso de que sean indispensables para la graduación, la idea es que no condicionen la obtención del título. Aquellas que se hayan realizado en gran parte, el propósito es que se puedan considerar superadas, añadiendo una una evluación 'online' rápida».

Y aunque Castells no se ha referido a estas medidas en concreto relacionadas con la EBAU, todo hace indicar que si en julio hubiera que actuar así, a finales de junio, que es cuando debe celebrarse en Asturias la selectividad, habría que hacer lo mismo. De ahí que el Principado y la Universidad de Oviedo hayan anunciado que van a revisar las sedes de los exámenes, entre otras cosas para evitar los desplazamientos de estudiantes y garantizar todas las medidas de seguridad. Ambas partes se ponen desde hoy a trabajar en ello.

El ministro se ha referido durante toda su intervención a lo excepcional del momento y las cuestiones económicas han sido una referencia constante. Uniendo ambas cosas, ha asegurado que «si un estudiante no se siente capaz, si prefiere abandonar voluntariamente, no porque le hayan suspendido, vamos a ver en qué medida sería posible devolverle la matrícula».Hay un 'pero'. «Eso es lo que yo pienso y otra cosa son las posibilidades reales de las universidades». Castells ha explicado que se ha creado una comisión entre CRUE, comunidades y ministerio para determinar en qué condiciones un estudiane puede tomar esa decisión sin tener que volver a pagar la matrícula de la asignatura.

La idea es cumplir el calendario previsto, sin retrasar el arranque del curso, ni siquiera para los estudiantes de nuevo ingreso en la Universidad, los de primer curso, que verán reducido su descanso estival por el aplazamiento de la EBAU. La esperanza, por tanto, mantener las fechas, «aunque depende de lo que depende todo, de que el mundo no se hunda».

Pero, como dice el ministro, la normalidad está lejos. Por eso, y a la espera de las exigencias que marque Sanidad, Manuel Castells marca algunos mínimos, basándose en el «sentido común», que obligarán a «modificar la presencialidad».

Castells habla en todo momento de conseguir una distancia de dos metros entre personas, lo que obligará a organizar grupos más reducidos, «horarios distintos para la misma aula, que deberá ser convenientemente desinfectada», aulas que según el ministro podría acoger «la mitad o un tercio de los estudiantes».

Aunque ya es sabido que el Gobierno ha emplazado a las comunidades a preparar planes de contingencia por si el próximo curso hubiera nuevos cierres, Manuel Castells no se ha referido directamente a ello. Pero sí ha insistido en la necesidad de convertir la enseñanza universitaria a partir de ahora en una «enseñanza bimodal». El ministro defiende seguir haciendo toda la actividad posible de forma presencial, pero estando siempre preparados para complementar con la vía telemática o para volver a ella como medio único en caso de que fuera posible en algún momento.

El nuevo escenario requerirá «una umento de la digitalización, del aumento de la inversión en las universidades y un reciclaje del profesorado».

Los precios públicos de la Universidad, ha dicho Manuel Castells, son una de sus prioridades. Quiere bajarlos, eso ha quedado claro, y además está recogido en el acuerdo de gobierno. Pero no está tan claro que pueda hacerlo, porque depende de muchas cuestiones, principalmente de las repercusiones económicas que va a sufrir el país tras la pandemia y de que haya o no unos nuevos prespuestos.

En cualquier caso, al planteamiento es «volver a los niveles de 2011-2012 y acabar con el sistema de horquillas que es tan injusto».

Respecto al sistema de becas, los ministerios de Universidades y Educación ya han mantenido varias reuniones sobre este aspecto y que hay «criterios sociales progresistas» ya acordados, de los que no se puede adelantar nada mientras no tengan el visto bueno de Hacienda.