Borrar
Los vecinos se reunieron delante de la iglesia para brindar y festejar que, por fin, lo habían conseguido. J. C. ROMÁN

Sesenta vecinos ejemplares a más de 1.400 metros de altura

Los habitantes de Santa María del Puerto, en Somiedo, sienten que este galardón es «merecido» y que compensa «muchos años de trabajo»

ANA RANERA

Viernes, 3 de septiembre 2021, 06:31

La lluvia no consiguió ayer aguar la fiesta en Santa María del Puerto, en Somiedo. Esta pequeña localidad entre montañas, con unas seis decenas de habitantes censados y a 1.486 metros de altitud, apenas acababa de convertirse en Pueblo Ejemplar de Asturias y sus vecinos ya se lanzaban a los caminos, para brindar por un reconocimiento que llevaban años persiguiendo. Nada más conocer la noticia, repicaron las campanas y entrechocaron sus copas, mientras, bajo las mascarillas, eran incapaces de disimular las sonrisas que se les dibujaban, gracias a un trabajo bien hecho y, por fin, reconocido. Era, para ellos, esta distinción un orgullo inmenso -diez intentos les costó-, que les hacía disfrutar del momento, mientras imaginaban el día en que la Familia Real caleyara entre sus casas. «Nos hace una ilusión tremenda, tenemos que empezar ya a prepararnos para el gran día», prometía María Teresa Riesco, sin saber aún muy bien qué organizarían.

El jurado había elegido este rincón asturiano, que limita con León, «porque encarna el modelo de pueblo de montaña que ha sabido adaptarse a los nuevos tiempos». Y es verdad, aquí la trashumancia fue la forma de vida y, ahora, es un recuerdo que llevan con orgullo algunos en su piel y otros, en su memoria heredada. «Abandonaron uno de los rasgos identitarios de la cultura de los vaqueiros de alzada, como es la trashumancia. Eso ha favorecido la creación y mantenimiento del paisaje, una actividad ganadera importante y la permanencia de parejas jóvenes, asegurando de ese modo el relevo generacional de esta comunidad», concluía el acta.

Noticia Relacionada

Una de las que garantiza el futuro de este lugar es la alcaldesa de barrio, María Beatriz Hino, que ayer sentía en el pecho una alegría honda. «Estamos muy contentos y muy orgullosos, sobre todo», apuntaba, sin acabar de creerse lo que estaba viviendo. Ella sabe, aunque no naciera aquí -llegó a El Puerto por amor-, que hay motivos más que suficientes para sentir que el galardón era cuestión de justicia, porque la historia de este pueblo es de sudor y de nieve. «Los vecinos llevan toda la vida luchando. Aquí se sigue la tradición vaqueira y se sigue haciendo trashumancia, aunque no sea a pie como antiguamente».

La humildad hacía que a muchos les costara decir que este es «un premio muy merecido», como acababa reconociendo José Luis Riesgo, «por el trabajo que hacemos continuamente».

Noticia Relacionada

Estos vecinos hablaban del pasado crudo, sin quejas, como una realidad que les forjó el carácter. De hecho, hablaban de aquellos tiempos y se les notaba el cariño en la mirada porque, como decía José Riesgo: «Mientras uno es joven, se lo pasa bien en cualquier sitio». Y a él, le presta el galardón porque «los vaqueiros tenemos nuestro aquel» y esto sirve para que se dé a conocer su cultura que, para muchos, -incluso asturianos- está aún por descubrir. «Queremos que sepan que estamos aquí y lo que era esto», señalaba.

Saben bien lo que era aquello los hijos y nietos de quienes crecieron allí. Como Brenda Riesco, de 13 años, con una edad cercana a la de la Princesa de Asturias y la Infanta Sofía. Aunque ella no vive allí todo el año, sentía el premio como propio, qué menos, porque, entre esas montañas, tiene clavadas sus raíces. «Vengo todos los veranos y las vacaciones», contaba. A ella, incluso a su edad, le gusta dejarse caer por El Puerto y, ahora, tiene la ilusión de estar, en algo más de un mes, saludando a la Familia Real y enseñándoles esa cultura que lleva en los genes.

Imagen. La alegría de los vecinos de Santa María del Puerto

Ver fotos

Imagen. La alegría de los vecinos de Santa María del Puerto

La misma ilusión tiene Marta Lorences, otras de esas vecinas que forman parte de la nueva generación que no quiso marcharse. Ella es «de aquí de toda la vida» y nunca dejó atrás sus lazos porque los siente de hierro y ahora los está forjando también en su hijo, Adán, de siete años. «Tenemos ganado y aquí nos quedamos», indicaba. Y, aunque «el invierno es duro porque nieva», ellos no protestan. Esos inconvenientes desaparecen en un sitio «tan guapu», rodeada de los suyos y, en breve, también de la Familia Real.

Noticia Relacionada

Con esa escena en la cabeza, a Milita Mariño le entraba la inquietud. «Estoy ya nerviosa, pensando en ver paseando por aquí a los Reyes y a sus hijas», comentaba, deseando recibir a la familia al completo. Sus palabras las secundaba Vicente Riesgo y apuntaba: «Apetece ya que llegue octubre». Este año, en Santa María del Puerto, poco importa que se acabe el verano. Lo mejor está por llegar.

Publicidad

Premios Goya

La quiniela de los premios Goya 2025

Equipo de Pantallas, Oskar Belategui, Borja Crespo, Rosa Palo, Iker Cortés | Madrid, Boquerini, Carlos G. Fernández, Mikel Labastida y Leticia Aróstegui

Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

elcomercio Sesenta vecinos ejemplares a más de 1.400 metros de altura